El Centro de Exposiciones NASREC es el recinto que alberga la cumbre del G-20 en Johannesburgo, la primera que se celebra en África. Un emplazamiento lleno hoy de hileras de mesas, sillas, cables… pero que durante el apartheid fue un puente excepcional que conectaba Johannesburgo Sur, donde se encontraba Soweto, con Johannesburgo Norte, entonces reservado para ciudadanos blancos bajo la Ley de Áreas de Grupo. Ahora ha servido de puente para conectar a los aliados de Volodimir Zelenski con su defensa de la integridad territorial y la soberanía de Ucrania. El plan de paz para este país, apadrinado por Donald Trump, se convirtió en el eje central de la cumbre. Y visibilizó el esfuerzo internacional por abrir alternativas al planteamiento de la Casa Blanca.

Mientras los líderes trataban de evitar el naufragio de la cumbre buscando puntos de encuentro, los aliados de Ucrania, movidos por los representantes de las instituciones europeas, con António Costa, presidente del Consejo Europeo, a la cabeza, incentivaban las relaciones diplomáticas para mostrar alternativas al plan de Trump y abrir una puerta a Zelenski. «Se están llevando a cabo intensos esfuerzos diplomáticos en torno al plan de paz para Ucrania al margen de la reunión del G20», expusieron en la jornada de ayer sábado fuentes europeas. El trabajo culminó con un encuentro de una docena de países, auspiciado por Costa, en el que también participó España, que, con la intención de evitar ir al choque directo con Trump, dan la bienvenida a los esfuerzos de Washington para la paz, aunque sí sellaron un desplante: rechazan que las fronteras de un país, en este caso Ucrania, «sean modificadas por la fuerza».

El plan de paz para Ucrania impulsado por Trump contiene 28 puntos, entre los cuales están una serie de planteamientos que suponen líneas rojas marcadas por Zelenski, como que Ucrania debería ceder a Rusia regiones del oeste del país, incluidas zonas que hasta ahora no han sido invadidas por las fuerzas del Kremlin.

En concreto, el punto 21 de ese plan de paz apadrinado por la Casa Blanca y con el respaldo de Rusia establece que Crimea, Lugansk y Donetsk serán reconocidos de facto como rusos, incluso por Estados Unidos.

Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá, Japón, Noruega, Finlandia, Irlanda, Países Bajos y España, entre otros, quisieron trasladar su «preocupación» por las limitaciones propuestas para las Fuerzas Armadas de Ucrania en ese plan que bendicen Estados Unidos y Rusia, pues «dejarían al país vulnerable a futuros ataques». El planteamiento contempla reducir el ejército ucraniano a un máximo de 600.000 efectivos. En Bruselas consideran «inaceptables» estos puntos del acuerdo. Frente a este bloque, el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, pidió ayer por carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que apoye el plan.

Creen que la propuesta de Washington tiene «elementos importantes que serán esenciales para una paz justa y duradera», pero marcan también distancia, aunque con un tono medido para evitar confrontación. «Acogemos con satisfacción los continuos esfuerzos de Estados Unidos por llevar la paz a Ucrania», dicen con mano tendida, pero a la vez insisten en que seguirán coordinándose «estrechamente con Ucrania y los Estados Unidos en los próximos días».

Antes de este cónclave, el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro británico, Keir Starmer, mantuvieron un primer encuentro para tratar el asunto, antes de la reunión ya ampliada auspiciada por Costa.

Pedro Sánchez, en el centro de la imagen, participa en el G20.

Pedro Sánchez, en el centro de la imagen, participa en el G20.YVES HERMAN / POOLEFE

El Gobierno español siempre ha defendido la necesidad de una «paz justa y duradera» y que esta «no puede hacerse a espaldas de la UE y los ucranianos». El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, conversó ayer con su homólogo ucraniano, Andrii Sybiha, para reiterarle el «apoyo firme a Ucrania» y Pedro Sánchez, en su intervención en la primera sesión de la cumbre, defendió los principios de la Carta de las Naciones Unidas: «Todos, en todas partes, en todo momento. Ya sea en Ucrania o en Palestina, esto significa defender la soberanía, la independencia y la integridad territorial, y garantizar el estricto cumplimiento del Derecho internacional humanitario en todos los conflictos».

Mientras los contactos entre los equipos de los líderes aliados de Zelenski se intensificaban, comparando impresiones, algo se movía también en el G20 como tal. Pese a las expectativas derrotistas, se logró cerrar una declaración consensuada sin Estados Unidos, el gran ausente de la cita -no envió a ningún representante-, en la que se pronuncia contra el uso de la fuerza para anexionar territorios de otros países. Un texto del que se desmarcó Argentina -querían hablar de «conflicto en Oriente Próximo» y no de «territorios palestinos ocupados»-, pero que contó con el beneplácito de Rusia o Arabia Saudí. Para Argentina «resulta esencial preservar la regla del consenso como fundamento de la legitimidad de las decisiones adoptadas en el marco del G-20», expuso su Gobierno en un comunicado, expresando su malestar por no tener en cuenta a Estados Unidos.

El punto quinto de la declaración se remite a la Carta de las Naciones Unidas y advierte contra el uso de «la amenaza» o «la fuerza para obtener conquistas territoriales en detrimento de la integridad territorial y la soberanía o la independencia política de cualquier Estado». Y añade que los Estados «deben desarrollar relaciones amistosas entre las naciones, entre otras cosas promoviendo y fomentando el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión».

Esto sucedió ayer en Sudáfrica, pero hoy viajarán a Ginebra el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, y el emisario diplomático de Trump, Steve Witkoff, para discutir el plan del presidente con representantes ucranianos, según confirmó a AFP un responsable estadounidense.