Markal Beloki, vencedor en la clasificación del Tour de Alsacia. (Martine FAURE KEHREN | Aintzane BELOKI | @EFprocycling)
«Me costaba entrenar con normalidad. No podía ni subirme a la bici». Markel Beloki ha pasado de la zona más oscura del deporte, que no son otra cosa que las lesiones y las enfermedades, a la gloria del triunfo. Todo ello en menos de cuatro meses. El gasteiztarra de 20 años tuvo que renunciar el pasado mes de abril a Euskal Herriko Itzulia por culpa de una mononucleosis que le impedía casi hasta montarse sobre la bicicleta y no pudo volver a la carretera hasta el pasado 9 de julio, en el que el ciclista del Education First pudo participar en el Tour de Austria.
La precocidad, saltando de juveniles a profesionales de golpe, es una de las características del hijo de Joseba Beloki, un «hijo de» un podio múltiple del Tour que ya empieza a tejer su propia identidad. Después de tres meses en la oscuridad, y superando una enfermedad que suele dejar baldado meses y meses a quienes la padecen, el joven gasteiztarra ha sabido sobreponerse como nadie. La tercera etapa del Tour de Alsacia, en una meta con tanto significado como La Planche des Belles Files, allá donde Tadej Pogacar logró su primer Tour arrebatándoselo por sorpresa a Primoz Roglic, conseguía no solo el triunfo de etapa, sino que se lleva el maillot de líder como premio, a falta de dos etapas para terminar la ronda alsaciana, una de ellas de montaña. Un ataque «con todo» a falta de poco más de cuatro kilómetros llevó a Beloki a gozar las mieles del triunfo, cuando meses antes volver a montar sobre su bicicleta ya se antojaba complicado.
El ciclista alavés, bien arropado por su equipo, ha conseguido cumplir también como líder de su equipo y ha sabido administrar los segundos de renta a su favor. Al gasteiztarra le fue más que suficiente con llegar a once segundos del ganador de la última, Aubin Sparfel (Decathlon) para asegurarse mantener el maillot de líder, con un podio que han completado Kamiel Eeman (Lotto) y Axel Mariault (CIC-U-Nantes).
Siendo una de las más firmes promesas del ciclismo vasco actual, Markel Beloki ha comprobado ya en sus carnes que para alcanzar la gloria a veces hay que sufrir. Mucho trabajo en la oscuridad, donde los resultados parece que no llegan y que no van a llegar, para que, cuando el tiempo de recoger la cosecha aparece, volver con el capazo lleno de premios. Es fácil arrimarse al ganador, pero sobre todo, el gasteiztarra ha demostrado una capacidad de recuperación, así física como anímica, fuera de lo común. Y ello lo ha llevado a conseguir un estreno de su palmarés con letras de oro.