Un estudio de JAMA Oncology ha revelado que las mujeres que consumen más alimentos ultraprocesados presentan un mayor riesgo de desarrollar pólipos colorrectales antes de los 50 años, y por lo tanto, también cáncer colorrectal. 

“Los alimentos ultraprocesados, pobres en fibra y con altas cantidades de azúcar, sal, grasa y aditivos; favorecen la inflamación (a diferencia de una dieta basada en fibra, fruta y verdura) y por lo tanto alteran el microbioma, aumentando el riesgo de adenomas, tal y como muestra este reciente estudio”, explica a Vozpópuli la Doctora María José Safont, tesorera de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga médica del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia. 

Ante esto, recomienda reducir los ultraprocesados y priorizar alimentos frescos como frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva. También explica que es recomendable limitar carnes procesadas, bebidas azucaradas y bollería industrial.

La doctora achaca el aumento de este tipo de tumores en mujeres jóvenes a “los cambios de estilo de vida recientes”. “Especialmente las mujeres jóvenes sufren de un mayor estrés, sedentarismo y aumento de obesidad. Además del consumo de ultraprocesados y de las diferencias hormonales y del microbioma”, añade la experta. 

La realidad es que con el cáncer de pulmón sucede algo parecido, ya que en las últimas décadas las mujeres han adoptado un estilo de vida similar al de los hombres, y que en muchas ocasiones, no va de la mano de la salud, como por ejemplo pasa con la costumbre de fumar. 

“Factores como la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, el alcohol, los antecedentes familiares y otras enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal o enfermedades hereditarias como el Síndrome de Lynch o la poliposis familiar hereditaria aumentan en distinta medida el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal”, menciona la oncóloga. 

El estudio no muestra causalidad absoluta 

Este estudio nos ha permitido identificar asociaciones sólidas en poblaciones grandes seguidas durante años, pero como tantos estudios observacionales “no puede demostrar causalidad absoluta», puntualiza Safont, que considera que esto es un factor más, junto a otros ya mencionados, que contribuye al desarrollo del cáncer colorrectal. Las limitaciones del estudio para la experta incluyen “errores en los cuestionarios dietéticos y factores de confusión no medidos”. 

Asimismo, afirma que algunos tumores tempranos muestran perfiles moleculares distintos, ligados a inflamación y alteraciones del microbioma. El diagnóstico se retrasa porque los síntomas “se confunden con trastornos benignos y además no suelen ser tumores frecuentes en este rango de edad por lo que la sospecha es menor”, añade. 

Síntomas del cáncer colorrectal

Uno de los mayores problemas que presenta este tipo de cáncer es que es muy difícil de identificar puesto que sus síntomas pueden confundirse con síntomas de otros padecimientos menores. 

Aún así hay que estar atentos a posibles cambios en el ritmo intestinal (diarreas y estreñimientos), así como si se tienen sangrados rectales, dolor abdominal frecuentes, hinchazón, gases, sensación de evacuación incompleta, pérdida de peso involuntaria o anemia ferropénica. “En personas jóvenes estos signos suelen atribuirse a estrés, intolerancias, patología rectal benigna como hemorroides o fisuras o a pérdidas menstruales”, afirma la oncóloga médica, que recomienda que si estos síntomas se mantienen en el tiempo es más que recomendable que se acuda a la consulta del médico. 

A pesar de que no haya una causalidad absoluta, si que puede aumentar el riesgo, es más, hay bastante consenso cienífico sobre esto. Por ejemplo, la Fundación ECO colabora con la American Society of Clinical Oncology para ofrecer información de calidad a pacientes y familiares, incluyendo pautas dietéticas para la prevención del cáncer, como limitar carnes rojas y procesadas, azúcares añadidos y grasas saturadas, y fomentar el consumo de frutas, verduras y granos integrales.