EFE
—
La selección italiana de tenis se coronó campeona de la Copa Davis 2025 después de la remontada de Flavio Cobolli ante Jaume Munar (1-6, 7-6 y 7-5) que decantó la eliminatoria ante España (2-0).
Italia logró el cuarto título de su historia en un torneo que dominó sin ceder un solo punto y en el que no pudo contar con sus dos mejores raquetas, Jannik Sinner y Lorenzo Musetti. Imperial el combinado de Filippo Volandri, que superó antes de España a Austria y Bélgica.
No pudo Munar alargar la contienda al dobles. Lo intentó el español, empeñado en superar la máxima presión en el mejor año de su carrera. Se pudo permitir creer en sí mismo porque ya alargó el duelo ante República Checa en los cuartos de final. La mejor baza española, pese a todo, cayó con honor.
Su partido fue brutal en el inicio. Superado solo al final por la situación, peleando con su cansancio, con el público y con un Cobolli resucitado de la nada. Pero por mucho tiempo se convenció una vez más de sus posibilidades.
Se midió ante el número 1 de los italianos como número 1 de la ‘Armada’. Dejó de lado el ‘ranking’ (su puesto 36 por el 22 de su rival), el poquísimo apoyo del que dispuso y el dominio reciente en este torneo de la ‘Azzurra’, campeona de las últimas tres ediciones, dos en España y esta en Italia.

Su primera manga, como el ‘tie-break’ de Carreño ante Struff o cualquiera de las exhibiciones de Granollers y Martínez, pasará al recuerdo. Impecable. Se colocó con un 5-0 en un abrir y cerrar de ojos. En apenas 35 minutos, el set estaba en su poder, tras siete bolas de ‘break’ a su favor y ninguna en contra. Ahí, España ya empezaba a pensar en el dobles.
Dejó también puntos de fantasía. Como cuando con 30-30 y 0-1 a su favor sacó un revés alto de espaldas desde el fondo de la pista, casi pegado a la grada, que colocó en la línea contraria. Se metió en pista y sacó una derecha abierta a la línea. Rompió el juego. Debilitó por completo a Cobolli.
Finalizada esa primera manga con el terremoto español, la lógica se instauró en Bolonia para desilusión de Munar, de Ferrer y de España. No porque Munar bajara el nivel, sino porque Cobolli despertó. Empezó a jugar su partido. Perdió su servicio otra vez nada más empezar el set, pero evitó que se le fuera definitivamente el partido de las manos con un quiebre en el juego siguiente.
Fue en un momento extraño del partido. Estuvo parado el duelo varios minutos con 1-0 para Munar y 40-40 en la segunda manga por una atención médica en la grada. En la reanudación, salvó dos bolas de quiebre Munar, pero encajó el ‘break’ a la tercera.
A Cobolli, por un momento, se le vieron algunas costuras físicas. Una volea desde la red con 5-4 a su favor lo evidenció. Munar pareció más fresco en ese momento. La adrenalina de la situación. La realidad es que Bolonia resucitó a Cobolli en cada punto. Le dio un extra de energía con el que Munar no pudo competir. Salvó cuatro bolas de set del italiano con cuatro saques espectaculares.
El partido llegó al ‘tie-break’. Cobolli, contra las cuerdas, se creció. Rompió dos veces a Munar y se generó tres bolas de set, suficientes para alargar el duelo. Lo celebró casi como si hubiera sido una victoria. Resucitó al tiempo que mermó mucho a Munar. Partido reabierto, aunque con la pista inclinada hacia Munar, al que cada punto le empezó a costar más.
Se creció Cobolli gracias al público. Se sintió campeón y, con empate a 5 en el marcador, asestó el golpe decisivo. Quebró a Munar a la segunda bola de ‘break’, puso el 6-5 y cerró el duelo con su servicio.
Para España fue la primera vez en seis años, desde que levantara la ‘Ensaladera’ de plata en 2019, que participó en una final, la undécima de su historia.
En el primer turno, Pablo Carreño había caído ante Matteo Berrettini por 6-3 y 6-4, con todo en contra, público y pronóstico.
Carreño intentó dejar a España a un paso del título y saltó a la central del BoloniaFiere con el convencimiento de los días previos. Con la actitud de las últimas horas. Con la energía positiva de unos partidos de ensueño. También con algo de nervios, con algo de presión.

Le costó entrar en el partido al asturiano. Los servicios directos de Berrettini no ayudaron. Tres en el primer juego. Seis en el primer envite en total. Su rival se contagió de la energía de la grada, volcada con su ídolo. Dominio desde el fondo. Acierto en la red. Todo le salió a un Berrettini que dominó a Carreño, por momentos demasiado conservador.
Intentó evitar el ‘break’, pero fue una cuestión de tiempo. Berrettini mantuvo el nivel, la velocidad. Se ganó tres bolas de quiebre. Sobrevivió Carreño a la primera con un ‘ace’. A la segunda con el error de Berrettini. Y a la tercera sucumbió. Con mala suerte. Porque el golpe de Berrettini tocó en la red y fue a la línea latera. Carreño respondió con un revés potente. Y el italiano, en la red, colocó la raqueta para dejar muerta la bola en el lado contrario.
Con su saque, Berrettini no perdonó la gran oportunidad. En volandas con un público incansable, se hizo gigante. Juego en blanco e Italia comenzó a ilusionarse de verdad con la victoria.
Y con esa energía entró el tenista romano a la pista para el segundo set. Sirvió Carreño.
Tuvo que salvar dos bolas de ‘break’. Se recompuso Carreño en un momento decisivo para mantener sus esperanzas. Como cuando no se rindió ante el alemán Jan-Lennard Struff en un ‘tie-break’ para la historia en el que levantó cinco bolas de set con siete puntos seguidos.
Pero esta vez, la gesta se quedó en el camino. No encontró argumentos Carreño a los que agarrarse ante la solidez de Berrettini. Con 4-4, Berrettini volvió a golpear el saque de Carreño. Se colocó 0-40 arriba. Salvó una bola el español. A la segunda, perdió el servicio y, aunque no oficialmente, el partido.
Al saque, Berrettini volvió a ser infalible.