El trabajo de Anna y Eugeni Bach es la representación perfecta de la fusión entre la mentalidad escandinava de llevar el corazón de la arquitectura al interior, la concepción mediterránea del exterior como una extensión de la casa, y un espacio doméstico de vital importancia.

La pareja dirige un estudio de arquitectura con base en Barcelona, de raíces finlandesas y españolas, que opera en un amplio espectro: desde proyectos urbanos o de vivienda hasta diseño interior y de objetos. Su actividad se estructura en cuatro ramas: profesional, docente, investigadora y cultural, lo que les permite aunar la práctica arquitectónica con la enseñanza, la investigación y la divulgación cultural. Han sido reconocidos con premios como el FAD o el AHI Europeo, han expuesto en la Bienal de Venecia o la Trienal de Lisboa, y son profesores en universidades tan diversas como la ETSAB, La Salle o Washington University en St. Louis.

El estilo de vida condiciona las características de la arquitectura local

“La arquitectura del norte de Europa cuida a las personas de una manera especial”, opina Anna Bach en conversación con la arquitecta Núria Moliner, para el programa Animals Arquitectes. En Finlandia, país de origen de Bach, la arquitectura se construye desde dentro hacia afuera, poniendo en primer plano la experiencia de habitar y el mimo por los espacios domésticos interiores, y dejando en un segundo plano el enfoque formal: en palabras de la arquitecta, “hay una cultura que parte no tanto de la representación, como de la habitación”. De hecho, hay un término que define a la perfección la sensación a la que se refiere Bach: el hygge, que carece de traducción directa al castellano.

De la arquitectura propia de los países mediterráneos, Bach destaca la forma en la que el clima y el paisaje condiciona la forma de pensar los espacios. En España, la vida se vive en el exterior, por lo que la arquitecta reconoce que «los mejores lugares y los más importantes de nuestros proyectos son en el exterior de la casa: los patios, las cubiertas, los porches…». Un ejemplo perfecto de ello es la Casa en Gaüses, de 2008.

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Casa En Gaüses, un proyecto que habla del momento social que lo concibió

Se trata de un pequeño estudio–vivienda de bajo presupuesto (70.000 €) diseñado con muros de carga, soluciones constructivas tradicionales y acabados sencillos para adaptarse a un solar estrecho junto a una casa ya existente. Su forma responde tanto a la normativa (que exigía cubierta inclinada) como al paisaje, generando un perfil que dialoga con el espacio agreste que la rodea.

El proyecto prioriza la eficiencia climática mediante una doble cubierta ventilada y la recogida de agua de lluvia para el huerto, y potencia la relación interior-exterior con una gran esquina acristalada que se abre completamente hacia un porche ligero de caña y metal.

Su integración orgánica en el paisaje y la sencillez de los materiales refuerzan un carácter humilde, funcional y profundamente arraigado al lugar, en pleno contexto de crisis económica. “La casa definía el momento: hicimos una casa económica, muy sencilla, pero muy bien pensada”, apunta Bach, quien reconoce que el estallido de la burbuja inmobiliaria puso en primer plano la filosofía con la que concibieron el proyecto: disfrutar de los espacios exteriores y de las pequeñas cosas de la vida.

Aun así, la arquitecta subraya que el uso inteligente de los recursos ha sido siempre una cualidad inherente a la arquitectura vernácula, que se remonta a mucho antes de la recesión económica. “En Cataluña y en España siempre se ha hecho una arquitectura con muy pocos medios, sencilla, precisa e inteligente; simplemente, antes de la crisis, no se hablaba de estas arquitecturas”.

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La continuidad interior-exterior, un sello distintivo del estudio Bach

La Casa MMMMMS, proyectada en Camallera (Girona), es una vivienda de 300 m² que impone la normativa local sin caer en la estética de la masía tradicional, sino reinterpretando la tipología del almacén agrícola. Cuenta con un espacio central de gran altura donde se insertan volúmenes más pequeños (dormitorios, cocina, baños) que favorecen la intimidad, la iluminación transversal y las vistas al paisaje. La voluntad en este proyecto es la de desvanecer el límite entre espacios, consiguiendo que el exterior tenga el confort del interior, y viceversa.

El proyecto, además, apuesta por la eficiencia energética: ventilación cruzada, lucernarios al norte, aislamiento reforzado, caldera de biomasa conectada a paneles solares y sistema de captación de aguas pluviales para uso en riego y aguas grises. Todos los materiales, además, provienen de industrias locales.