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Cien años atrás, los arquitectos Santiago Esteban de la Mora e Ignacio de Cárdenas Pastor idearon uno de los edificios más icónicos —y, por entonces, vanguardistas— de la València del siglo XX. Nacía así la sede de la Compañía Telefónica de España, en plena plaza del Ayuntamiento, símbolo del progreso técnico y económico de una ciudad que empezaba a mirar al futuro. A diferencia de sus vecinos —el Edificio de correos y telégrafos (1915-1922) o el propio Ayuntamiento (1906), por ejemplo—, aquella obra racionalista con elementos casticistas rompía con la estética dominante del entorno, marcada por el eclecticismo afrancesado y la ornamentación del modernismo valenciano. 

 

 

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Las 10 mejores ciudades del mundo

 

AG Centenari II 01

Foto: Grand Hotel Centenari

 

Esta nueva construcción trajo consigo “la estética de los rascacielos de la llamada Escuela de Chicago«, un movimiento desconocido hasta entonces en nuestra ciudad”, según recoge la Guía de Arquitectura de València del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV). De líneas puras y espíritu sobrio, evitaba la grandilocuencia convirtiéndose en un emblema de la nueva modernidad. Un siglo después, aquella obra revive bajo un nuevo nombre e identidad: el Grand Hotel Centenari Valencia.

 

 

Grand Hotel Centenari Valencia
Grand Hotel Centenari Valencia

 

 

AC Centenari I 23 (1)

Foto: Grand Hotel Centenari

En el centro neurálgico de la ciudad, con sus cinco estrellas, este Autograph Collection de ACHM Hotels by Marriott ha sido una de las aperturas más celebradas del año en València. Su rehabilitación integral, firmada por el estudio ERRE arquitectura —responsable también de otros iconos valencianos como el Centro de Arte Hortensia Herrero—, ha devuelto la vida a un edificio que forma parte del imaginario urbano de la capital del Turia. Más que una restauración, se trata de un homenaje al tiempo: un diálogo entre el pasado y el presente que se inicia en 1925 hasta nuestros días. De hecho, su propio nombre conmemora el centenario del proyecto original.

 

Para los socios y los arquitectos José Martí, Amparo Roig y M. Ángeles Ros, su compromiso era “encontrar ese equilibrio entre lo que el edificio fue y lo que debía llegar a ser: respetar su historia, pero también adaptarlo a las exigencias de un hotel de cinco estrellas capaz de ofrecer una experiencia exclusiva a sus huéspedes”.

 

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UN RESTAURANTE QUE BAILA AL RITMO DE LOS FELICES AÑOS VEINTEAG Centenari II 05

Foto: Grand Hotel Centenari

El interiorismo toma los años veinte como hilo conductor. Las formas sinuosas, los brillos metálicos y la serena elegancia del Art Déco dialogan con la ciudad de la luz de Sorolla. Al cruzar el lobby, los altos techos y los detalles en madera noble invitan al visitante a un viaje en el tiempo. Bajo los pies, un pavimento de piedra natural en blanco y negro en forma hexagonal y, al alzar la vista, un techo espejado que juega al trampantojo. 

Tras el vestíbulo, Soul of 1927, el bistró del hotel con una propuesta all day dining (abierto todo el día) de alma francesa y acento local. Entre mesas circulares y sillones color jade, emergen dos columnas de nogal que evocan las palmeras mediterráneas —imposible no recordar de los pilares helicoidales del interior de la Lonja de la Seda—.

 

Alzira, Valencia

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AG Centenari II 14 (1)

Foto: Grand Hotel Centenari

A mediodía, el ambiente es luminoso y cosmopolita; por la noche, el espacio se transforma: el brillo tenue, el murmullo de las copas y la música en directo recrean el espíritu vibrante de los felices años veinte. Sobre el escenario, un piano preside la escena, y los fines de semana al sonido de las teclas se suma la voz del jazz, recreando la chispeante vida nocturna de la vieja Nueva York. 

 

 

 

 

AG Centenari II

Foto: Grand Hotel Centenari

Su carta rinde celebra la terreta con guiños locales reinterpretados como la coca d’esgarraet con bacalao y pimientos, el arroz del senyoret con all i oli de azafrán o la gamba roja de Denia a la brasa con costra de sal. ¿Y para beber? Entre la coctelería de autor resuenan ecos al pasado telefónico del edificio con nombres como Línea directa, con vodka, chartreuse verde, lima, fruta de la pasión y hierbabuena; o Interferencias, un delicada creación de pisco, infusión de lavanda, sirope de sauco, limón y clara de huevo. 

Originalmente concebido como un edificio de planta baja, cinco alturas y una torreta central, la antigua sede de Telefónica sufrió en 1961 una remodelación que eliminó la torre para ganar dos alturas adicionales, otorgándole una apariencia (todavía más) norteamericana. Actualmente, su séptima planta culmina con The Rooftop. Soul of 1927, un excepcional mirador al skyline valenciano —y, próximamente, el lugar más buscado durante las Fallas para presenciar la famosa mascletà—. 

EL REFUGIO DEL VIAJERO MODERNO (CON ALMA ART DECÓ)AC Centenari I 01 (1)

Foto: Grand Hotel Centenari

El estilo artístico y decorativo que marcó los años veinte y treinta se prolonga con sutileza en las más de cincuenta habitaciones del Grand Hotel Centenari Valencia. Cada estancia combina materiales nobles, como la madera de nogal y el mosaico de piedra natural, firmado por Porcelanosa, con un mobiliario diseñado a medida, que recrea las formas orgánicas de la época. Los techos altos y los tonos neutros dialogan con la suavidad del terciopelo, mientras que los motivos geométricos en forma de hojas de palmera o conchas se repiten en cortinas, cabeceros, alfombras y las representativas celosías doradas que separan el dormitorio del baño.

En las habitaciones, la interpelación entre interior y exterior es inevitable. Por eso, no es de extrañar, que se encuentren cuadros evocan algunos de los iconos más representativos de la ciudad. Imágenes del Mercado Central, La Finca Roja —construida por el arquitecto Enrique Viedma en 1933— o el Mosaico Nolla, símbolo del modernismo valenciano que decoró suelos en todo el mundo, ponen en valor el patrimonio local. 

 

 

Grand Hotel Centenari Valencia
Grand Hotel Centenari Valencia

 

AC Centenari I 09 (1)

Foto: Grand Hotel Centenari

Como comenta María Ángeles Ros, socia del despacho ERRE Arquitectura, “tanto la localización como las vistas de este hotel fueron el punto de partida para idear este proyecto”. Pero no solo han marcado el rumbo de la reforma, sino que han convertido cada habitación en un mirador en sí mismo. ¿El mayor regalo? Está reservado para las veintitrés estancias que se asoman a la plaza, que permiten contemplar València como un paisaje vivo, cien años después de su inauguración. Solo que los antiguos escritorios han dado paso a cómodas camas king size.