Este es un envío especial por la COP30 de la newsletter de la sección de Clima y Medio Ambiente, un boletín exclusivo para los suscriptores de EL PAÍS: apúntate para recibirlo.

¡Olá desde Belém!

Hay dos palabras que en 30 años de conferencias sobre cambio climático en el seno de la ONU son tabú: combustibles fósiles. Y eso que la ciencia tiene claro desde hace muchas décadas que son los principales responsables del problema que se quiere combatir. Porque cuando se quema ese petróleo, gas y carbón para producir energía se emiten los gases de efecto invernadero que están sobrecalentando el planeta.

Pero la presión de los Estados más dependientes de esos combustibles ha hecho que los acuerdos y textos que salen de estas citas no los señalen directamente y abiertamente en estas tres décadas. Solo se pone en el punto de mira a los gases y no a lo que los provocan, lo que hace que no se establezcan objetivos de reducción de su uso y producción.

Ha vuelto a ocurrir en la cumbre del clima de la ciudad brasileña de Belém, la COP30. No se ha logrado ni mencionar a los combustibles fósiles en el acuerdo final. Mucho menos, a la necesidad de impulsar una hoja de ruta para dejarlos atrás, como había propuesto el presidente brasileño y anfitrión de la cita, Luiz Inácio Lula da Silva, al inicio de esta conferencia en la Amazonia. Pero la propuesta de Lula no ha recabado suficientes apoyos. Esta es la crónica del polémico cierre de la cumbre que hemos vivido en Belém el sábado y en el que el contexto internacional y la presión de los petroestados han hecho fracasar esa iniciativa. Otra vez el tabú.

Aquí os dejo algunas claves del final de la cumbre del clima de este año:

Sin menciones

La ausencia de menciones a los combustibles fósiles es el gran titular de esta cita, en la que algunos países, entre ellos Colombia y España, se han peleado por intentar que se incluyera la hoja de ruta en la declaración de cierre. Ha sido imposible. A cambio, esos países han logrado que en el texto se haga una mención a la creación de un “Acelerador Global de Implementación”, voluntario, teniendo en cuenta “el Consenso de los Emiratos Árabes Unidos”. Citar el consenso de Dubái, en referencia a la COP de 2023, es la forma que se ha buscado para introducir el asunto de los combustibles fósiles. Porque la cumbre de Dubái fue la primera y última en la que se logró hacer una mención a la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles.

Impulso a la conferencia de Colombia

Una vez constatado el fracaso en la declaración final, Brasil ha anunciado que impulsará al margen de la ONU hojas de ruta para el abandono de los combustibles fósiles y contra la deforestación, otro tema que se ha quedado fuera de los acuerdos finales. En contraposición a lo ocurrido aquí, emerge con fuerza ahora otra iniciativa: la conferencia para el abandono de los combustibles fósiles que organizarán Colombia y Países Bajos en abril del próximo año. Esa cita ha surgido al socaire del tratado de no proliferación de los combustibles fósiles que impulsan desde hace años organizaciones ecologistas y algunos países. ¿Será esa una respuesta acertada ante el persistente tabú en las COP?

Las emisiones crecen

Porque, como nos recordaba durante esta cumbre el informe Global Carbon Budget las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) generadas por los combustibles fósiles y la fabricación de cemento en el mundo volverán a crecer este año. Han aumentado casi un 10% desde que se firmó hace diez años el Acuerdo de París, cebando más y más el problema del calentamiento.

Desinformación

¿Y si es tan evidente el vínculo entre los combustibles y el calentamiento, cómo es posible que siga avanzando en el mundo el negacionismo? Quizás, una de las claves pueda ser la desinformación. En los márgenes de esta cumbre, no dentro de las conversaciones oficiales de la ONU, se ha relanzado una iniciativa para luchar contra la desinformación climática a la que se han sumado una decena de países. Lo explicamos aquí.

Adaptación

Las cumbres del clima se centran principalmente en temas de mitigación, es decir, en el recorte de los gases, y en la financiación que los países ricos deben movilizar para las naciones con menos recursos. Pero la adaptación, cómo protegerse y prepararse para el calentamiento que ya es irreversible, no tiene tanto espacio.

En la COP30 de este año los países se han comprometido a triplicar los fondos destinados a adaptación en 2035 tomando como referencia 2025.

Además, se ha conseguido aprobar un conjunto de indicadores, unos 60, que servirán a los países para poder medir cómo están realizando esa adaptación. Entre otros, figuran el nivel de estrés hídrico y el de eficiencia en el uso del agua. Y la tasa de mortalidad asociada a impactos climáticos y el nivel de incidencia de enfermedades infecciosas sensibles al clima.

Comercio

Además, por primera vez en estos acuerdos se ha aprobado establecer un “diálogo” sobre comercio global y cambio climático tras las críticas de China durante la COP30 al impuesto al dióxido de carbono puesto en marcha por la Unión Europea para las importaciones.

Los planes se quedan cortos

Otro de los temas que ha quedado opacado ha sido el hecho de que este 2025 los casi 200 países firmantes del Acuerdo de París deberían haber entregado sus nuevos planes de recorte de emisiones, con las metas para 2035. Finalmente, lo han hecho 122, y de aplicarse todas las medidas el calentamiento a final de siglo rondará los 2,5 grados respecto a los niveles preindustriales, aunque este cálculo está lleno de incertidumbres otra vez por el contexto internacional.

En cualquier caso, es mucho más del objetivo fijado en el Acuerdo de París: que el calentamiento global se quede entre los 1,5 y los 2 grados. De hecho, en el texto final ya se abre la puerta a la superación del límite de los 1,5, en el mejor de los escenarios de forma temporal. Algo que la ciencia considera que podría ocurrir ya en la próxima década de forma estable.

Multilateralismo frente Trump

Varias han sido las voces de expertos en diplomacia climática que han defendido tras el cierre en Belém que, pese al resultado de la COP30, el multilateralismo ha salido vivo de este envite. En la distancia, Trump ha intentado torpedear la cumbre. Sus políticas han situado a su país en el selecto grupo de naciones que menos hacen contra el calentamiento, según el Índice del Desempeño de Cambio Climático. En esta edición, los cuatro últimos lugares de la clasificación global que se realiza bajo esta iniciativa cada año los ocupan EE UU, Arabia Saudí, Irán y Rusia.

Pero no es solo que EE UU no actúe frente al cambio climático, sino que está intentando coaccionar a los que sí quieren medidas frente al calentamiento.

Un resumen interesante puede ser el mensaje que tras cerrarse la COP30 colgó en las redes sociales António Guterres, secretario general de la ONU: “Gracias a los incansables esfuerzos de la presidencia brasileña, se ha alcanzado un acuerdo en la COP30, logrando avances y demostrando que el multilateralismo funciona. Se obtuvieron resultados importantes. Pero es difícil alcanzar un consenso en un periodo de profunda división geopolítica. Así que, evidentemente, no podemos fingir que la COP ha entregado todo lo necesario. Debemos seguir impulsando una mayor ambición climática y una mayor solidaridad. A todos los que marcharon, negociaron, aconsejaron, informaron y se movilizaron, les digo: No os rindáis. La historia está de tu lado, y también la ONU”.

Más noticias

Durante toda la cumbre, nuestra compañera Naiara Galarraga Gortázar, la corresponsal de EL PAÍS en Brasil, ha estado elaborando y publicando reportajes que ayudan a comprender mucho mejor la realidad medioambiental de este país fascinante, con sus contradicciones también. Os dejo aquí una selección de lo que ha hecho:

Hasta aquí este boletín especial sobre la cumbre. Muchas gracias por leernos.