TILL LINDEMANN

+ AESTHETIC PERFECTION

Jueves 13 de Noviembre de 2025 – Sala Razzmatazz – Barcelona

Grotesco, explícito, obsceno, excéntrico… muchos serían los calificativos que a uno le vienen rápidamente a la cabeza para describir la andadura de Till Lindemann en solitario. Sin duda, estamos ante un personaje tan polémico en la vida real como en la musical y es en esta nueva visión más personal donde el artista ofrece una vuelta tuerca en su intención de llevarlo todo al límite y sobrepasar con creces lo moralmente correcto.

Recogiendo la herencia de otros artistas del shock rock que antaño impactaron a la audiencia combinando teatralidad con horror y provocación (Alice Cooper, Marilyn Manson…), había mucha expectación en ver que nos podía ofrecer Till Lindemann, en la que es su versión más cercana, libre y extrema, lejos de los festivales para todos los públicos y los estadios a los que nos tiene acostumbrados al frente de RAMMSTEIN.

Y es en esta línea donde nos podemos preguntar, ¿es posible en el 2025 seguir sorprendiendo? Visto lo visto, ya os avanzo que sí, y de que el cambio a una sala de menor aforo (del Sant Jordi Club a Razzmatazz) fue muy bien resuelto a la hora de adaptar todo el espectáculo a un formato menor. Aunque, del mismo modo, sería injusto centrarse sólo en lo más escabroso, dentro de una propuesta donde también juegan una parte importante la ironía y la siempre incertidumbre ante lo que realmente pueda llegar a pasar.

Los encargados en dar el pistoletazo de salida a la noche fueron AESTHETIC PERFECTION, el proyecto industrial del americano afincado en Austria, Daniel Graves. Acompañado por las guitarristas Noizith y Lore Jarocinski y el batería Mike Schopf, todos ataviados con ropa deportiva negra y blanca con sus nombres en la espalda, contaron con poca más de media hora para infectarnos con sus ritmos bailables con bases de sintetizadores mezcladas con potentes y efectivos riffs. Con temas como “Bad Vibes” o “Rhythm + Control” nos llevaron a un viaje regresivo convirtiendo Razz en un club de los 90 e hicieron disfrutar a gran parte de la audiencia. Daniel se mostró como un perfecto maestro de ceremonias, que no paró de moverse por todo el escenario, mientras que Lore y Noizoth ejercieron de animadoras alternando las seis cuerdas con los teclados, según lo requerido. Con la contagiosa “We Bring the Beat” hiceron botar a toda la sala, finalizada con Daniel lanzado sus proclamas megáfono en mano. “Gods & Gold” también fue muy bien recibida con aplausos del público y finalizaron con “Love Like Lies”, con un registro menos contundente.

Con la intro de “Meine Welt” sonando y una sala prácticamente llena los músicos de acompañamiento fueron ocupando sus puestos, sustituyendo las vestimentas rojas que llevaron durante los festivales de verano por unos atuendos militares de cuero negro y unas máscaras que pronto se quitarían. Oscuridad y fetichismo desde el primer momento, con Till Lindemann haciendo aparición en escena recogiendo el micro de la cabeza de su propio esclavo, arrodillado únicamente para tal función. Con la inicial y transgresora “Fat”, dos monjas obesas se postraron a los lados del escenario para posteriormente despojarse de sus hábitos. Con “Und die Engel singen” hicieron aparición dos sugerentes bailarinas en plataformas elevadoras, mientras que un intimidatorio Till iba lanzando pies de micros al foso o lo que fuese pillando al suelo, a la vez que se acercaba en exceso ante el público al que provocaba con sus particulares gestos obscenos.

Aunque el enorme Till acaparaba la máxima atención, en el resto de la banda todas y todos tenían su función y papel. La teclista, Brynn Route, no paró de realizar sugerentes movimientos acrobáticos. Tras su kit ladeado, y con una extravagante apariencia femenina, Joe Letz (también batería de Combichrist) sería el encargado de protagonizar algunos de los momentos más bizarros del show. La bajista Kristin Kaminski y la guitarrista Emily Ruvidich flanquearon al ex- NIN Daniel Lohner, otro de los miembros clave en esta formación.

Subía la temperatura en el ambiente y Till se desprendía de su abrigo. Con “Golden Shower” y “Sport Frei” comprendimos porque esta gira, a diferencia de las actuaciones en festivales, se ha catalogado para mayores de 18, debido a la proyección de audiovisuales con imágenes explícitas, sin ningún tipo de filtro.

Las chicas se sumaron a la percusión, mientras Till se tiraba por las escaleras laterales del escenario. Para reponerse del shock y con las imágenes todavía impactadas en la retina, “Tanzlehrerin” aporta algo de tranquilidad, con Danny Lohner a la acústica, Till en medio bajo un foco de luz cenital, y una danza con abanicos y aires flamencos. Con los ritmos y coros militares de “Blut” el escenario se tiñó de rojo.

Más contundente y, como no, polémica, fue la interpretación de “Allesfresser”, con el transformado batería extrayéndose y lanzando tampones ensangrentados a la audiencia.

TILL LINDEMANN - Sala Razzmatazz - Barcelona TILL LINDEMANN - Sala Razzmatazz - Barcelona

Esta noche no hubo lanzamiento de tartas, pero si se regó al público con cerveza y cava. “Prostitution” se convierte en un ejercicio de dance pool, mientras que las plataformas elevadoras vuelven a cobrar protagonismo en “Praise Abort”, uno de los temas más guitarreros y coreados de la noche.

Tras una breve pausa, “Platz Eins” se inicia con los músicos ubicados en la zona elevada trasera del escenario mientras que, cuando nadie se lo esperaba, Till baja del escenario para cantar toda la canción paseándose por el medio del público con unas llamativas gafas iluminadas.

Posiblemente, algo improvisado, teniendo en cuenta las dimensiones de la sala. “Du hast kein Herz” sonó muy potente y cercana a lo que sería RAMMSTEIN, quedando patente la estrecha línea entre los proyectos de Till y su banda nodriza. El espectáculo siguió con “Skills in Pills (SP) con las bailarinas aporreando unos tambores a latigazos.

Ya en los bises, pudimos disfrutar de un efectivo juego de luces y láseres con “Übers Meer”, enlazada con la parte final de “Knebel”. En “Fish On”, Lindemann no se andó con tonterías y lanzó toda la bandeja de pescado a las primeras filas del público de un único tremendo golpe. “Ich hasse Kinder” ponía la guinda final, con el cantante imitando a un bebé, llorando y chupándose el dedo.

Parecía que todo había llegado a su fin, pero Till preguntó en castellano con su inevitable acento alemán “¿Quiere más?, para tener el detalle de incluir, y especialmente regalarnos esta noche, su particular versión del “Entre dos tierras”. Todo el público cantándola, satisfacción generalizada y despedida final por todo lo alto con la banda vitoreada.

Y es que lo que pudo haber sido un espectáculo menguado acabó convirtiéndose en toda una experiencia de conciliación e impacto de cercanía.

Texto y fotos: Carlos Oliver  (@carlosoliverphotography)

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