España estuvo a punto de completar una tremenda hazaña en las finales de la Copa Davis. «El equipo del pueblo», como se le calificó tras la baja de Carlos Alcaraz a principios de la semana pasada, cayó en la gran final ante la favorita Italia, que tras su triunfo encadena tres ‘ensaladeras’ consecutivas. Es una prueba del gran trabajo que han hecho en la Federación Italiana de Tenis en las últimas décadas. Sembrar y recoger.
Ahora mismo no hay ningún país con tantos tenistas a tan alto nivel. Sin Jannik Sinner y sin Lorenzo Musetti –los dos del top 10– Italia supo armar un poderoso equipo compuesto por Flavio Cobolli, Matteo Berrettini y Lorenzo Sonego para los individuales y con Bolelli/Vavassori en los dobles. Ganaron las tres eliminatorias por 2-0, por lo que ni Sonego ni los doblistas necesitaron hacer acto de presencia en la pista de Bolonia. Solo apoyaron desde el banquillo.
La semana fue, por tanto, una demostración de que Italia es ahora mismo la gran dominadora del tenis mundial y que España, pese a no llevar el mejor equipo posible, cuenta con unos jugadores comprometidos al máximo que dejaron en la pista todo lo que tenían. No obstante, la semana fue también una demostración de que el formato de Copa Davis que ideó Gerard Piqué y se estrenó en 2019 es un auténtico fracaso.
No interesa a los espectadores, que han visto como una competición histórica como la Copa Davis, es ahora un torneo menor, ni tampoco llama la atención de los tenistas. Solo Alexander Zverev y por «hacer el favor» estuvo presente en Bolonia. De los demás, no hubo ninguno del top 10. «Esto no es la Copa Davis. Es más una exhibición», comentó Zverev a su llegada al torneo. Fue la prueba de que ahora mismo la Davis no atrae.
Un estorbo en el calendario
Cierto es que con el paso de los años la Copa Davis se fue convirtiendo en un estorbo en el calendario de los grandes tenistas. Por eso Piqué ideó un nuevo formato, pero que destrozó todo tipo de tradición y, por tanto, se cargó el alma de la Copa Davis. Ese formato al mejor de cinco sets y que se disputaba en un fin de semana completo con un local y un visitante. Magia pura que transformaba a los tenistas.
«Venimos a salvar el tenis», comentó el exfutbolista cuando Kosmos aterrizó en la Copa Davis y terminó saliendo por la puerta de atrás, dejando una competición centenaria por los suelos. Sin interesar a nadie y sin solucionar la falta de grandes estrellas. Raro es ver al top disputando la competición, pues encima ha perdido todo el prestigio que tenía antes de que llegara Piqué con su idea. Insistimos en el «es como una exhibición» que decía Zverev.
Jaume Munar celebra un punto durante la final de la Copa DavisEuropa Press
Así pues, la Federación Internacional de Tenis (ITF), que recuperó la organización de la competición cuando Piqué abandonó el barco, tiene ahora un formato que no funciona, una competición devaluada y que apenas reúne espectadores. Cierto es que este año en España se ha seguido con algo de interés por el hecho de haber estado tan cerca de una machada, pero la realidad es que en el mundo apenas se sabía que eran las finales y las gradas de Bolonia estaban prácticamente vacías salvo para ver a Italia.
Este año ha sido la confirmación de que la competición ahora mismo es un fracaso. De hecho, numerosos jugadores han pedido cambios a la ITF para intentar remontar el interés por uno de los torneos más míticos. Recuperar el formato antiguo, pero hacerla cada dos años es una de las que más se ha escuchado. No obstante, nada apunta a que la ITF vaya a dar marcha atrás y vuelva a los cinco sets con local y visitante. Su idea pasa por hacer un mix con ambos formatos, aunque ya se está haciendo y el éxito es más bien escaso.