Con el spray en la mano y a punto de trazar las primeras líneas de su próximo dibujo, el artista urbano, que firma como ZPTRR, trata con Soria Noticias la situación a la que se enfrentan los artistas urbanos. Desde su punto de vista, la cultura del grafiti siempre está en el punto de mira pues se trata de un acto ilegal en las calles, pero que sin embargo choca con el auge de los grandes murales que las instituciones contratan para decorar ciertos muros de las ciudades.
Y, es que, el graffiti continúa estando estigmatizado, por ser un acto no bien visto por su ilegalidad. Es por ello que los graffiteros tienen que esconderse, hacerlo por la noche y rápido, con el fin de dejar su marca. Este acto para muchos es vandalismo, mientras que para otros, es una forma de expresión tan antigua como las propias paredes.
Del boceto a la pared: el salto al universo del espray
A diferencia de muchos que comienzan con una lata en la mano, el camino de ZPTRR ha sido inverso. «No empecé a dibujar haciendo grafiti, vengo de otro mundo del dibujo, de la ilustración, del cómic«, explica. Fue un encuentro casual, ya con 20 años, un amigo le abrió esta posibilidad artística. Y, algo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en una pasión que lo llevó a pintar en «sitios abandonados de las ciudades».
En esos primeros días, su enfoque se centraba en los personajes que el mismo diseñaba en su casa y que luego trasladaba a las paredes, alejándose del tradicional grafiti de letras. Sin embargo, la verdadera inmersión llegó con el contacto con la cultura más pura del grafiti. «Me fui también interesando por la cultura del grafiti, por pintar en la calle, no solo en edificios abandonados, y dejar ahí tu marca», confiesa. Descubrió el «bombardeo», la práctica de repetir una firma o un icono por toda la ciudad para ganar reconocimiento. Aquello fue una revelación: «me encantó, era otro mundo, otro rollo, salir, conocer a la gente, la experiencia completa del grafiti, y es muy divertido».
La delgada línea entre la expresión y la sanción
El graffitii es un acto vandálico al estar tipificado. Algo que aunque ZPTRR acepta, no lo comparte. La necesidad de expresarse en el espacio público, asegura, «ha habido siempre». Lejos de haberse perdido, sostiene que el movimiento está más vivo que nunca, aunque enfrenta nuevos obstáculos. «Lo que pasa es que está más perseguido ahora, las multas son más grandes, por lo menos en Madrid, que es de donde yo vengo».
Esta creciente presión legal y económica dificulta la práctica, pero también alimenta el debate sobre los límites del arte. El artista es consciente del rechazo que puede generar. «Al final estás pintando una propiedad privada, sin permiso, a uno le gusta, a otros no», admite. Esta tensión es, precisamente, una de las características que definen la esencia del graffiti más trasgresor, aquel que no pide permiso y que busca impactar directamente en el entorno urbano.
Muralismo: ¿reconocimiento artístico o hipocresía institucional?
En los últimos años, ha surgido la tendencia del muralismo. Grandes fachadas de edificios se convierten en lienzos para obras espectaculares, a menudo financiadas o promovidas por las propias administraciones públicas. ZPTRR tiene sentimientos encontrados hacia esta forma de expresión artística. Valora enormamente el talento de quienes realizan «cosas preciosas y con una técnica brutal», pero también encuentra una gran contradicción.
«Para mí siempre ha sido un poco hipocresía», asegura. La crítica se dirige a las instituciones que, por un lado, criminalizan el graffiti ilegal con multas elevadas y, por otro, apoyan el muralismo sin reconocer su origen. «Muchos de los artistas vienen del mundo del grafiti ilegal», subraya. «Para alcanzar la maestría necesaria para pintar un edificio entero, la mayoría de los artistas han necesitado años de práctica en la calle».
«Son las mismas personas que están criminalizando una cosa, las que a la vez promocionan este tipo de arte sin saber que esa gente para llegar a ese nivel lo que ha tenido que hacer pintando mucho en la calle, porque si no, ¿cómo lo haces?». A esto se suma que a menudo estos encargos institucionales están mal remunerados o directamente no se pagan, bajo el pretexto de dar «visibilidad» al artista, una práctica que considera «injusta».
El eco del espray en una ciudad como Soria
Aunque su experiencia se ha forjado principalmente en Madrid, ZPTRR está convencido de que el arte urbano se siente en todas partes. «¿Hay grafiteros en Soria? Yo creo que hay. Todas las ciudades tienen un movimiento de graffiti, ya sea en menor o mayor medida», afirma. La principal diferencia entre una gran metrópoli y una capital de provincia como Soria «no está tanto en el estilo como en la escala y la variedad».
Hoy en día, las influencias son globales gracias a internet. «Tenemos las mismas influencias», explica, refiriéndose a los estilos de letras o los rellenos que marcan tendencia. Aunque «siempre hay artistas que buscan un camino más original, las corrientes principales se replican en todo el territorio», por lo que es fácil encontrar graffitis parecidos tanto en las cunas de este tipo de arte como son Berlín o Nueva York como en una pequeña ciudad como Soria.