La tensión bélica de Estados Unidos hacia Venezuela ha aumentado hasta tal punto que el secretario del Ejército ha asegurado que están listos para actuar si el presidente lo necesita. Donald Trump ya ha dado luz verde a las operaciones que le ha presentado la CIA dentro del territorio venezolano y mantiene en el Mar Caribe el mayor despliegue naval en décadas, con su mayor portaaviones listo para atacar.

El objetivo real es derrocar a Nicolás Maduro, pero usa como pretexto la droga que entra a Estados Unidos por su frontera sur. Trump denuncia que hay una epidemia y responsabiliza al líder chavista, llegando a afirmar incluso que está liberando a presos de sus cárceles para que vayan a Estados Unidos a matar a sus ciudadanos. A la lucha contra el narcotráfico se ha agarrado desde septiembre para llevar a cabo ataques extrajudiciales en las aguas del Caribe. Ya ha bombardeado más de 20 supuestas narcolanchas matando a más de 80 personas.

El último movimiento de la cruzada que ha emprendido Trump contra Caracas llegará este lunes, cuando Estados Unidos va a pasar a considerar organización terrorista al llamado Cártel de los Soles, la trama con la que Washington conecta directamente a la cúpula del chavismo con el narcotráfico. Sin embargo, ese clan es solo una «estructura informal», según Érika Rodríguez, socióloga directora de la Fundación Carolina y consultora de Naciones Unidas sobre narcotráfico.

Un cártel sin estructura

Las primeras informaciones sobre el Cártel de los Soles datan de 1993, cuando se empieza a informar de una estructura vinculada con el narcotráfico dentro de las instituciones venezolanas, sobre todo las militares. «Pero esto no quiere decir que sea una organización como tal, sino una red de actores que estaban vinculados con narcotráfico», aclara Rodríguez. La particularidad es que esos actores sean del Ejército. Y de ahí viene su nombre, por los soles que identifican a los militares.

Lo que caracteriza al cártel es «el facilitamiento», señala la experta. Empezaron haciendo la vista gorda con el tráfico de drogas, luego se adentraron en él y más tarde pasaron a ser directamente organizadores de los sistemas de tráfico. Por eso se denuncia el aumento de su poder, aunque Rodríguez asegura que no son siempre certeras las pruebas que denuncian su poder y estructura. «Se sabe que hay una complicidad en el poder» con altos cargos involucrados, pero esa estructura como organización, es difícil de probar.

Por eso también es difícil probar el peso que puede tener este cártel dentro del mercado internacional de la droga. Más aún en un contexto en el que, en la última década, el mercado de la droga ha sufrido una profunda reestructuración, «con nuevos actores y nuevas relaciones entre actores», como explica Rodríguez. «Todo el ecosistema del crimen organizado ha mutado para hacer una nueva arquitectura de instituciones, de alianzas, de estructuras que están ligadas. Y esa visión antigua de los cárteles, como el de Medellín, ya no es lo que domina en la región», subraya.

Maduro en la diana

Eso no ha impedido que Estados Unidos ponga en la diana a Nicolás Maduro y los altos cargos venezolanos justificándose en sus vínculos con esta organización. El Departamento de Estado estadounidense ha llegado a publicar un cartel, instalado en una autopista en la frontera entre Venezuela y Colombia, con las caras de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello junto a una recompensa por su captura. Pero esta es solo una de las iniciativas de Washington para sembrar el miedo y propagar esta idea de que Nicolás Maduro domina las bandas de narcotráfico venezolanas.

Trump ha ido poco a poco allanando el terreno. En agosto aumentó la recompensa para capturar a Maduro. En febrero designó ya a la banda Tren de Aragua como organización terrorista y el domingo pasado el gobierno anunció que a partir de este lunes 24 de noviembre haría lo mismo con el Cartel de los Soles. Y esta nueva categoría, la de organización terrorista, le permite a Estados Unidos escalar aún más su ofensiva. Todo pese a que el Departamento de Estado de momento no ha aportado pruebas que demuestren estos supuestos vínculos entre Maduro y el narcotráfico.

Las acusaciones de que Venezuela es un narcoestado son difíciles de probar, según Érika Rodríguez. «Es muy difícil que haya pruebas contra Maduro concretamente. Hay pruebas contra altos cargos, señalamientos sobre personas concretas, sobre generales del Ejército venezolano…», explica. Pero conforme se va escalando en las denuncias, la presentación de pruebas se debilita. «Eso lo tienen que dirimir los tribunales», insiste.

Pero más allá del narcotráfico, lo que presenta Estados Unidos con este último movimiento es una acusación de terrorismo. Y Rodríguez se pregunta tiene realmente un sentido jurídico estratégico incluirlos en esta categoría porque, dice, «el terrorismo se ha convertido en una categoría que sirve para todo». Lo que sí sabemos es cómo actúa Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre contra todo lo que considera terrorista, por eso esta consideración hacia el Cártel de los Soles se lee como un barniz legal ante un eventual ataque. Aunque la experta advierte que la existencia de terroristas «no hace que puedas saltarte el derecho internacional y a tus propias instituciones», como ya quedó demostrado en la guerra de Irak.

Hundir la flota en el Caribe

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