El milagro no se concretó y la Copa Davis del pueblo se la llevó Italia, otro equipo de secundarios que dejó a España a las puertas de su séptima Ensaladera. No hubo gloria ni épica en el epílogo para Carreño, Munar, Granollers y Martínez, … los cuatro magníficos capitaneados por David Ferrer que convirtieron su paso por la fase final de Bolonia en una colosal aventura entre amigos.
España, que había ganado en cuartos a la República Checa y a Alemania en semifinales, chocó en la ronda decisiva con la anfitriona, que se hizo fuerte en el SuperTennis Arena, arropada por 10.000 compatriotas, para sumar su tercer título consecutivo, algo inédito en el torneo durante los últimos 50 años. Tal vez el más meritorio, porque ellos también afrontaron la semana sin sus dos principales raquetas. Ni Jannik Sinner ni Lorenzo Musetti comparecieron en esta fase final, agotados tras una larguísima temporada que afectó a muchas otras de las grandes estrellas. Tras la baja de última hora de Carlos Alcaraz, solo un ‘top ten’ mundial aparecía en la lista de inscritos del torneo, Alexander Zverev. Un dato para reflexionar.
Italia, impecable durante toda la semana, volvió a ganar sin necesidad de jugárselo todo en el dobles (lástima por la inexpugnable pareja española). Matteo Berrettini y Flavio Cobolli fueron esta vez mejores que Carreño y Munar y todo se resolvió en los individuales.
De nuevo le tocó al asturiano el trago de abrir la serie. Enfrente, un Berrettini que en cierto modo es el precursor de esta generación extraordinaria de tenistas italianos. Finalista en Wimbledon 2021 y sexto del mundo en 2022, antes de que las lesiones le complicaran la existencia, el romano lucha por volver al ‘top 50’ mientras exhibe su extraordinario rendimiento en la Davis: once victorias consecutivas, después de la lograda en el punto que inauguró la final.

Los italianos, con la Ensaladera
Reuters
No hubo demasiada historia en el duelo porque el italiano apenas concedió oportunidades con su saque. Ni una sola bola de rotura permitió el romano, que terminó con 13 saques directos. Difícil luchar en esas condiciones. Carreño, con el mismo juego sobrio y efectivo que en los choques con Mensik y Struff, sufrió con el revés cortado de Berrettini y cayó en dos mangas.
Luego fue el turno de Munar, otro descubrimiento en esta semana de enormes emociones. Con él se llegó a soñar con el dobles después de un inicio fulgurante en el que llegó a desarbolar a Cobolli, número 22 del mundo. El balear, superlativo durante toda la semana, tanto en la victoria ante Lehecka como en la derrota frente a Zverev, volvió a desplegar un tenis suelto, imaginativo y contundente. Toda la presión que se suponía que debía tener el español la transformó en intensidad. Fueron cinco juegos consecutivos, con dos roturas, en los que no dejó ni las migajas a su rival, hasta convertir el primer set en un paseo militar.
Munar es otro en la Davis desde su derrota en la eliminatoria de septiembre ante el desconocido danés Elmer Moeller. Aquel «severo correctivo» en Marbella frente al 113 del mundo hizo que se replanteara la forma de encarar una competición que no había valorado en su justa medida, siempre a la sombra de otros tenistas de mayor renombre.
El mallorquín, casi en trance, era un torbellino de energía y precisión que celebraba cada punto conquistado con una mirada al banquillo. No bajó su ímpetu ni en los peores momentos del segundo set, cuando más apretaba la grada y su rival por fin compareció a lo grande. Resistió el ruido y los abucheos para llevar la manga al tie-break después de salvar cuatro bolas de set con 6-5 en contra, pero en la muerte súbita no pudo con un Cobolli ya plenamente enchufado.
Tampoco dejó entonces de luchar, por más que la fatiga parecía hacer mella. Pero tampoco lo hizo Cobolli, cada vez más envalentonado pese a que venía de otro batalla de tres horas en semifinales ante el belga Zizou Bergs. Fue su derecha demoledora la que decantó la balanza en el tercer y definitivo set, cuando aprovechó el único resquicio que dejó Munar antes de llegar a otra muerte súbita. Falló el y la Ensaladera se quedó en Italia. España, en cambio, sumó su quinta final perdida, la primera desde 2012.
No hubo lágrimas ni lamentos a la hora de pasar el trago de la derrota. Todo lo contrario. «Si pones en valor todo lo que han conseguido estos chicos durante la semana el balance es muy positivo», dijo el capitán Ferrer, reforzado tras lo ocurrido en Bolonia. «Estoy orgulloso de ellos».