La serie ‘ENA’ se estrenó este lunes en La 1 de Televisión España con una buenísima acogida por parte de la audiencia. Vaya por delante que la excelente labor de Javier Olivares en series como ‘El Ministerio del Tiempo’, Víctor Ros y, sobre todo, la magnífica ‘Isabel’, está fuera de toda duda. Lo mejor de estos dos capítulos, y suponemos que también del resto de la serie, es el vestuario, las joyas, las condecoraciones y la escenografía, a cargo de Roger Bastida, cuyo buen hacer ya se ha demostrado en otras producciones como ‘La Templanza’ y que no escribe el guion, sino que ayuda a la unidad estilística.
Se han publicado ya numerosos comentarios sobre estos primeros episodios, y hay opiniones de todo tipo. El público está mentalmente condicionado por la excelsa ‘The Crown’, una serie sin parangón en Europa continental o Estados Unidos. Es lógico que, al compararlas, cualquier producción quede en inferioridad. Basta observar producciones de época italianas o francesas, que no alcanzan ese nivel, aunque algunas sean notables como el nuevo ‘Gatopardo’. Y qué decir de las recientes e infames series o películas sobre Sissi, que parecen pura ciencia ficción.
En Vanitatis analizamos los dos primeros capítulos de ‘ENA’, y hacemos un ‘fact check’ para saber si la serie es fiel a la realidad.
Joyas y el vestuario de los protagonistas: casi perfectos
La tiara de las flores de lis o el collar de chatones han sido reproducidos con gran fidelidad. Las órdenes de caballería lucidas por los caballeros están también muy logradas, al igual que los lazos de las órdenes de María Luisa y de Victoria y Alberto, que aparecen por primera vez en una producción española desde las películas de Alfonso XII de 1958 y 1960. Lo mismo ocurre con el vestido de novia de Victoria Eugenia, reproducido con exactitud a partir de los dibujos conservados de la época. Los demás vestidos de la reina son recreaciones muy cercanas a los originales.
Imagen de la serie ‘ENA. La reina Victoria Eugenia. (RTVE)
Escenarios: recreados con realismo
En cuanto a los escenarios, aunque puedan parecer poco espectaculares, hay que tener en cuenta la dificultad de rodar en España en espacios que imiten las dimensiones del Palacio Real de Madrid, uno de los más grandes del mundo, o del de Buckingham. La serie se rodó en parte en lugares auténticos como el propio Palacio Real, La Granja o La Magdalena, siempre con tiempo limitado. Y lo más importante: el presupuesto, aunque generoso, no puede compararse con el de ‘The Crown´. A pesar de esas limitaciones, los despachos del rey y de la reina madre, así como las habitaciones de la reina y de los infantes, están recreados con gran realismo.
Doblaje sinsentido
El guion procede de una novela, y una novela no es una biografía histórica. Hay situaciones y diálogos inventados para dar ritmo a la obra, que tiene su propio tempo, guste más o menos. Hay personajes más o menos planos. No ayuda, sin embargo, el absurdo doblaje impuesto por RTVE.
Ena no fue una Sissi
Los dos capítulos se presentan con un planteamiento similar al de las míticas películas de Sissi con Romy Schneider: una joven princesa criada en el campo, poco habituada a la vida cortesana, nieta de la reina Victoria, que llega a Madrid y se encuentra con una suegra antipática, la reina madre María Cristina, casi una señorita Rottenmeier. Todo esto está bastante alejado de la realidad.
Victoria Eugenia era nieta de la reina Victoria por ser hija de su hija menor, Beatriz, y del príncipe Enrique de Battenberg. La serie acierta al mencionar que Enrique provenía de un matrimonio morganático. La familia vivió permanentemente con la reina Victoria, acompañándola en sus desplazamientos, por lo que Ena conoció desde niña a todos sus primos de la realeza europea. Sabemos bien del espíritu burgués y familiar de Victoria y de las continuas reuniones que organizaba. Ena no fue presentada en la Corte británica hasta la edad adecuada, coincidiendo con la visita del rey de España a Londres.
Respecto a si María Cristina conocía a Victoria Eugenia cuando la vio retratada en ‘ABC’, desde luego que sí: en 1889 la reina Victoria, acompañada de Beatriz y Enrique de Battenberg, almorzó con María Cristina y visitó San Sebastián.
El rey Eduardo sí quería esa boda
El rey Eduardo VII, tío de Victoria Eugenia, apoyaba plenamente el matrimonio, al contrario de lo que muestra la serie. Favoreció la unión y elevó a Victoria Eugenia a Alteza Real, pues había nacido Alteza Serenísima. Se obvia todo el trasfondo político de la época, ya que se conoce el deseo del rey Eduardo de apartar a Alfonso de las garras del kaiser Guillermo, a quien había visitado previamente. También María Cristina lo apoyó, buscando una alianza con la primera potencia mundial y evitando repetir enlaces con los Habsburgo o con otros Borbones. En ello contó con el respaldo de la emperatriz Eugenia, con quien mantenía buena relación, pese a lo que se sugiere en la serie.
Rigor con el tema de la hemofilia
El tema de la hemofilia era conocido, aunque no con ese nombre, y la serie refleja bien cómo se trató: Alfonso, confiado en su “baraka”, no creía que esa enfermedad afectaría a sus hijos.
Sin invitados de segunda
No es cierto que a la boda acudieran segundones de las otras casas reales. No era habitual la representación extranjera en bodas reales en ese tiempo, limitándose a la familia extendida. La de Alfonso y Victoria Eugenia fue una de las primeras en tener tanta representación de alto nivel: los príncipes de Gales (futuros reyes Jorge V y María) el archiduque heredero Francisco Fernando (asesinado en Sarajevo en 1914), el futuro rey Alberto I de los Belgas, el gran duque Vladimiro de Rusia, los duques de Génova, los príncipe Alberto de Prusia, Eugenio de Suecia, Luis de Mónaco y Andrés de Grecia (padre del duque de Edimburgo), el príncipe heredero Luis Felipe de Portugal, y el maharajá de Kapurthala, entre otras decenas de príncipes de la casa de Borbón y parientes de Victoria Eugenia.
Realismo en la abjuración del anglicanismo
Dos de las mejores escenas de estos capítulos se encuentran en el primero: la delicada secuencia en la que la princesa se viste de novia, y la excelente recreación del atentado, rodada con gran maestría y transmitiendo el caos y la tensión del momento. También resulta convincente la escena de la abjuración del anglicanismo de la princesa, sin los dramas exagerados que algunos han descrito.
Error con la enfermedad de Jaime
El segundo hijo, Jaime, no nació sordomudo como indica la serie. Quedó sordo a los cuatro años tras una intervención quirúrgica por una doble mastoiditis.
Inexactitud en la localización
El romance de Alfonso de Orleans y Beatriz de Sajonia-Coburgo-Gotha (Ali y Bee) está bien tratado, aunque se sugiere que se casaron secretamente en Madrid, cuando en realidad lo hicieron en Coburgo.
La relación de suegra y nuera
La relación de la reina con la duquesa de la Victoria está bien reflejada y muestra el carácter de ambas. Esto desmiente la afirmación de que a Ena “no la quería nadie”. La quisieron mucho su marido al inicio del matrimonio, su suegra María Cristina con el tiempo, sus hijos, sus primos Bee y Ali y otros miembros de su familia británico-germánica. Además, contó con el afecto de un grupo de personas de la Corte, encabezado por las duquesas de la Victoria y de Lécera. En la serie queda reflejada la antipatía del que será su mayor enemigo en la Corte: el marqués de Viana.
Seguiremos viendo y analizando esta notable aportación a la ficción histórica española. Esperemos que cunda el ejemplo.
La serie ‘ENA’ se estrenó este lunes en La 1 de Televisión España con una buenísima acogida por parte de la audiencia. Vaya por delante que la excelente labor de Javier Olivares en series como ‘El Ministerio del Tiempo’, Víctor Ros y, sobre todo, la magnífica ‘Isabel’, está fuera de toda duda. Lo mejor de estos dos capítulos, y suponemos que también del resto de la serie, es el vestuario, las joyas, las condecoraciones y la escenografía, a cargo de Roger Bastida, cuyo buen hacer ya se ha demostrado en otras producciones como ‘La Templanza’ y que no escribe el guion, sino que ayuda a la unidad estilística.