McLaren y Lando Norris están jugando con fuego o peor aún, con Max Verstappen, el animal competitivo más voraz de la historia de la Fórmula 1 además de un chiflado de las carreras; una combinación que le convierte en el elemento más peligroso de la parrilla. Si alguien tiene eso clarísimo es Norris, que este sábado por la noche, en un escenario tan estrafalario como Las Vegas, pudo dejar el Mundial prácticamente sentenciado, pero terminó complicándose la vida de forma innecesaria. La sexta victoria del curso del buque insignia de Red Bull no tiene seguramente el efecto alborotador que muchos desearían para el bien del espectáculo, pero deja claro que el holandés ‘morirá matando’, fiel a su naturaleza de depredador.
La segunda plaza de Norris no le deja del todo satisfecho por haber perdido el efecto ‘pole’, por más que este resultado, combinado con el gatillazo de Oscar Piastri (terminó el cuarto), le permite aumentar su renta al frente de la tabla general. El colchón sobre su compañero de equipo es ahora de 30 puntos y de 42 sobre Verstappen, un margen que le puede llevar a coronarse campeón del mundo el domingo que viene, en Qatar, una cita antes de que se ponga el cerrojo, en Abu Dabi, dentro de 15 días.
Más información
Russell cerró el podio, a la vez que Carlos Sainz cruzó la meta el séptimo, cuadrando un domingo casi perfecto para un Williams que no está para esas latitudes, y Fernando Alonso lo hizo el 13º, un milagro para un Aston Martin que va para atrás.
Que Verstappen impone mucho volvió a quedar claro en la arrancada con el susto que se llevó el líder del certamen, que vio llegar como un avión al actual campeón, y que se obcecó tanto con tratar de cerrarle el paso que se olvidó de parar el coche. Norris clavó los frenos de su monoplaza en la zona sucia de la primera curva y se fue a girar al quinto pinto, dejando una autopista de cuatro carriles por el interior del viraje. Por allí se coló el holandés, primero, y George Russell, justo después, en dos adelantamientos que obligaron al corredor de Somerset a vaciarse para superar al de Mercedes y minimizar el incendio que él mismo había generado. Para cuando adelantó a su compatriota y se volvió a colocar el segundo, a 15 vueltas para el final, Verstappen rodaba cinco segundos por delante. El escenario hizo que los valientes que se levantaron de madrugada para ponerse delante de la tele se frotaran las manos, anticipando un intercambio de golpes entre los dos pilotos más en forma del momento. “Adelanta a George y vamos a por Max”, le indicó a Norris su ingeniero de pista, Will Joseph, creando un redoble de tambores que quedó simplemente en eso.
El esperado cara a cara tendrá que esperar porque así lo decretó Verstappen, que dio un último acelerón para rebajar las expectativas de McLaren y de su principal apuesta para llevarse el campeonato. A la exhibición de fuerza de la estrella del búfalo rojo se le sumaron las luces de alarma que saltaron en el taller de la estructura de Woking (Gran Bretaña), que le pidió a su chico que rebajara el ritmo, presumiblemente por una cuestión relativa al consumo de combustible.
“Lando fue muy agresivo en la salida, pero creo que estuvo demasiado pendiente del retrovisor, y que se olvidó de frenar”, soltó el ganador, que acumula ocho podios consecutivos. Sobre las pocas opciones que tiene de revalidar el título, el muchacho de Hasselt pasa de hacerse películas, porque sabe que no le llevarán a ningún lado interesante. “Voy carrera a carrera, porque la diferencia de puntos es muy grande. Por eso no me estreso demasiado”, añadió Verstappen, mucho más satisfecho de lo que terminó Norris. “Aunque no la hubiera fastidiado en la primera curva, no creo que hubiéramos podido ganar. Es una pena que no tengamos ritmo suficiente como para ganar a Red Bull en condiciones de seco”, resumió el de McLaren, que quiere fijar su vista y sus esfuerzos en ir lo más rápido que pueda cada vez que sale a la pista, para que no le entre la tiritona: “Estoy decepcionado por no haber vencido. Yo lo que quiero es ganar carreras”.