Matinal, o más bien partido de mediodía, en Philadelphia, un domingo en el que la realidad es que, también es bien cierto, la atención de la ciudad se concentra en el AT&T Stadium de Dallas, donde Cowboys e Eagles jugarán uno de los grandes clásicos de la Costa Este, en realidad de todo el deporte estadounidense. Los Eagles son el equipo de Philadelphia, pero los Sixers también son un símbolo de la ciudad. Una franquicia orgullosa que no lo ha sido tanto en los últimos años, del Proceso al posProceso, digamos. Del tanking industrializado a las decepciones y la indefinición.
Por eso, en otra temporada en la que nada parece fácil y a horas de que la ciudad contenga la respiración con ese Cowboys-Eagles, los Sixers se dieron el gusto de recuperar (era uno de los partidos señalados para ello) las pinturas de guerra (logo y colores de la pista, uniformes…) de aquel equipo de 2001, el último que ha jugado unas Finales de la NBA para la ciudad. Sentado a pie de pista estaba Allen Iverson, el que lideró aquella carga hasta donde pudo, el 0-1 en las Finales. Ahí, los Lakers de Kobe y Shaq se pusieron serios.
Esa vibración, la de los viejos-buenos tiempos, duró poco. Y a ver qué pasaba después con los Eagles. Miami Heat nunca estuvo por detrás en el marcado y acabó ganando con comodidad (117-127) aunque no sin esfuerzo. Los Sixers recuperaron una desventaja de 16 puntos (con un parcial fulminante de 16-0) en el segundo cuarto y de catorce en el tercero. Pero, finalmente, no tuvieron suficientes recursos porque, otra vez, fueron un equipo cogido con alfileres. Tyrese Maxey, el sostén en este primer tramo de temporada, no estuvo a su mejor nivel (27 puntos, si, pero venía de meter el doble, 54, en Milwaukee) y se pasó buena parte de la segunda parte sujetándose el hombro con gesto de, como mínimo, molestia. Y esta vez no estaban Joel Embiid (que sigue con problemas en la rodilla y con solo seis partidos jugados), VJ Edgecombe (su primera ausencia de la temporada), Adem Bona y Kelly Oubre. Los Sixers nunca parecen estar completos y han pasado de ser el equipo del Proceso a un equipo en permanente proceso.
Paul George (titular en la primera parte, suplente en la segunda) se quedó en 10 puntos en 10 tiros, con un 0/5 en triples. Andre Drummond cogió 23 rebotes (8 de ataque) y el resto lo pusieron en Quentin Grimes, Trendon Watford y un Jared McCain (15 puntos) que jugó al nivel más parecido al que le convirtió en favorito para Rookie del Año la pasada temporada hasta que fue enviado al limbo por una lesión. Los Sixers, en formato reducido, hicieron bastante con mantenerse en pie, a remolque pero vivos, casi todo el partido. Pero, finalmente, no encontraron argumentos para completar ninguno de sus diversos intentos de remontada.
Porque los Heat son un buen equipo, ya terceros de Conferencia a medio partido del segundo puesto en un Este en el que muy pocos habrían aceptado ese podio después de más de un mes de competición: Pistons, Raptors, Heat. El equipo de Erik Spoelstra vuelve a ser competitivo y se ha sacudido la tristeza de la pasada temporada. Su baloncesto árido ha cambiado totalmente de marcha en un nuevo plan de un entrenador excelente. Con casi diez posesiones más por partido de media, su estilo masticado y plomizo se ha convertido en vertiginoso y muy divertido, siempre con el turbo y empujando hacia la otra canasta con cada rebote, cada recuperación.
Sin Tyler Herro, Andrew Wiggins y Nikola Jovic, los de South Florida conservaban suficientes rasgos de su personalidad para ganar en Philadelphia: Norm Powell, que sigue con su excepcional temporada, anotó 32 puntos con un 11/18 en tiros. Bam Adebayo (18 puntos y 13 rebotes) y un Kel’el Ware cuya proyección da vértigo (20+16) controlaron las zonas y Jaime Jaquez Jr (22 puntos, 7 asistencias) apiló razones en su campaña de candidato a Mejor Sexto Hombre. Si se añade a Dru Smith, Pelle Larsson, Simone Fontecchio, esa roca llamada Davion Mitchell (8+8+12) y los ausentes, los Heat tienen un buen equipo serio, profundo, físico y que se ha reencontrado con su nivel competitivo gracias a un cambio radical en su forma de jugar. Y como el Este no es gran cosa, por ahora, habrá que ir contando con ellos como candidato firme a equipo de playoffs. Y a partir de ahí, a ver.
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Philadelphia 76ers

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