El debate sobre la dureza del ciclismo moderno volvió a encenderse tras las sinceras declaraciones de Omar Fraile a MARCA durante el emotivo Memorial Clavero del pasado finde. El talentoso ciclista vizcaíno, ya retirado tras 14 temporadas, definió de forma sincera el ciclismo actual como “muy inhumano” y auguró carreras más cortas por el desgaste mental y físico que exige el WorldTour. Sus palabras han tenido eco dentro y fuera del pelotón.

Una de las voces que ha querido responder —no para contradecirle, sino para aportar una mirada complementaria— ha sido la de Cédric Vasseur, exciclista francés y figura histórica del ciclismo europeo. Con un tono firme pero sereno, publicó un mensaje que rápidamente se viralizó:

Estoy cansado de tantos comentarios negativos sobre el ciclismo… Nadie obliga a nadie a ser ciclista. Es un deporte maravilloso y, si tuviera que elegir de nuevo mi primer trabajo, escogería exactamente este. Solo tienes que amarlo”. Un recordatorio de que, pese a su crudeza, el ciclismo sigue naciendo de la pasión.

Fraile, entre la sinceridad y el amor por el oficio

El contraste entre ambas visiones es interesante porque, en realidad, no se contradicen. Fraile no renegó del deporte, ni mucho menos. Su reflexión es la de alguien que ha visto tres generaciones de ciclismo distintas y ha vivido en primera persona la aceleración del rendimiento, los entrenamientos milimétricos y la presión constante por el resultado.

“Genera un desgaste enorme. Va a ser difícil ver ciclistas con 15 años de carrera”, admitía. Detrás de ese análisis duro no hay desamor: Fraile habló con la sonrisa de quien ha disfrutado cada kilómetro, aunque también reconoció que este 2025 le dejó la espina de no disputar la última LaVuelta de su vida.

Vasseur pide perspectiva: pasión antes que ruido

El mensaje del francés llega para equilibrar el debate. No niega la exigencia, pero reivindica el factor que mantiene viva esta profesión: la pasión. Ese componente emocional que diferencia al ciclismo de tantos otros trabajos y que, según él, no debería perderse en medio del ruido y las quejas.

Su reflexión enlaza con las palabras del belga Julian Vermote, quien hace poco decía que el ciclismo moderno vive obsesionado con los números y los resultados: “Es parte del juego, sí, pero también hay que disfrutarlo”.

Un mismo deporte, dos miradas complementarias

Fraile habla del desgaste de hoy. Vasseur reivindica el amor de siempre. Son dos caras de una misma moneda que explican bien el momento que vive este deporte: más rápido, más exigente, más profesionalizado… pero todavía sostenido por la misma chispa que mueve a quienes se suben a una bici desde niños. La conclusión quizá sea esa: El ciclismo puede ser duro, incluso inhumano a veces, pero sigue siendo un deporte maravilloso.