El éxito de series como Juego de Tronos o Vikingos ha convertido el drama épico en un pilar esencial de la programación de prestigio en la pequeña pantalla, con incontables superproducciones que nos llevan a viajar a mundos de ficción o de ambientación histórica, cargados de altos niveles de violencia gráfica, tramas palaciegas de poder, batallas multitudinarias y, sí, alguna que otra escena subida de tono. Ambos shows fueron un completo éxito que se alargó durante varias temporadas y generó algún que otro spin-off, caso distinto al de un proyecto fallido de HBO estrenado un poco antes que, a pesar de compartir gran parte de esta misma fórmula brutal y ser elogiado, fue cancelado.
Por supuesto, por si no lo habías adivinado ya por la imagen y el tráiler que acompaña a la noticia, os estoy hablando de Roma. Esta serie, lanzada originalmente por el canal de pago estadounidense en 2005 y producida en colaboración con la BBC británica y la RAI italiana, presentaba una épica historia ambientada durante la decadencia de la República Romana y el nacimiento del Imperio. Seguía la vida de dos soldados, Lucio Voreno y Tito Pullo, cuyos destinos se entrelazaban con figuras históricas como Julio César, Marco Antonio y Octavio, de quienes se servía para darnos hasta 22 episodios llenos de luchas de poder y guerra, tal y como hemos dicho, pero también de costumbrismo. Esto hizo de esta una producción que resonó en los medios de la época por su asombroso realismo y su audacia para mezclar los acontecimientos históricos con lo mundano, mostrando la suciedad y la brutalidad de la vida de la plebe durante aquellos tiempos convulsos. «Roma es simplemente un triunfo en todos los ámbitos, desde su escritura estelar, dirección sólida y un increíble conjunto hasta sus exquisitos valores de producción», valoraban desde IGN en su crítica de entonces.
Hacer todo esto y que se viera bien, ya os lo podéis imaginar, no fue barato. Se estima que solo la primera temporada costó 100 millones de dólares aproximadamente, una cifra que hoy nos puede resultar barata viendo el presupuesto de Netflix para The Witcher o el de Disney+ para Star Wars: Andor, pero que en 2005 no era lo habitual. Fue la serie más cara de la historia en su momento, en la que se crearon sets masivos y minuciosamente detallados en Italia que recreaban el Foro y el Aventino. Además se fabricó toda clase de atrezo y vestuario con un nivel de calidad que permite que hoy, dos décadas después, se vea de 10. No ha envejecido lo más mínimo como podrás comprobar en HBO Max.

Aunque HBO ya era sinónimo de televisión de prestigio, y por tanto de producciones muy costosas, a comienzos de siglo gracias al éxito de ficciones como Los Soprano o The Wire, con Roma el icónico canal de la televisión por cable norteamericano buscó elevar el nivel, pasando de gastar tres o cuatro millones de dólares por capítulo, a más del doble. Para ello tuvo grandes socios, como la BBC antes mencionada, pero también necesitaba un retorno de la inversión que no llegó muy a mi pesar. Roma pudo gustar, pero no consiguió las cifras de audiencia que años más tarde sí logró traer su sustituta, Juego de Tronos.
Cancelada antes de tiempo, pero con un digno final
Aun así, es justo decir que HBO no perdió la fe con Roma a las primeras de cambio y permitió que avanzara la producción de su segunda temporada. El problema llegó cuando la serie se estrenó en DVD y las ventas en este formato tampoco resultaron espectaculares. La compañía ahora propiedad de Warner Bros. Discovery (pronto quizás de Netflix o Paramount Global) y la BBC concluyeron entonces que a nivel comercial no había justificación alguna para seguir adelante dado el riesgo financiero continuo de una producción a una escala como esta, y sus guionistas se vieron obligados a condensar apresuradamente el material de tres o cuatro temporadas planificadas en solo diez episodios, forzando un final abrupto que abarcó años de historia en muy poco tiempo.
Roma tiene hoy un 8,7/10 en IMDb pese a haber tenido que meter la directa para no dejar inconclusas sus tramas en la segunda temporada, por lo que cuesta imaginar por qué una serie como la que nos ocupa no logró tener la audiencia masiva que Juego de Tronos, Vikingos o la propia Spartacus, por mencionar una serie protagonizada por romanos, tuvo, por lo que mi única conclusión sobre el tema es que Roma fue una serie adelantada a su tiempo. Posiblemente, solo 10 años después, sí habría encontrado su sitio en antena, y sí habría encontrado productores dispuestos a gastar más de 100 millones por temporada.
Sin embargo, también hay que apuntar que sin la muy costosa lección aprendida por HBO con Roma, posiblemente nunca habríamos visto, o no al menos de esta forma, Juego de Tronos. Roma demostró que era posible llevar a la televisión una producción con la escala y el nivel de detalle visual hasta entonces exclusivo de películas como Gladiator, pero también demostró que necesitabas tener una disciplina presupuestaria mucho más rígida, una conclusión que tuvieron muy en cuenta cuando empezaron a trabajar en la adaptación de Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin unos meses después, dándole un presupuesto, de partida, mucho más pequeño: 60 millones de dólares. Así lo recordaba Kevin McKidd, actor de Roma, en una vieja entrevista con Den of Geek del 2020:
«A ver, que ninguno de estos presupuestos era bajo, pero me parece que el de Juego de Tronos acabó siendo menor que el nuestro. Con el nuestro, era la primera vez que alguien intentaba hacer algo así, y sencillamente tuvimos que soltar el dinero. Y creo que ellos hallaron, por lo visto, maneras de hacerlo de forma más inteligente o con menos dinero… porque nuestra serie, desde el principio, fue simplemente inmensa, opulenta, a lo grande y sin complejos».
Y no le falta razón. Aunque hay muchos motivos por los que hacer Juego de Tronos era considerablemnte más barato, uno de ellos fue la apuesta de sus responsables por grabar en localizaciones reales de Irlanda del Norte, Malta o Croacia, y con el tiempo también nuestro país, España, que permitán evitar la construcción de enormes y detallados decorados fijos en estudios de cine.
