En los últimos seis meses se ha hablado más que nunca del modelo de negocio de los bufetes de abogados. Pero no solo se está hablando de posibles cambios: muchos despachos ya están actuando.
Mark O’Conor, socio en el Reino Unido de DLA Piper y miembro del comité ejecutivo del despacho, afirma: «Cada cliente nos pregunta cómo vamos a usar la tecnología y dónde estarán los ahorros. Si los abogados piensan en esto como antes —centrándose en horas de asesoría— sus ingresos caerán». En su lugar, los despachos tendrán que demostrar su valor de otra forma, añade, señalando que el modelo de «asesoría legal como servicio», en el que se combinan productos y servicios, ya es una realidad.
Muchos de los bufetes europeos incluidos en el informe FT Innovative Lawyers: Europe 2025 ya están comenzando a transformar sus servicios en productos para ofrecerlos a precio fijo en lugar de cobrar por horas. Los despachos han adoptado la automatización para mejorar su eficiencia, pero estos productos son para uso de los clientes, lo que acerca aún más a los bufetes al futuro descrito por O’Conor.
La IA generativa es el catalizador de esta tendencia en los despachos, pero también está creando vías para que otros profesionales entren en el sector y lo abra a la inversión externa.
«Los bufetes no intentan abarcarlo todo comprando soluciones genéricas de ‘IA para abogados’… Están creando nuevas fuentes de ingresos y llegando a nuevos clientes»
Alex Baker, fundador de Legal Tech Collective, una consultora, explica que los despachos con los que trabaja están adoptando un enfoque basado en cada área de práctica para «productizar» los servicios legales. «No están intentando abarcarlo todo comprando soluciones genéricas de ‘IA para abogados'», dice. «Están creando nuevas fuentes de ingresos y llegando a nuevos clientes, empezando por trabajos de bajo margen y repetitivos, y convirtiéndolos en productos escalables».
En los casos prácticos recogidos en el informe, la categoría de «nuevos productos legales» destaca por ejemplos de bufetes europeos que racionalizan y mejoran sus servicios para clientes. El pago tiende a ser mediante tarifas fijas de valor añadido o modelos de suscripción.
Los ámbitos más prometedores para nuevos productos legales son el cumplimiento normativo, la gestión de riesgos de ciberseguridad y las transacciones inmobiliarias. Por ejemplo, Loyens & Loeff en los Países Bajos y la oficina alemana del despacho estadounidense McDermott Will & Schulte han simplificado la claramente ineficiente obtención de información sobre operaciones inmobiliarias en organismos públicos.
Estos productos se centran en actividades ya existentes de los servicios jurídicos.
Algunos despachos también se están expandiendo hacia nuevas áreas, creando productos derivados de su creciente experiencia en IA generativa. Por ejemplo, el bufete alemán Noerr ha creado un manual de bibliotecas de prompts para vender a clientes que quieran usar la IA en la gestión de tareas simples de contratación comercial. El producto se personaliza con los contratos propios del cliente y grandes modelos de lenguaje que utilice.
Noerr, con unas 1.000 personas, es pequeño comparado con los grandes bufetes mundiales con muchos recursos, y tiene pocos clientes probando sus nuevos productos de contratos con IA. Sin embargo, su trabajo demuestra cómo incluso los despachos más pequeños pueden usar la IA para ofrecer asesoría personalizada y escalable en forma de productos. Esto será crítico para diferenciarse de la competencia.
La evolución más avanzada del trabajo jurídico probablemente surja de asociaciones entre bufetes de abogados y compañías de tecnología de IA.
A&O Shearman y la empresa de IA jurídica Harvey anunciaron recientemente que están desarrollando conjuntamente productos que usan IA agente, capaz de tomar decisiones, actuar o resolver problemas con poca guía humana. Las primeras aplicaciones se centran en trámites antimonopolio, constitución de fondos y revisión de préstamos. Ambas organizaciones afirman que compartirán los ingresos generados, lo que podría dar lugar a un nuevo modelo en el que los despachos ofrezcan servicios y productos de forma integrada.
Hervé Ékué, socio director de A&O Shearman, afirma: «Se ve claramente el impacto de la tecnología en nuestro sector. La forma en que trabajamos, redactamos, pensamos en la regulación y formamos a nuestra gente es distinta».
Pero añade que es un desafío para los bufetes albergar productos y servicios bajo un mismo techo. Por ejemplo, Aosphere, el negocio en línea de asesoría sobre derivados, fue vendido recientemente a un fondo de capital privado. Dirigir un negocio de productos requiere a menudo más capital inicial, apunta, y también habilidades de gestión diferentes.
Y aun así, añade, la nueva generación de herramientas de IA es diferente. «La IA es tan ubicua que no tiene sentido desarrollar productos por separado». El valor adicional de su herramienta de negociación de contratos ContractMatrix, por ejemplo, proviene de las aportaciones diarias de los abogados del despacho que enriquecen sus datos.
Freshfields, ganador absoluto en la clasificación 2025 de despachos europeos del Financial Times, se ha asociado con Google para impulsar el uso de la IA tanto interna como externamente.
Además de pilotar 20 herramientas de IA en toda la firma, su plataforma de due diligence D3 ya permite a los clientes hacerse una idea temprana de los riesgos en fusiones y adquisiciones potenciales. Su desarrollo ha estado impulsado por las aportaciones de los abogados del despacho, la colaboración con Google y la retroalimentación constante de los clientes.
Georgia Dawson, socia principal de Freshfields, prevé un momento en el que los grandes despachos combinen asesoría y productos, «pero debe hacerse de una manera que refuerce la marca e integre al cliente en el despacho». Y, de forma significativa, apunta que sigue sin estar claro cuánta supervisión humana necesitará la IA —ya sea de abogados, científicos de datos u otros colegas—.
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