Rosa Palo

Domingo, 23 de noviembre 2025, 09:57

Durante la conversación, Elena Irureta repite varias veces que se siente afortunada y agradecida por vivir de un oficio que ama. Lo hace sin darse importancia, como si ponerse ante la cámara y lograr lo que logra no fuera algo excepcional. Conversadora entretenidísima, Irureta se ríe mucho, pero se conmueve hasta la médula cuando llega el momento de hablar de ‘Patria’ y de la inolvidable Bittori. Por aquel personaje, y por tantos otros que ha interpretado a lo largo de su extensa carrera, la actriz vasca recibirá el próximo 29 de noviembre el Premio FICC del Festival de Cine de Cartagena, un nuevo y merecido reconocimiento para una profesional que reivindica que «no hay papeles protagonistas o secundarios, solo trabajo bien hecho: aunque tengas una sola secuencia, es la tuya y hay que hacerla bien».

-Sigue viviendo en su caserío de Zumaia. Qué buen sitio para tomarse el vermú del domingo.

-Pues no te digo que no. Además, el vermucito me encanta. Ja, ja.

-No para de recibir premios. Este verano el de L’Alfàs del Pi y, ahora, el del Festival de Cine de Cartagena. Está en su ‘prime’, que dicen los chavales.

-Chica, ya sabes cómo van estas cosas. Cuando algo es muy mediático, se acuerdan más de ti y te pones un poquito como de moda, digamos. Yo agradezco mucho todos los premios, aunque tampoco nos vamos a volver tontos con esas cosas, ¿no? Pero que te tengan en cuenta y que te premien es un lujo.

-¿Y no le da un poco de rabia que esos reconocimientos no hayan llegado antes?

-Pues a mí me parece lo contrario. Hubiera sido malo que me los dieran al principio y luego se olvidaran de mí. Desde que empecé a los 26 años he tenido la inmensa suerte de vivir de esta profesión porque no contaba con ello; siempre pensaba «bueno, pues va colando». No podía imaginarme que a los 70 seguiría trabajando y recibiendo premios. Soy una privilegiada.

-Por eso tenía una casa rural en el caserío como plan B.

-Así es. La cerré hace 3 años, aunque la tuve abierta casi 25. Ni siquiera pude dedicarme a ella lo que pensaba porque, por suerte, seguí trabajando como actriz.

-Su padre no se creía que le pagaran por actuar.

-¡Es que no se lo podía creer! Trabajábamos en ETB y pensaba que lo hacíamos por hobby, porque siempre nos veía haciendo comedia con los amigos, hasta que un día me dijo: «¿De verdad que te pagan por hacer esto?». Se quedó a cuadros cuando le dije que sí, y que, además, nos pagaban bien. Ja, ja, ja.

-También ha sido guionista y directora.

-Hemos hecho muchas cosas, pero por no esperar a que nos llamaran. En ETB escribimos, dirigimos e interpretamos tres programas distintos. Pero eso lo haces porque ignoras la complejidad, y si tienes suerte te sale bien. Ahora no sé si me atrevería, fíjate. Cuanta más edad y más experiencia tienes, más cuenta te das de lo difícil que es esto.

-El personaje de Bittori en ‘Patria’ ha sido muy importante en su carrera. ¿Qué le ha dejado ese papel?

-Pues mira, cuando grabábamos la serie no fue difícil hacer los personajes porque lo habíamos hablado mucho, pero se iba creando una expectativa alrededor del abrazo que nos puso nerviosas, tanto que me decía Ane (Gabarain): «Elena, ¿cómo vamos a hacer el abrazo?». Y yo decía: «Pues un abrazo. Sabemos darnos un abrazo, ¿no?». No sé, cosas que te hacen sentir como que tienes más responsabilidad. Al final, cuando rodamos la escena, estaba todo el mundo en la plaza esperando, y ahí empezamos a ver que esto traía mucha cola.

-¿Y cuando vio la serie?

-Me dio un palo enorme. ¡Uf! No era consciente al hacerla de cómo me iba a afectar cuando la vi. De verdad, me dio una tristeza infinita. En el estreno en Donosti vimos toda la serie en una tarde. Había un silencio sepulcral, y yo también me quedé de piedra.

-¿La ha vuelto a ver?

-No, porque, al verla todo de golpe, te das cuenta de cómo has vivido así durante tantos años, ¿no?, goteo, goteo, goteo, y cómo te vas haciendo a que la vida sea así. Me afectó mucho y me ha marcado mucho. Mucho. No quiero verla otra vez porque voy a llorar lo que no está escrito. Fue un antes y un después.

-Sigue encadenando un rodaje tras otro. ¿De dónde saca la energía para tanto trasiego?

-Bueno, ya haces la vista gorda a muchas cosas que padeces, pero el cuerpo no es el mismo. Duermo fatal, y hay días que voy a trabajar con tres horas de sueño y acabo cansadísima. Pero lo nuestro nunca ha sido fácil: muchas veces estás en exteriores y hace muchísimo frío, como nos pasó en febrero rodando ‘Gaua’ en Vitoria. O al revés, como este verano, que grabamos en una carretera secundaria de Toledo a 44º. Y muchas horas de espera entre tomas. Pero el trabajo es trabajo en todas partes y en todos los oficios.

Reporta un error