¡Mejoramos la oferta de Black Friday! Suscríbete hoy a Historia National Geographic por 0,75€ al mes. ¡-82% por tiempo limitado!
¡Novedad! Consigue la nueva edición especial de Historia NG: Grandes Episodios de la Edad Media.
Pocas figuras históricas han sido tan polémicas y cuestionadas como Adolf Hitler. Ahora, tras 80 años después de su muerte, el documental “Hitler’s DNA: Blueprint of a Dictator” de Channel4, ha generado una auténtica oleada mediática al revelar que el dictador nazi podría haber padecido un trastorno genético y presentar predisposición a enfermedades mentales. ¿Cuánto hay de cierto en este nuevo documental británico?
Un documental que no ha pasado desapercibido
Adolf Hitler es el centro del documental que promete desentrañar los secretos biológicos del dictador nazi a través del análisis de una muestra de sangre supuestamente extraída (por un periodista belga que investigaba el rumor de que el dictador alemán había tenido un hijo ilegítimo durante la Primera Guerra Mundial), del sofá en el que se suicidó junto a su esposa Eva Braun, en su búnker en Berlín, el 30 de abril de 1945, para evitar ser capturados ante su derrota contra las fuerzas aliadas.
La muestra, conservada durante décadas en el Gettysburg Museum of History (Estados Unidos), fue analizada por un equipo liderado por la popular genetista Turi King -que identificó los restos de Ricardo III de Inglaterra- y el historiador (también británico) Alex J. Kay, especialista en el Tercer Reich.
¿Qué revela el ADN de Hitler?
Según el documental, la muestra de sangre analizada coincide con el ADN de un pariente masculino de Hitler identificado en un estudio previo, lo que, en principio, autentica su origen. Partiendo de este punto, el equipo ha secuenciado el genoma del dictador sacando dos llamativas conclusiones: que Hitler no tenía ascendencia judía, desmintiendo un rumor que ha circulado desde la década de 1920, y que presentaba una mutación genética asociada al síndrome de Kallmann, un trastorno genético que afecta al desarrollo sexual masculino y puede causar micropene en el desarrollo infantil o criptorquidia (que afecta a los testículos).
El documental sugiere que esta condición explicaría su aparente aversión a las relaciones íntimas y su imagen cuidadosamente construida de estar “casado con Alemania”.
Pero el programa de televisión va más allá de lo físico. Mediante un análisis de riesgo poligénico (PRS, por sus siglas en inglés), evalúa la predisposición genética de Hitler a trastornos mentales como el autismo, la esquizofrenia, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o la conducta antisocial o psicopática. Según los responsables del documental, los resultados sugieren que Hitler se encontraba en el percentil más alto de la población para varios de estos factores. Sin embargo, admiten que los datos no constituyen por sí mismos un diagnóstico clínico.

adolf hitler
Adolf Hitler, alrededor de 1937.
LFI/Avalon.red / Cordon Press
Multitud de críticas
Si bien el enfoque puede parecer innovador a primera vista, muchos investigadores han expresado serias reservas al respecto. Algunos acusan al programa de caer en el sensacionalismo. Incluso desde el Instituto Francis Crick de Londres, el investigador Pontus Skoglund advirtió que extrapolar rasgos de personalidad a partir de poligenética es científicamente insostenible actualmente.
Organizaciones como la National Autistic Society del Reino Unido han criticado duramente el enfoque: «Las personas autistas, junto con otras personas con discapacidad, fueron específicamente atacadas y asesinadas por los nazis, simplemente por ser quienes eran. Cualquier información errónea e imprudente sobre el autismo puede afectar la comprensión pública del autismo y provocar una mayor discriminación en las personas autistas. Las palabras importan, la ciencia importa, la verdad importa. Las personas autistas merecen algo mejor que esto», declaró Tim Nicholls, Subdirector de Política, Investigación y Estrategia de la organización, en un comunicado de prensa.
De la misma manera, los expertos también han advertido sobre el riesgo de estigmatizar trastornos como el autismo o la esquizofrenia al asociarlos con figuras de la talla de Hitler. Historiadores como Ian Kershaw, biógrafo de referencia sobre Hitler y miembro de la Real Sociedad Histórica, han insistido durante años en que el dictador debe entenderse desde una perspectiva sociopolítica y no patológica.
Es cierto que los recientes hallazgos médicos pueden arrojar luz sobre la psicología de Hitler. Es plausible que dolencias físicas o variaciones hormonales influyeran en su comportamiento, e incluso que su megalomanía fuera en parte una compensación por una fragilidad corporal percibida. No obstante, todo ello sigue en el terreno de la hipótesis: faltan pruebas concluyentes que permitan afirmarlo con seguridad.