El incendio declarado en el complejo residencial Wang Fuk Court se considera ya como la peor tragedia que ha vivido Hong Kong en décadas. Según los recuentos provisionales, al menos 55 personas han muerto y cerca de 300 permanecen desaparecidas. Las primeras investigaciones indican que los andamios de bambú instalados en la fachada del edificio en obras pudieron haber acelerado de forma decisiva la propagación del fuego, al igual que el poliestireno empleado para sellar ventanas y paneles.
El incendio comenzó el 26 de noviembre y algunos de los edificios del complejo todavía están en llamas. Más de 800 bomberos trabajan sin descanso para extinguir el fuego, que se extendió rápidamente por siete de los ocho bloques del complejo, compuesto por torres de 31 plantas con unos 2.000 apartamentos donde viven alrededor de 4.800 personas, la mayoría de edad avanzada. De hecho, más del 36% de los residentes tiene 65 años o más.
La velocidad con la que avanzó el fuego sorprendió a los equipos de emergencia. Los andamios de bambú —cubiertos por lonas y mallas verdes— crearon un “puente” que permitió que las llamas saltaran de un edificio a otro. Aunque este material es tradicional en Hong Kong, en los últimos años las autoridades han promovido su sustitución por estructuras metálicas. El uso de poliestireno durante las obras habría actuado además como acelerante.
El edificio donde se originó el incendio, construido en 1983, ha reavivado el debate sobre la seguridad en viviendas antiguas y el cumplimiento de las normas de remodelación. Las autoridades han iniciado una investigación criminal y han detenido por homicidio involuntario a tres responsables de la empresa contratista encargada de la renovación de los edificios. Mientras tanto, algunos supervivientes denuncian fallos en los sistemas de alarma, que no habrían sonado durante la emergencia.
CNN: actualizaciones sobre el incendio