Málaga

Rubén Coronas (47 años) y Cristina Romero (45) regentan el restaurante Casa Rubén y son dos de los 13 habitantes de Hospital de Tella, una diminuta aldea del Pirineo de Huesca en el que, desde este martes, ya hay un pequeño restaurante con una enorme estrella Michelin: Casa Rubén.

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El establecimiento lleva dos siglos funcionando como mesón (y se salvó de milagro durante la Guerra Civil, cuando unos militares estuvieron a punto de prenderle fuego), pero no fue restaurante hasta hace 40 años, cuando el tío de Rubén Coronas apostó por el formato de restaurante de carretera, con carne a la brasa y ensaladas. Un concepto que, en realidad, mantuvieron con éxito hasta la pandemia.

«A los 4 días de estar cerrados le propuse a Cristina hacer lo que llevaba todo mi vida queriendo hacer, así que hace cinco años dimos un cambio de rumbo y empezamos a trabajar con solo tres mesas y siempre con reserva previa. Antes dábamos de comer a trabajadores de la construcción y a turistas, pero eso frenaba el proyecto con el que soñábamos».

«Ya no se puede ir»

Claro, al cambiar de modelo después de 40 años, tuvieron que escuhar comentarios de todo tipo: que si habían cambiado de dueños, que ya no se puede ir, que cuando vuelva a cambiar ya volveremos… Pero su decisión, al final, ha tenido premio. «Ahora estamos muy contentos y con ganas de volver a trabajar», explica el chef.

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Formado en Guayente, la escuela de hostelería de Benasque, Rubén Coronas no ha trabajado jamás en un sitio distinto al negocio familiar. Eso sí, siempre ha tenido un ojo puesto en las nuevas técnicas y el producto de primera calidad.

Su filosofía coincide con la de otros restaurantes de la zona, como Callizo, Ansils o Casa Arcas: una base de producto local y una cocina innovadora: royal de esturión del Cinca con demiglace de cebolla, rillette de carrillera ibérica con velo depiel de bacalao confitado y ensalada de apio y manzana…

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El chef presume del producto de la zona: ternasco, ternera, latón de la Fueva, patatas y cebollas del huerto de su padre, tomates del huerto de otro vecino… «Pero no me cierro a los productos de fuera, como el bacalao, que era el único pescado que llegaba antiguamente, o las anguilas, que mi padre pescaba en el río Cinca», asegura.

Uno de los platos de Casa Rubén.

Uno de los platos de Casa Rubén.

AmpliarUno de los platos de Casa Rubén.

Uno de los platos de Casa Rubén.

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Con un ratio de estrellas por habitante imposible de superar, al preguntarle por el sorprendente éxito de Huesca en la Guía Michelin (el año pasado conquistó tres estrellas y este año ha ganado otra), no le da muchas vueltas: «Somos gente trabajadora y le ponemos pasión a nuestro oficio».

Ante los inconvenientes de la despoblación, además, reivindican su dedicación y su espíritu joven. «No me veo haciendo otra cosa en ningún otro sitio. Lo llevo en las venas».

Vecinos que se resisten

Lo curioso es que, a pesar de que en Hospital de Tena solo viven 13 personas —y todas cabrían, a la vez, en el restaurante—, aún hay algunos vecinos que no han ido a comer a Casa Rubén… ¡Incluido su padre!

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La razón es que son personas mayores con gustos más tradicionales que no disfrutan de un menú degustación con 16-17 pases (85 euros)… ¡ni aunque les inviten! «Son muy majos y nos apoyan», explica el chef. «Mi padre aún no ha venido a comer, pero a veces baja durante el servicio, le doy a probar algunas cosas y me dice que están muy buenas».

Más allá de los platos, de todas formas, Cristina Romero le da mucha importancia al vino y consigue que, tratándoles como a ella le gusta que le traten, los clientes se sientan como en casa. «Cada vez hay más gente joven que apuesta por volver o por quedarse poniendo en marcha nuevos proyectos», explica ella. «Lo que nos falta es un poco más de infraestructura y que el internet vaya un poco más rápido».