El cuadro económico general de Alemania ya no es un secreto para nadie. La economía más grande de Europa lleva cinco años congelada como un témpano. Su históricamente poderosa industria languidece ante debilidades internas y realidades externas como la feroz competencia de China, la energía más cara (hasta siempre, Rusia) y ahora el azote comercial de EEUU. Este ‘nuevo mundo’ ha resquebrajado por la mitad al exitoso durante décadas modelo alemán de exportaciones de alto valor añadido (quién no piensa en los coches). El resultado ha sido una parálisis que ha pillado a los políticos a contrapié y de la que ahora se quiere salir a galopadas. De la noche a la mañana se quiere quitar el fuertemente atado precinto de la austeridad y eso siembra el camino de dudas más allá de los intentos de Berlín por mostrar determinación o añadir ceros a la inversión. El desánimo se ha instalado entra la sociedad y se ha reflejado en un mercado laboral que hace pocos meses atravesaba un dolorosa línea roja: diez años después se volvía a sobrepasar la cifra de tres millones de parados. Sin embargo, por debajo de este relato general, se está sustanciando una profunda transformación de la economía germana que a veces escapa del rádar. Un dato muy concreto del citado mercado laboral lo pone de manifiesto.

Cuando se lee la hilera de titulares sobre la crisis existencial de la industria alemana se piensa todavía en el país como una gran fábrica de humeantes chimeneas y montañas de carbón en la puerta. Hace mucho que ya no es así. Como ocurre en el grueso de economías desarrolladas, hace ya tiempo que los servicios aglutinaron la mayor parte de la tarta del PIB, representando ahora mismo cerca de un 70% del mismo frente a una industria que supone poco más de un 20% (aún así, notablemente más que la mayoría de sus socios europeos). Eso no quiere decir que la economía no esté sufriendo ahora mismo una transformación de calado, continuando el ‘acortamiento’ de la industria tradicional y experimentando una notable metamorfosis tanto la manufactura (enfoque hacia las tecnologías) como en los propios servicios (por el mismo motivo).

En un análisis del banco francés BNP en el que se recoge que casi una cuarta parte de los siete millones empleos creados en la Eurozona desde finales de 2019 se han generado en los sectores tecnológico y digital, sus analistas destacan como paradigmático el caso germano. «Alemania es quizás el mejor ejemplo de esta tendencia. Desde el cuarto trimestre de 2019, el empleo total ha disminuido en 220.000 puestos (-0,5%), principalmente debido a la caída en los sectores manufacturero (-319.000) y de la construcción (-210.000), mientras que los empleos en el sector tecnológico han aumentado en 580.000. Por lo tanto, a pesar de sus desafíos estructurales y en respuesta a ellos, la economía alemana está experimentando una transformación», escribe el analista Guillaume Derrien.

Cuesta encontrar consuelo o una brizna de luz en medio de la tormenta de despidos protagonizada por firmas punteras, desde las automovilística Volkswagen hasta gigantes como Bosch, Thyssenkrupp y el titán químico BASF. Sin embargo, desde BNP instan a fijarse en la tendencia positiva del empleo en el sector tecnológico, que concuerda con el continuo aumento de la inversión en productos de propiedad intelectual. Aunque estas inversiones aún no han alcanzado los niveles de EEUU, muestran una tendencia al alza, llegando a casi el 5% del PIB de la eurozona en el segundo trimestre de 2025, frente al 6,5% en EEUU.

El DAX refleja lo que está pasando

Buscando ofrecer una magnitud comprobable de la transformación que se está dando en el caso de Alemania en particular, los analistas del banco francés señalan hacia la nueva estructura del DAX, el índice bursátil de referencia del país. El indicador ahora está fuertemente influenciado por la valoración de dos empresas tecnológicas, SAP y Siemens, las cuales, si bien cuentan con una larga trayectoria, han redefinido su papel dentro del ecosistema de la IA, subraya Derrien.

El analista eleva el caso alemán al resto de Europa: «En estas circunstancias, no cabe duda de que los avances tecnológicos en curso, especialmente los relacionados con la IA (sector en el que Europa, en algunos aspectos, está a la par de EEUU), reconfigurarán el equilibrio económico dentro de la zona euro y, en general, dentro de la UE. Si bien reconocemos los desafíos que enfrenta Europa actualmente, no debemos subestimar los cambios estructurales que se están produciendo, los cuales se prevé que impulsen una mayor productividad y fomenten el crecimiento a medio y largo plazo».

Lo cierto es que, por debajo del marasmo económico, el ecosistema tecnológico ha presentado buenos síntomas en Alemania en los últimos años. En 2024 se registraron 2.766 nuevas startups en Alemania, un 11% más que en 2023. Esto muestra que, a pesar de condiciones económicas difíciles o incertidumbre, el emprendimiento tecnológico se mantiene muy activo. Según la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Berlín, en 2024 se invirtieron unos 7.000 millones de euros en startups alemanas, un 17% más que en 2023. Este capital permite que muchas de esas nuevas empresas tecnológicas escalen, especialmente en sectores denominados deep tech como IA, energía o movilidad.

Hay particularidades que han contribuido al impulso. Los analistas coinciden en que los países del norte de Europa pueden tener más facilidad para adoptar nuevas tecnologías, dado que las empresas allí suelen ser más grandes que en el sur de Europa. En Alemania, alrededor del 45% de los empleados trabajaba para grandes empresas y el 40% para pequeñas empresas. En cambio, en Grecia solo el 17% de los empleados trabajaba para una gran empresa, mientras que el 63% lo hacía para pequeñas empresas.

«Dado que las empresas más grandes pueden afrontar más fácilmente las complejidades de la adopción de nuevas tecnologías y pueden obtener mayores economías de escala, no es de extrañar que el aumento del uso de la IA hasta la fecha haya sido más rápido en las empresas de estos países, donde ha pasado del 30% hace dos años a poco más del 40%», reflexiona en un reciente informe para clientes Matt Swannel, analista de Oxford Economics.

Al igual que parece más probable que se adopte la IA debido a la mayor concentración de grandes empresas, la composición del empleo en el norte de Europa sugiere que es más probable que se adopte la nueva tecnología, continúa Swannel. Como punto de partida, afirma, el norte de Europa tiene más puestos de trabajo expuestos a la IA que el sur de Europa. Y ofrece un dato esclarecedor: en 2024, las dos economías más grandes del norte de Europa tenían un porcentaje más alto de personas en ocupaciones que probablemente estarán expuestas a la IA, con un 72% en Francia y un 75% en Alemania. En comparación, ese porcentaje era del 68% en las potencias del sur de Europa, Italia y España.

Colosos de fuera y promesas nacionales

Los colosos tecnológicos de fuera saben del potencial de Alemania pese a su delicado momento y han invertido en el país. Dentro de los ‘Siete Magníficos’ de Wall Street, son varias las inversiones que destacan. Si en cierto modo el gigante de los vehículos eléctricos Tesla abrió camino inaugurando su gigafactoría cerca de Berlín en 2022, ahora los conocidos como grandes hiperescaladores (empresas que operan enormes centros de datos a hiperescala para ofrecer servicios de computación en la nube, almacenamiento y redes a nivel mundial) los que están poniendo dinero en la mesa.

En una de sus inversiones más grandes en Alemania, Google (Alphabet) ha anunciado 5.500 millones de euros hasta 2029 para construir y ampliar centros de datos. Los planes incluyen un nuevo data center en Dietzenbach (cerca de Fráncfort) y la ampliación del centro ya existente en Hanau. También invertirá en oficinas y expansión de sus sedes en Múnich, Berlín y Fráncfort. Según Google, sus inversiones generarán aproximadamente 9.000 empleos anuales durante esos años.

Amazon planea invertir 10.000 millones de euros en Alemania para expandir su red logística y su infraestructura en la nube (AWS). De esos, 8,8 mil millones se destinarían entre ahora y 2026 para sus data centers de AWS, con un foco creciente en tecnologías de IA. Según su propio estudio de impacto económico, el despliegue de AWS en Alemania (en la región de Fráncfort) generará decenas de miles de empleos indirectos y un impacto significativo en el PIB local. En 2024, Microsoft anunció una inversión de aproximadamente 3.300 millones de euros para ampliar su capacidad de centros de datos en Alemania, especialmente para IA y servicios en la nube.

A una escala menor, también destacan nombres nacionales que reflejan la pujanza del sector tecnológico. Aleph Alpha es una empresa de IA generativa, fundada en 2019 en Heidelberg, que desarrolla modelos de lenguaje (LLM) pensados para uso empresarial y gubernamental, con un enfoque en transparencia y soberanía de datos según regulaciones europeas. Helsing es una empresa de tecnología de defensa, fundada en 2021, que combina IA y drones militares, proporcionando sistemas que analizan datos en tiempo real para ayudar en la toma de decisiones sobre el campo de batalla. A su vez, Pulsetrain (antes Bavertis) es una startup relanzada con tecnología para baterías inteligentes. La firma ha diseñado un sistema integrado que combina gestión de batería, inversor y carga, usando IA para optimizar el rendimiento y prolongar la vida útil de las baterías para vehículos eléctricos.

El apoyo político, al menos sobre el papel, está ahí. Este año, Alemania va a gastar 1.600 millones de euros en IA, más que en casi cualquier otra tecnología. El Ministerio Federal de Investigación, Tecnología y Espacio ha reservado esta cantidad como parte de su plan de acción para la IA. Desde 2017, el presupuesto anual se ha multiplicado por más de 20.

Los políticos ‘siguen’ en el siglo XX

Sin embargo, no deja de ser una cantidad que palidece ante el billonario estímulo anunciado para infraestructura y defensa, intensificando los interrogantes sobre si el nuevo Gobierno de concertación nacional (conservadores y socialdemócratas) invertirá en futuro o se limitará a poner parches en los sectores tradicionales. Como avisa recurrentemente en sus análisis el economista jefe de ING Carsten Brzeski, se corre el riesgo de que el esfuerzo se centre en salvar a sectores «del siglo XX» en vez de dar una oportunidad a los del siglo XXI.

Desde los anuncios de marzo, señala Jeremie Peloso, estratega jefe de BCA Research, la euforia se ha desvanecido y el optimismo se ha agriado. «El ‘otoño de reformas’ prometido por el canciller Merz no se está materializando, y las probabilidades de reformas profundas disminuyen a medida que su mayoría en el Bundestag se reduce y su popularidad cae en picado. A principios de este mes, Merz fue acusado de desviar parte de los fondos especiales para gastos corrientes, lo que aumenta la preocupación de que el estímulo tenga un impacto menor al esperado inicialmente», apunta en un informe.

«Se está asignando dinero nuevo a infraestructuras y gasto militar, al tiempo que se han iniciado algunos trabajos sobre reformas del gasto. Sin embargo, seguimos sin tener propuestas concretas sobre una reforma regulatoria de mayor alcance y medidas para facilitar la inversión del sector privado. Los sectores tradicionales, como la industria manufacturera y las finanzas, advierten sobre la pérdida de puestos de trabajo, lo que aumenta el riesgo de que el Gobierno dé prioridad a la protección del empleo a corto plazo en lugar de buscar nuevas oportunidades de crecimiento», advierte de modo similar Anatoli Annenkov, analista de Société Générale.

A principios del próximo año será fundamental establecer objetivos y prioridades a largo plazo, lo que exigirá liderazgo político, apunta el economista. Con el presupuesto de 2025 aprobado y el de 2026 en marcha, la confianza, fundamental para la disposición de las empresas a invertir, sigue en juego, enfatiza. Paradójicamente y sin quererlo, remacha Annenkov, «la coalición podría verse favorecida por el auge emergente de la inversión en inteligencia artificial y tecnología digital, que está empujando a las empresas a tomar medidas en materia de inversión por miedo a quedarse atrás».

Un mensaje para los políticos tiene Oliver Thomas, profesor de la Universidad de Osnabrück y fundador de la consultora Strategion GmbH. El experto en tecnología e IA pide poner el foco en aplicaciones prácticas (más Applied en lugar de Made in Germany señaló en unas declaraciones a Euronews) sin perder de vista la soberanía digital. Y aquí, insiste, la responsabilidad es política: «Hace falta un marco que evite la dependencia y permita aprovechar el potencial de la IA en Europa».

El experto reconoce que Alemania ha llegado tarde a esta ola: «La IA estaba profundamente dormida. Fue ChatGPT lo que despertó el interés del público y de las empresas». Recuerda, además, que el país ya perdió oportunidades en tecnologías clave: «Informática, los primeros procesos de IA, el estándar MP3, realidad virtual o aumentada… temas que investigamos a fondo, pero que se comercializaron en el extranjero. Por eso hoy muchos modelos no vienen de Alemania». Además, lamenta que en Alemania falta una visión sistémica: «La IA debería entenderse como un ecosistema en red. Sin embargo, muchos prefieren asegurarse un trozo del pastel en vez de hacerlo crecer». No obstante, no está todo perdido. La implantación masiva en las pymes es decisiva para que Alemania recupere terreno frente a EEUU y Asia, culmina Thomas.

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