“¿Mola o no mola?” “¿Se queda o no se queda?”. Finalizado el ceremonial que acaban de oficiar para festejar el 30 aniversario del Macba, Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol le piden a la directora del museo barcelonés, Elvira Dyangani Ose, que emita su veredicto. Que decida si lo que acaban de crear colectivamente se desvanecerá en apenas unas horas o si lo indulta, al menos este fin de semana. La expectación es máxima, ella sostiene un intencionado silencio y finalmente estalla: “Mola, se queda”. Ahora sí, la fiesta puede comenzar. Que salga el cava y el pastel. Las puertas se abren para todo el mundo que espera fuera del museo y los recién llegados se encuentran con el atrio engalanado de guirnaldas, globos con forma de anémonas, dragones, palomitas recién hechas, bombillas de colores y los músicos de Doble Pletina tocando sobre una tarima, como si una verbena callejera se hubiera colado dentro. Sobrevolando el aire, 300 deseos, uno por cada uno de los participantes en el ceremonial, para acompañar los pasos del museo en esta nueva etapa de madurez.

A Dutor y Mont de Palol, pareja en la vida real (convirtieron su boda en una obra: Las cosas del amor ) e integrantes del tándem artístico Montdedutor, les llegó desde el Macba el encargo de dar el pistoletazo de salida de su Año Treinta con una acción inspirada en aquellos rituales colectivos y efímeros de Antoni Miralda, Dorothée Selz, Joan Rabascall, Jaume Xifra y Benet Rossell, artistas que hoy forman parte de sus colecciones. “Nos interesaba mucho ese concepto de ceremonial, de crear un lugar de comunidad, de conexión, donde poder construir algo entre todas”, señalaba Jorge Dutor en las horas previas. También la idea de “poner el museo patas abajo”. “Pensar en cómo hacerlo y mantener la incertidumbre ha sido bastante emocionante”, confesaba.

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El ceremonial marcó el inicio de la fiesta fiesta 

Mané Espinosa

Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol engalanan el museo y lo hacen vibrar con las voces del público

La cita para los primeros 300 invitados era a las siete de la tarde, momento en el que a medida que iban entrando en el atrio eran distribuidos, según el atuendo asignado, en uno de los siete equipos cada uno de los cuales se iba a encargar de construir una parte de la gigantesca instalación. Los materiales, en su mayoría, formaban parte del día a día del museo. Unos han hecho palomitas, a las que los creadores otorgaron el poder de la conexión con la vida y el agradecimiento. Los demás han trabajado con cuerdas (la fuerza), confeccionado guirnaldas (la devoción), se han encargado de los dragones (la transformación y la prosperidad) o de crear con globos la ilusión de unas amebas (la resiliencia y el refugio) que han aparecido por sorpresa. Durante el ritual, cada uno ha pedido  un deseo para el museo y aprendido una melodía que ha acabado retumbando en el edificio Meier en forma de emocionante coro polifónico. El museo ha vibrado.

Exposición por los treinta años del MACBA

Autorretrato, de Jean-Michel Basquiat, junto a obras de Josep Uclés 

Ana Jiménez

Cérémonials, lo ha prometido la directora, se quedará en el museo este fin de semana de puertas abiertas y en el futuro tal vez forme parte de una nueva presentación de su colección, como la que Claudia Segura ha diseñado con motivo de este aniversario. No es ni retrospectiva ni mucho menos exhaustiva (llegará en 2027 al inaugurar la ampliación del museo), sino que mira atrás contemplando las obras como “una polifonía de voces, una multiplicidad de individualidades que a veces se juntan para formar una imagen y luego pueden formar otra”, señala la comisaria. 

Exposición por los treinta años del MACBA

‘Flamenco Figure’, de Tony Oursler  

Ana Jiménez

De ahí el título, Como una danza de estorninos, de una muestra audaz que pone en común la vida nocturna del Raval (Ocaña, Josep Uclés y Antonio Beneyt) con la de Manhattan (Basquiat, Francesco Clemente y George Condo), marcadas por la crisis de la heroína y el sida; rescata a artistas a menudo ignoradas como Amèlia Riera, Alicia Fingerhut y Sara Gibert alrededor del maravilloso Labyrinthe de Àngels Ribé y, a modo de declaración de intenciones, le pide a la angustiada muñeca de Tony Oursler (Flamenco Figure ) que nos reciba con sus preguntas: “¿De quién soy? ¿De dónde soy? ¿De dónde vengo?”.

Tras el ritual, se inauguró la nueva presentación de la colección y tres jornadas de puertas abiertas

Imagen de la videoinstalación 'Voracidad máxima', sobre los chaperos y sus clientes en Barcelona

Imagen de la videoinstalación ‘Voracidad máxima’, de Dias & Riedweg,  sobre los chaperos y sus clientes en Barcelona 

Ana Jiménez

Son más de 200 obras, algunas producidas por el propio museo, como Voracidad máxima , la videoinstalación interactiva de Dias & Riedweg sobre los chaperos que ejercen la prostitución en las calles, saunas y bares de Barcelona (“Nunca me han gustado los hombres. Ninguno. Solo me gustan las mujeres. Pero soy músico, un artista. Nací en el lugar equivocado, en la familia equivocada. Y las únicas personas que quisieron ayudarme querían algo a cambio. Algo no, sexo”, confiesa uno de origen venezolano). 

Autorretratos de la serie 'Fotomatón', de Onofre Bachiller

Autorretratos de la serie ‘Fotomatón’, de Onofre Bachiller 

Ana Jiménez

También hay viejas conocidas como O tras formas de organizar el mundo, el M.I.T. Projec t de Matt Mullican (el esqueleto humano real con el que siempre se había exhibido se ha sustituido por otro de plástico). Y benditos recién llegados como los retratos de la serie Fotomatón de Onofre Bachiller, aves nocturnas que el fotógrafo reclutó en un bar del Raval, un centro cultural del Born o un local gay del Eixample. Colocaba una cámara sobre un trípode y los propios protagonistas se disparaban. Segura, que ha contado con la colaboración de Núria Montclús, los ha colocado sobre todo el muro blanco . “Son retratos y a la vez son firmas, porque al final son ellos los que se han representado como han querido. Aquí es como si dejaran su esencia en el lugar que habitan”.