En la primavera de 2021, cuando la Liga de Campeones de la UEFA se aproximaba a cumplir tres décadas de existencia, un nuevo y ostentoso proyecto de competición amenazó con cambiar las tornas del fútbol europeo. Impulsada por Florentino Pérez, presidente, así como por Andrea Agnelli y Joel Glazer, vicepresidentes, la Superliga nació con el apoyo de sus 12 socios fundadores: Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Manchester United, Chelsea, Arsenal, Liverpool, Manchester City, Tottenham, Juventus, Milán e Inter de Milán. Algo más de cuatro años después, la Champions League continúa en curso como la máxima competición continental —en la que participan todos los clubes mencionados— y la Superliga, inédita hasta la fecha, no solo ha perdido fuerza en los despachos, sino que tan solo cuenta con el apoyo y defensa a ultranza de un club: el Real Madrid.
Ante tal panorama, el club presidido por Florentino Pérez y A22 Sports Management, la promotora que se alió con el proyecto de la Superliga en 2022, amenazaron a la UEFA el pasado mes de octubre con una reclamación de alrededor de 4.500 millones de euros por “daños y perjuicios” para que Aleksander Ceferin, presidente del órgano que rige el fútbol europeo, accediera al fin a negociar el rediseño de la Champions League.
Hasta ese momento, las reuniones entre ambas partes se habían sucedido en el tiempo sin avanzar hacia ninguna dirección. Tanto es así que fuentes conocedoras de las conversaciones sentían que el objetivo de la UEFA era precisamente ese, mantener encuentros vacíos para dejar pasar el tiempo sin progresos significativos. “No queda otra”, aseguraron entonces dichas fuentes sobre las inminentes demandas multimillonarias del Real Madrid y A22. “Está en manos de la UEFA poder evitarlo, pero solo puede ser negociando en serio”.
El propio Florentino Pérez confirmó este domingo en la asamblea del Real Madrid que el club blanco ya había iniciado los trámites burocráticos para emprender su demanda. “No hemos llegado hasta aquí para enmarcar sentencias judiciales, sino para ponerlas en práctica”, proclamó ante sus socios, a quienes les aseguró que había recibido por privado el apoyo de varios clubes para relanzar la Superliga. “No es normal que en pleno siglo XXI ver el fútbol por televisión sea cada vez más caro”, añadió, en defensa de la retransmisión accesible y gratuita que se llevó a cabo en Dazn durante el Mundial de Clubes del pasado verano. “Un producto cada vez más caro [en referencia al modelo implementado por la UEFA en la Champions] solo aleja a los aficionados del fútbol”, sentenció.
Por su parte, A22 no solo reclama “daños y perjuicios”, sino que también ha presentado una carta oficial ante la UEFA. En la misiva, la empresa dirigida por el alemán Bernd Reichart insta a Alexander Ceferin a cumplir la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que en diciembre de 2023 determinó que tanto la UEFA como la FIFA ejercían un abuso de poder para restringir el lanzamiento de la Superliga, posicionándose como “árbitros” de la industria del fútbol europeo y vulnerando el Derecho de la Competencia de la Unión Europea. El pasado mes de junio, además, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ya había abierto una investigación a la UEFA por sus maniobras para obstaculizar la puesta en marcha de la Superliga.
“A pesar de las sentencias firmes de tres instancias judiciales europeas —incluyendo el TJUE y la Audiencia Provincial en España—, la UEFA mantiene vigentes normativas y prácticas que contravienen directamente dichas decisiones judiciales”, ha advertido este lunes A22 en un comunicado. “Al desafiar estos fallos, la única vía procedente en este momento es exigir la compensación por los daños sufridos, [de modo que] la UEFA se enfrenta ahora a un escenario de significativas reclamaciones tanto por parte de los clubes como de A22”.
Cabe destacar, no obstante, que la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea a la que se aferra la Superliga concretó en 2023 que un proyecto deportivo tal, denominado Unify League desde 2024, “no tiene que ser necesariamente aprobado” mientras se pretenda implantar en el ecosistema de la UEFA, esto es, en el esquema vigente del fútbol europeo.