Paula Gallardo Olmedo, Marta Alba Jiménez y José Manuel Pérez Chachoui. Las primeras palabras deben ser para ellos. Se lo han ganado. Acumulan cinco años … de días largos y noches cortas. Los expedientes académicos que han cosechado quedan para los anales. Han demostrado talento y tesón para sacar adelante una carrera, la de arquitectura, que figura entre las más difíciles. No han dejado indiferente a profesores ni familiares.
Estos jóvenes, concretamente, son los tres mejores estudiantes que finalizaron el curso pasado sus estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Málaga. Este jueves, se vieron reconocidos y galardonados en la sexta edición de los premios Destacad@s de BBVA y SUR. Unos premios que buscan reconocer el esfuerzo, el talento y la proyección de los mejores estudiantes. En esta edición se premiaron a los tres mejores expedientes del Grado Fundamentos de Arquitectura. El encuentro se celebró en el aula magna de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, en el campus de El Ejido. Contó con la presencia de directivos de BBVA y SUR, además de profesores de la UMA, amigos y familiares de los premiados.
Los humanos son arquitectos desde el principio. Como si lo dictara un código genético, incluso niños de dos años construyen puentes con bloques, cuevas con mantas y casas con cajas de cartón. Pero con el inicio de la escuela, este auge de la construcción infantil llega a su fin repentinamente. No así en Paula, Marta y José Manuel.
Los tres optaron por completar la formación universitaria con blasones y ahora quieren ser determinantes en el futuro desarrollo de ciudades y edificios. Lo comentaba el director de zona del BBVA para Málaga, Córdoba y Melilla, José María Hernández: «Considero que la meritocracia y la juventud son los verdaderos pilares importantes en una sociedad. El mérito, el talento y el esfuerzo deberían ser aliados para toda la vida». Los cinco años de carrera de estos jóvenes, eso quedó claro, estuvieron jalonadas de esfuerzo y dedicación.
El subdirector de SUR, Javier Recio, después de dar la merecida enhorabuena a los premiados, lanzó un deseo que conecta con la idea de formar a jóvenes para que esa formación luego beneficie a la sociedad. «Ojalá, pronto veremos la firma de estos arquitectos en las calles de Málaga porque seguro que vais a hacer una Málaga mejor», dijo. Un deseo cargado de sentido y fundamento. Basta detenerse un segundo y pensar la carga que acompaña a esta profesión. La construcción de un nuevo edificio está precedida por una serie de decisiones: ¿Cómo debe integrarse en su entorno? ¿Qué material es el adecuado? ¿Y quién lo utilizará?
Los arquitectos de todo el mundo que se enfrentan a estas preguntas se ven influenciados por diversos factores: las condiciones climáticas locales, el paisaje urbano existente y la disponibilidad de materiales y mano de obra cualificada. Incluso, la globalización también impacta las posibilidades de diseño. Los arquitectos actuales tienen acceso a ideas, diseños y conocimientos de todo el mundo. Esto conlleva progreso, pero también el riesgo de uniformidad y estandarización de formas, elementos y colores. Paula, Marta y José Manuel se tendrán que mover en estas coordenadas.
Dejaron claro que están preparado para ello. No solo lo dicen sus expedientes. También las intervenciones de los tres, al recoger el premio, dejaron testimonio de unas capacidades y saber estar que desmienten a aquellos que se agarran al discurso nostálgico de que todas las generaciones que vienen son peores que las anteriores.
Discursos
Paula intervino de forma telemática para agradecer el premio, al encontrarse en estos momentos en Pamplona, cursando un máster: «Siento mucho no poder estar presente. Quería dar las gracias a Diario SUR y a BBVA. La carrera ha sido muy difícil y muy intensa. Muchas horas de trabajo y muchas noches sin dormir. Lejos de desanimarme, ha hecho que siempre me haya querido formar más y dar más. Todo este camino no hubiera sido posible sin el apoyo de mis familiares, amigos y profesores. La carrera me ha hecho descubrir cual es mi pasión».
Una pasión compartida con Marta. Es curioso. Entre sus planes iniciales no estaba estudiar arquitectura. Una charla en la jornada de puertas abiertas de la UMA fue la llama que encendió la mecha. «Una de las mejores decisiones de mi vida», confesaba luego. Frente a familiares y amigos, subió al atril para dejar claro que, además de tener talento para ser una arquitecta con una gran firma, tiene vocación de docencia. «Me gustaría dar las gracias al profesorado y a la escuela, han conseguido pulirnos. También a mis amigos, a los de siempre y a los que me han dado esta carrera. La Marta del futuro, quizá, pase por la enseñanza. Me gustaría enseñar de la manera que me han enseñado a mí», aseguraba. Por ello, su futuro inmediato pase seguramente por realizar el doctorado.
El último en subir a recoger su premio fue José Manuel. Lo hizo en compañía de su madre, a la que luego destacó como «referente». También tuvo palabras destacadas para la educación pública. Sin ella, dijo, no estaría donde está ahora, recogiendo un premio que le reconoce como uno de los mejores estudiantes de arquitectura.
«Me gustaría mencionar la importancia de la educación pública. Tuve la suerte de encontrarme con profesores que me motivaron y me llevaron a la carrera. El primer día de clase, el director nos advertía. Pasé los primeros tres años dedicándole muchos años a la carrera. Esta carrera es muy práctica. Hoy puedo decir con orgullo que de aquí salgo con amigos. Mi experiencia en el extranjero y las prácticas que he desarrollado me han servido para desarrollarme personalmente. También quiero dar las gracias a mi pareja y a mis padres», explicó.
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