El último informe sobre la coyuntura turística del Instituto Nacional de Estadística (INE) arroja un dato revelador sobre el empleo en el sector: los hoteles españoles cerraron octubre con más de 280.000 trabajadores. El registro, naturalmente, no es el más alto de la serie anual en un ejercicio donde se han llegado a alcanzar los 327.000 empleados en el mes de agosto, pero evidencia un avance en la desestacionalización que tanto persigue el sector tras dejar atrás la comparativa interanual con unos 10.000 ocupados más.
Para entender la magnitud de estos volúmenes de empleo, sería conveniente echar la vista atrás, incluso, más allá de la pandemia. Entonces, los 280.000 trabajadores eran sinónimo de récord; con la diferencia de que se alcanzaban en el punto álgido de la temporada estival (sólo se superaron en julio y agosto de 2019 desde que hay registros), y la certeza de que el número de establecimientos era, incluso, ligeramente superior a los 15.430 hoteles que abrieron sus puertas el pasado mes.
El impulso del empleo, explican los expertos, es fruto de una tormenta perfecta que ha acelerado la recuperación turística con una firme apuesta por el reposicionamiento de los hoteles hacia un servicio de mayor valor para exprimir la fuerte demanda de turistas internacionales, que se quedarán a las puertas de ser 100 millones en 2025. «Mientras que en los hoteles de una o tres estrellas se necesitan cinco empleados por cada 100 plazas, en los hoteles de cuatro o cinco estrellas se requieren 20 trabajadores para atender las mismas plazas» explicaba en una consulta reciente el vicepresidente de la alianza turística Exceltur, Óscar Perelli.
Y este factor, en un mapa donde se han borrado 160 establecimientos de una y dos estrellas en favor de 445 nuevos activos de cuatro y cinco desde 2019, según datos del INE, resulta decisivo para impulsar el empleo, que también se ve beneficiado por el crecimiento de las pernoctaciones. Con más detalle, los registros sitúan a los hoteles de cuatro estrellas, aquellos que lideran en número la plaza hotelera, como el principal motor de empleo en el sector con casi 151.000 trabajadores. Detrás se sitúan los de tres, con un número similar de establecimientos y 54.400 empleados; seguidos de los 46.000 que emplean los de cinco, con mucho menos peso en la plaza.
«El reposicionamiento de la oferta está obligando a las empresas del sector a prestar un servicio de mayor valor porque lo cobran más caro» comentaba recientemente el mismo directivo antes de plasmar con datos como esta tendencia también aporta un empleo de mayor calidad con más asalariados con contratos indefinidos y una tasa de temporalidad más baja. «Las empresas turísticas han mantenido su compromiso con la mejora de la retribución a sus trabajadores impulsados por compartir los positivos resultados empresariales, la necesidad de atraer talento y la transición a perfiles de mayor remuneración por el proceso de reposicionamiento competitivo» añadían desde la patronal.
Hoteles y academias refuerzan lazos para cubrir el empleo
Desde otro ángulo, acometer una transformación de oferta de este calibre conlleva el riesgo de ocasionar una brecha entre el empleo demandado y los puestos por cubrir. En este contexto, hay referencias del sector como el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) que vienen advirtiendo de que la industria española puede sufrir un déficit cercano a los 780.000 puestos de trabajo en el sector turístico en una década si las tendencias actuales persisten sin intervención, lo que supondría un 20% de los puestos demandados.
El sector, no obstante, parece asumir el reto con un refuerzo de sus lazos con las instituciones que ofrecen formación cualificada, impulsando programas específicos para cubrir perfiles de hotelería avanzada. Esta estrategia se refleja en acuerdos como el que la cadena balear Meliá Hotels plasmó semanas atrás con la escuela de gestión hotelera Les Roches con el objetivo de anticiparse a las necesidades del mercado y garantizar un flujo constante de profesionales altamente capacitados para sus hoteles.