El Barcelona de Hansi Flick aspiraba este curso a reconquistar Europa después de quedarse con los tres títulos de España la campaña pasada —Liga, Copa y Supercopa— y tras caer en la semifinal de la Champions frente al Inter. Lamine Yamal también quería subir un peldaño más en su precoz y mediática carrera. Ambos, una simbiosis imprescindible para el éxito azulgrana, siguen en la sala de espera. El Barça del alemán no carbura, mientras que Lamine alterna buenas con malas actuaciones: por momentos está despistado, en otros enchufado; siempre tan canchero en redes cuando se avecina el éxito como enfadado en el campo cuando todo se tuerce.

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Lamine Yamal no intentó disimular su rabia cuando Hansi Flick lo reemplazó en el minuto 80. Molesto en el banquillo después de ser tapado en el campo por Cucurella —“Lo tiene en el bolsillo”, bromeó el portero del Chelsea Robert Sánchez—y señalado por la afición del cuadro de Londres. “You’re just a shit Estevão”, le cantaron. Para ser suaves, le venían a decir que era un Estevão malo.

La comparación con Estevão no es baladí: los dos aspiran a dominar el fútbol en los próximos años. Son zurdos y tienen 18 años. Hoy sus caminos se cruzan, cuando el pasado estuvo cerca de mezclarlos como azulgranas. En 2021, cuando el brasileño tenía 14 años, los scoutings del club azulgrana en Brasil advirtieron que despuntaba un talento destinado a codearse con la élite del fútbol mundial. La propuesta era sencilla: traerlo periódicamente para entrenar y asegurar una relación que facilitara su llegada cuando cumpliera los 18. El Barça no movió ficha. Con la llegada de Deco, el nombre se reactivó cada temporada, pero la respuesta siempre fue idéntica: no había dinero para apostar por un chico de 16 años. El último ofrecimiento, 30 millones más variables, tampoco tentó a nadie.

La situación se tensó tras el caso Vitor Roque. Según André Cury, por entonces responsable del Barça en Brasil, el trato recibido por el delantero deterioró la confianza. El agente sudamericano, según explicó en la Cadena SER, fue claro con la familia del joven brasileño: “No iremos al Barcelona; mirad cómo tratan a mis jugadores”. El futbolista terminó fichando por el Chelsea por 45 millones más 20 en variables, operación que, según Cury, frustró un seguimiento de cinco años ignorado por el Barça.

Este miércoles por la mañana, la prensa inglesa ensalzó al brasileño, pero sin olvidarse de Lamine. “Estevão eclipsa a Lamine Yamal y demuestra por qué es el diamante raro del Chelsea”, publicó The Guardian. Y The Times fue un poco más allá: “¿Quién es Lamine? Estevão destroza al Barcelona en una noche impresionante para el Chelsea.”

El liderazgo de Lamine no apareció en Stamford Bridge. Sin un capitán claro en la plantilla —Lewandowski va a su bola y De Jong no se lo termina de creer, mientras que Araujo sigue tan perdido como ansioso—, el 10 carga (y pide cargar) demasiados galones para su corta edad. Flick lo sabe: por eso le deja pasar algunos deslices. Hay en el club quienes piensan que ya son muchos; otros, en cambio, lo justifican: “Tiene que aprender a gestionar su vida y su juego. No lo parece, pero es un chaval. Lo vamos a ayudar”, comentan en el área deportiva del Barcelona.

La gestión de Lamine, en cualquier caso, no es el único problema de Hansi Flick. Él se muestra optimista: “Veremos un Barça mejor en el futuro. El equipo es diferente al de hace seis semanas”. Según el técnico, la plantilla comienza a recuperar a los lesionados —solo quedan en la enfermería Gavi, Pedri y Ter Stegen— y la calidad de los entrenamientos mejorará el rendimiento del equipo. La presión, sin embargo, ha bajado la intensidad de la misma manera que la defensa se pierde a la hora de tirar la línea. El equipo no es regular, por ahora derrotado en las grandes citas: cayó en el Santiago Bernabéu en LaLiga, no pudo decir ni pío ante el PSG y el Chelsea en la Liga de Campeones.

En el calendario europeo del Barça aparecen el Eintracht Frankfurt (9 de diciembre), Slavia Praga (21 de enero) y el Copenhague (28 de enero). Para suerte de la defensa del Barcelona —con Flick al mando solo ha dejado la portería a cero en un solo partido en Europa, contra el Benfica el curso pasado—, solo tendrá que viajar a la República Checa. Si gana los tres duelos, alcanzará los 16 puntos en la fase de grupos de la Champions, en principio suficientes para terminar entre los ocho primeros.

Pero el Barcelona parece lejos de reinar en Europa. Y Lamine ya no se pone la corona para celebrar los goles. Lo curioso es que no lo hace porque no piensa que reina, sino porque era un festejo dedicado a su expareja Nicki Nicole. La hinchada del Chelsea, por las dudas, le dejó claro quién joven manda en Stamford Bridge.