El Real Madrid empató a dos en el Martínez Valero ante un Elche superior. El baño táctico de Eder Sarabia a Xabi Alonso fue antológico. El técnico vasco le ha dado una identidad a su equipo: juegan de memoria y da igual el esquema táctico con el que salga de cara (con defensa de cuatro o de cinco), el plantel tiene muy interiorizado a lo que quiere jugar su entrenador y ese ADN jamás se negocia. Buen trato al balón, cargar el área con numerosos jugadores, buscar desarbolar al rival a través de la asociación con una gran velocidad en la circulación, asfixiante presión tras pérdida, líneas muy juntas donde el trabajo defensivo comienza en los delanteros, buscar salir con el balón jugado pero tener la amenaza de descargar en largo con Rafa Mir y André Silva… El de Sarabia es un equipo valiente, con multitud de recursos tácticos -puede defender en bloque alto, medio o incluso replegarse si no es capaz de robar en la primera presión-, pero que jamás renuncia al ataque y a jugarle de tú a tú a cualquier rival…
Xabi Alonso, casi en diciembre, aún no sabe o no es capaz de transmitir a lo que quiere jugar su equipo. Intentó en los inicios implantar una presión adelantada que es hace tiempo historia. El Madrid no es capaz de gobernar los partidos y desequilibrar al rival a través de la posesión -le cuesta muchísimo generar ocasiones contra rivales en bloque bajo-, no tiene recursos (de inicio no juega un solo delantero capaz de atacar el área) para poder abrir defensas a través de los centros laterales, no hay automatismos trabajados en ataque -juego muy estático donde casi nadie tira un desmarque, no hay velocidad en la circulación ni en la asociación, por los costados no se aporta profundidad...-donde cada uno hace la guerra por su cuenta (llama la atención los poquísimos jugadores con los que carga el área), la distancia entre líneas que fue lo primero que corrigió Alonso tras su llegada es cada vez mayor y la presión tras pérdida ya no tiene ni un ápice de la intensidad que se vio por momentos en este Madrid de Alonso -el Madrid fue el equipo de LaLiga con menos contrapresiones ganadas esta jornada con tan solo 7-..
El Xabi Alonso del Leverkusen era un entrenador intervencionista que con sus cambios era capaz de influir en el resultado de los partidos. De ese Alonso no queda rastro en el Madrid actual.
Más allá de lo futbolístico
Dejando a un lado las lagunas tácticas y técnicas de un equipo que cada día involuciona más hay un aspecto en el Real Madrid que es casi más importante que los dos anteriores. Saber manejar un vestuario lleno de egos. Concienciar a los jugadores que tus métodos y tu idea es la mejor para conseguir ganar es fundamental y es algo que no solo es que a día de hoy Alonso no haya logrado, es que además ha tenido roces con pesos pesados como Fede Valverde o Vinicius. El brasileño, que sigue sin renovar al seguir pidiendo cobrar lo mismo que Mbappé, o un Fede Valverde que siempre ha estado mal aconsejado desde casa -en el Madrid llevan tiempo cansados del exceso protagonismo de su pareja, Mina Bonino- son dos ejemplos pero hay un buen puñado de jugadores que no tienen conexión con su entrenador.
El uruguayo, que alzó la voz esta temporada al asegurar que no había crecido siendo lateral y que no se sentía cómodo en ella, salió desde el banquillo en la segunda parte en el Martínez Valero para inyectarle energía a su equipo. Al igual que Camavinga.
Pues bien la jugada del segundo tanto del Elche se ha hecho viral al retratar uno de los principales problemas de ese Madrid y algo que jamás debería negociarse: el pasotismo y la falta de intensidad.
En el vídeo se puede observar como Camavinga y Fede Valverde -literalmente es superado por el colegiado del partido en la carrera- trotan en una transición defensiva nefasta que termina con el golazo -le pusieron la alfombra a su ex compañero- de Álvaro Rodríguez. Una imagen que retrata a ambos jugadores y que pone de manifiesto los problemas que está teniendo Alonso para gobernar el gallinero merengue. Y él mejor que nadie sabe que si se te revuelve estás perdido. Xabi cada día está más cerca de besar la lona.