Fue aterrizar en Menorca e irse a pedalear por las carreteras de la Isla con maillots del GE Es Port. Este es Albert Torres, una persona tan buena con la bicicleta que como persona y que ayer recibió un sentido y merecido tributo en el casino. Por su «inesperado» oro y por toda una trayectoria ejemplar, después de un año difícil; ensalzando el papel de su familia ya desde chico y sin querer ni oír hablar de la palabra ‘retirada’.

Díganos, ¿qué supuso ayer para usted este homenaje de su tierra y ante toda su gente?

—Mucha felicidad, por volver a Menorca y a Ciutadella y poder estar con mi familia. La realidad es que vengo menos de lo que me gustaría porque cuando estamos en temporada es muy difícil poder tener una semana libre para venirme. Ahora, tras el Mundial y preparando ya el curso 2026, me produce una gran emoción.

Siempre debe ser bonito sentir en primera persona el calor de su gente…

—Imagina, estar con familia, amigos y demás. Y que la Isla me rinda este homenaje, es un momento muy especial. Como deportista, llevar el nombre de Menorca todos sabemos lo que representa. Irte de aquí de joven a veces no es tan sencillo, pero todos los deportistas que lo hemos hecho creo que coincidiríamos en que llevar el nombre de la Isla es único.

Pasadas unas semanas, ¿ha digerido haber ganados dos oros mundiales con once años de diferencia y en dos modalidades ciclistas distintas?

—A ver, no es que impresione, pero muy contento de este oro, tras el del 2014, en un momento histórico para mí. De pequeño lo soñaba, pero lo veía improbable colgarme un oro del mundo pero pudo ser finalmente en Cali. Fue fantástico y repetir once años después, imagina. Se intentó muchas veces y quedando cerca, –incluso con medallas y títulos continentales–, pero volver a ganar un oro del mundo para mí ha sido clave.

Más después de un 2025 plagado de infortunio y mala suerte por sus lesiones.

—Efectivamente. Ha sido un año complicado, difícil. Y encima, lograrlo con la familia conmigo y en un momento totalmente inesperado, aún le da más valor al título mundial. Me da una gran tranquilidad y confianza para seguir trabajando, como hasta ahora, con una recompensa que la necesitaba.

¿Qué recuerda de aquel niño llamado Albert Torres que se inició en el GE Es Port?

—(Suspira). Aquel niño no habría dado crédito a tener un recorrido tan largo, lo que me enorgullece. Pienso en mis inicios, en la ilusión de cualquier niño de hacer ciclismo y disfrutar, haciendo amistades. Poco a poco pasas etapas y con muchas alegrías, momentos de aprendizaje y los valores que te inculca el deporte. Seguir, aunque a veces los éxitos no lleguen o sufras lesiones, como en mi caso. Un 2025 así lo compensa todo.

Le veo realmente emocionado cuando echa la vista atrás.

—Imagina lo que es llegar a casa ahora, con lo poco que puedo venir, y empezar a mirar álbumes de fotos de cuando empecé con Es Port. Ahora que soy padre veo esa inocencia y felicidad de los chavales con el deporte.

¿Muy importante en su imponente carrera también el hecho de haber nacido y crecido en una casa donde se respira ciclismo y donde se le dieron unos valores, no?

—Parte de mis éxitos son gracias a mi familia. Cuando tuve la oportunidad, a los 14 años, de ir al Centre de Tecnificació de les Illes Balears, en Palma, por una parte se hacía realidad el sueño de ser ciclista, en un gran paso, dejando Menorca. Y tuve el apoyo de mis padres, en una decisión muy difícil. De no haberla tomado mi porvenir habría sido otro muy probablemente. Un entorno que te apoye en tus ilusiones facilita tu camino.

Por cierto, ¿cómo le suena eso de Pavelló Municipal Albert Torres?

—(Risas). Sorprendido. Me dijo el Ayuntamiento que es por toda mi trayectoria deportiva; muchos años entrenando y compitiendo y me enorgullecen los valores de un deportista. Sobreponerte a situaciones adversas, con esfuerzo, trabajo y determinación. Es necesario para la vida y me enorgullece que Ciutadella me valore de esta manera, dando nombre a un pabellón. No lo asimilo, aún me sorprende. Y no soy consciente a veces de todo este camino que he estado construyendo. Estos últimos años han sido de muchas emociones.

Usted ya habla de Los Ángeles 2028. ¿Tenemos Albert Torres para rato no todavía?

—Ganar el oro ahora, pese a las circunstancias en materia de las lesiones, preparado física y mentalmente para el Mundial y ser campeón en un evento superdifícil, ha sido clave. Me sorprendió porque otras veces iba mejor preparado y mira, es el deporte. El oro me empuja a seguir; el ciclo olímpico empezará en octubre de 2026 en el Mundial y no está tan lejos. Anímicamente, me veo más fuerte que nunca y si lo viera improbable quizás sería momento de pensar en la retirada, pero si no he pensado en ella es porque en piernas y mentalmente estoy preparado para estar unos años más en el ciclismo.