Expertos del sistema de salud alertaron que el virus del Chikungunya representa un grave riesgo para la vida de los recién nacidos y las embarazadas, ante el aumento de contagios en Cuba.

La información fue publicada este miércoles por el periódico oficialista Granma, tras un encuentro del gobernante Miguel Díaz-Canel con científicos y autoridades sanitarias para evaluar el avance de la enfermedad.

Durante la reunión se presentaron estudios clínicos y evidencias recientes que confirman la transmisión vertical del virus, es decir, de madre a hijo durante el parto, lo que puede provocar cuadros graves en los neonatos.

La doctora Tania Roing Álvarez, jefa del Grupo Nacional de Neonatología, explicó que la enfermedad puede causar fiebre, pero también complicaciones neurológicas, respiratorias, cardiovasculares y gastrointestinales que ponen en peligro la vida de los recién nacidos.

La alarma llega cuando el régimen admite atravesar por el pico de la epidemia de chikungunya, luego de meses de inacción que conllevó a una situación que se ha extendido a todo el país e inició por Matanzas.

Por su parte, la pediatra infectóloga Ileana Álvarez Lam señaló que el Ministerio de Salud ha diseñado un protocolo dividido en tres etapas para la atención infantil: identificación de síntomas, detección temprana de signos de alarma y un algoritmo clínico para el manejo pediátrico.

Las autoridades llamaron a las familias a vigilar síntomas como irritabilidad, somnolencia, falta de apetito o distensión abdominal, que pueden indicar complicaciones graves.

La directora nacional de Atención Primaria, doctora Yagen Pomares, aseguró que se refuerzan las acciones preventivas en hogares maternos y comunidades con gestantes y lactantes, además del seguimiento diario a los neonatos.

El epidemiólogo Raúl Guinovart, de la Universidad de La Habana, advirtió que los modelos matemáticos confirman un pico de casos y un crecimiento sostenido de las arbovirosis, lo que obliga a reforzar las medidas de control vectorial, a pesar de las denuncias ciudadanas del ineficiente actuar del régimen.

El propio Díaz-Canel insistió en “priorizar la prevención y el control con inteligencia y efectividad”, aunque el repunte del virus expone una vez más la fragilidad del sistema sanitario cubano ante brotes epidémicos recurrentes.

El brote de chikungunya en Cuba ha alcanzado una magnitud preocupante, con impacto creciente entre niños, embarazadas y ancianos.

Según autoridades del Ministerio de Salud Pública, se ha confirmado que el virus afecta con mayor severidad a la población infantil y adulta mayor, lo que llevó a declarar que el país atraviesa una de las peores etapas de transmisión viral en años.

Así lo expresó el doctor Francisco Durán durante una comparecencia reciente sobre el repunte epidemiológico.

La situación ha provocado un incremento significativo de casos graves entre menores. En hospitales pediátricos se reportan actualmente al menos 63 niños en estado crítico por complicaciones asociadas al virus, según datos oficiales divulgados por el Ministerio.

El cuadro clínico en estos pacientes incluye fiebre persistente, afectaciones neurológicas y deshidratación severa, lo que ha obligado a reforzar la capacidad de atención en unidades de terapia intensiva pediátrica.

Las cifras generales también son alarmantes: más de 100 personas permanecen en terapia intensiva por causa del chikungunya y del dengue, lo que refleja el colapso de un sistema hospitalario que no cuenta con recursos suficientes ni personal capacitado en todas las provincias.

El pico de la epidemia coincide con serias limitaciones en el control vectorial y con la escasez de medicamentos e insumos esenciales.

Mientras tanto, han comenzado a circular denuncias desde medios independientes sobre fallecimientos infantiles vinculados al virus. Un periodista alertó sobre la muerte de al menos cuatro niños por chikungunya en una sola semana en La Habana, afirmando que las autoridades ocultan la magnitud real del problema.

Estas muertes estarían asociadas a complicaciones derivadas de la transmisión vertical del virus y a una atención tardía.