“Lo acabamos de bañar y perfumar”. A continuación, los amigos más gamberros de Eugenia Martínez de Irujo le ponían un pequeño cerdito en los brazos y este se revolvía, incómodo, al verse tratado como un bebé. El cochinillo, vestido con ropa de recién nacido, había sido el original regalo que la hija de la duquesa de Alba había recibido por su 18 cumpleaños en una atípica puesta de largo, como siempre lo fue ella. 

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Por su puesta de largo, Eugenia recibió un cerdito bebé al que sus amigos habían perfumado y vestido con ropa

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El ansiado deseo de la duquesa

Eugenia, la pequeña de los hermanos Martínez de Irujo Fitz James-Stuart. La niña ansiada. Cuando nació aquel 26 de noviembre de 1968, su madre había perdido toda esperanza de acunar a una chica. Después de cinco varones, le parecía mentira poder abrazar su pequeño cuerpo rollizo. Con ella hizo realidad uno de sus grandes sueños de maternidad.

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Con Eugenia a la sexta fue la vencida. Cayetana ansiaba tener una hija y no lo consiguió hasta su sexto embarazo

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Creció mimada y protegida por sus hermanos mayores, que se volvieron casi unos padres para ella cuando faltó Luis Martínez de Irujo. Eugenia solo tenía 3 años en el momento en el que falleció su progenitor y; quizás por eso, todos se volcaron con la benjamina del hogar de los Alba. También su madre, aunque sin perder una marcada rectitud que sus hijos siempre han rememorado. 

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Tanto Eugenia como sus hermanos recuerdan la rectitud de su madre, pero, a pesar de ello, ella creció extremadamente querida y mimada

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Cuando mi madre se enfadaba, temblaban las columnas del palacio y temblábamos todos”, confesó Eugenia a la revista Vanity Fair. Donde recordó una de sus travesuras que, precisamente, hicieron tambalear los cimientos de Dueñas, el lugar en el que se llevó a cabo su puesta de largo. 

Invitaciones falsas para colar a sus amigos

Aquel 1987, la ‘duquesita’ entraba en la mayoría de edad, por lo que de ella se esperaba una fiesta por todo lo alto. Y no decepcionó. Su madre se lo tomó muy en serio y congregó nada menos que a 1000 invitados para el gran día de su hija. Entre ellos, personalidades pertenecientes a grandes empresas, pero también del toreo, la cultura y al flamenco. Todo aquel que era alguien en la España de los años 80 recibió su invitación para acudir a Dueñas, en Sevilla, a celebrar los 18 de Eugenia. Bueno, todos no. Faltaban los auténticos amigos de la homenajeada. Pero ella puso remedio…

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Eugenia fabricó 50 invitaciones para colar a sus amigos de Madrid, que no habían sido invitados por su madre

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“Mi puesta de largo parecía más la de mi madre que la mía”, ha contado en una entrevista al medio citado. “Yo vivía en Madrid y casi todas mis amistades, salvo cuatro o cinco, también. Pues resulta que no invitó a nadie de Madrid. Así que falsifiqué 50 invitaciones. Las buenas eran preciosas, y las mías imagínate: una cartulina blanca. Mi madre se enteró por el administrador de Dueñas y me cayó una que no te puedes imaginar. Pero lo conseguí”.

No hay nada de lo que no sea capaz el ingenio de una adolescente ansiosa por conseguir lo que desea. Era su gran cumpleaños y qué menos que poder decidir quién acudía a él. Finalmente, y gracias a esa obstinación suya tan perseverante, logró su objetivo. Y, de este modo, sus amigos madrileños la vieron acunar a su cerdito de regalo. 

Su futura suegra entre los invitados

Dice su hija que aquella fiesta parecía una más pensada para la duquesa que para ella misma. Y no le falta razón. Entre los invitados, algunas de las grandes amistades de Cayetana, con María Jiménez a la cabeza. El mundo del flamenco estuvo ampliamente representado, pero, también hubo personalidades relacionadas con otra de sus artes favoritas: el toreo. Y ahí, de una manera casi providencial, estaba Carmina. 

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Fue una fiesta a la que estuvieron invitados desde gente del mundo de la música, como María Jiménez, como del toreo, como Carmina Ordóñez

Gtres

Carmen Ordóñez estuvo presente en la puesta de largo de Eugenia. La Divina, acompañada por su entonces marido, Julián Contreras, no se perdió la gran fiesta de aquel otoño; sin imaginar siquiera que la cumpleañera acabaría casada con su hijo mayor, Fran Rivera. Futuras suegra y nuera que no se imaginaban que solo una década más tarde estarían de nuevo vestidas de largo, pero una como madrina y otra como novia.

Toño SanchísToño Sanchís y Lorena Romero, un matrimonio que hizo aguas cuando salió a la luz la traición a Belén EstebanDe negro rompiendo el protocolo 

¡Ah, el vestido! El vestido también fue motivo de disgusto entre madre e hija. Eugenia escogió para la ocasión un color poco asociado a las debutantes: el negro. Cuando su madre se enteró de su elección, puso el grito en el cielo. “Me cayó una bronca… los gritos se oían… No te puedo explicar”. La tonalidad por la que se decantó era de todo menos alegre, y, aunque estaba plagado de guiños flamencos, como era el gusto de su progenitora, el negro de manga larga estaba rompía con la tradición impuesta hasta entonces en las puestas de largo. Pero, de nuevo, la niña de se salió con la suya.

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Eugenia rompió el protocolo de las debutantes cambiando el blanco por el negro en su vestuario

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Se trataba de una pieza de corte flamenco de la tienda “Godelia, de Madrid y fabricado en seda negra con fruncido en el pecho”, tal y como publico la revista Lecturas entonces. Además, el vestido contaba con unas mangas abullonadas XL, muy del gusto de la época, y volantes en la parte baja. Lo acompañó con un chal de gasa blanco con lunares negros. 

Un caballo y fiesta hasta la madrugada

El cerdito no fue el único animal que Eugenia recibió como obsequio. Su madre le hizo entrega de Garbancero, un potrillo de 17 meses, para que esta lo pudiera montar. La afinidad de la duquesa de Montoro por los seres vivos de cuatro patas siempre ha sido una constante. Creció rodeada de las mascotas de su madre, hasta que pudo encargarse de cuidar de las suyas propias y, en esto, ha encontrado una de las grandes satisfacciones de su vida. Desde entonces, ha tenido no solo perros, también gatos, burros y sí, también más cerdos, aquel cochinillo bebé abrió la veda. 

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Otro de los regalos que recibió la homenajeada fue un potro de 17 meses, Garbancero

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La fiesta se alargó hasta la madrugada. El baile no empezó hasta pasadas las dos, cuando la homenajeada lo abrió del brazo de su padrastro Jesús Aguirre, con quien nunca se entendió y a quien, con los años, tachó de persona cruel. Pero, con 18 años, y sin su padre al lado, atendió al protocolo y accedió a que su primer vals fuera con el marido de su madre; para, inmediatamente a continuación, pasar al baile flamenco junto a su hermano Cayetano; quien ejerció de padrino en el día de su boda. Aunque esa es otra historia.