No por esperada, la derrota del Gobierno fue menos dolorosa. El Pleno del Congreso tumbó este jueves la senda de estabilidad (los objetivos de deuda y déficit) que aprobó el Consejo de Ministros la semana pasada y con los que aspiraba a elaborar los Presupuestos Generales de 2026. El resultado fue 164 votos a favor (PSOE, Sumar, ERC, Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria), 178 en contra (PP, Vox, Junts y UPN) y 5 abstenciones (Podemos y la diputada de Compromís Àgueda Micó).
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya se había puesto la venda antes de la herida un día antes; cuando, a preguntas de los periodistas, asumió la imposibilidad de sacar adelante la votación por la oposición de Junts.
Durante el debate, el portavoz de este último, Josep Maria Cruset, le recriminó a la número dos del Ejecutivo: «Su soberbia política ha bloqueado la legislatura y su soberbia va a dejar al país un año más sin Presupuestos».
Por su parte, el diputado del PP Juan Bravo señaló: «Más pronto que tarde volverá a haber un Gobierno estable y normal, que traiga Presupuestos cada año, que no gaste lo que no tiene, que invierta en infraestructuras y que no asfixie a los españoles».
Constatada la derrota, desde la Moncloa se apresuraron a sostener: «El rechazo a la senda de estabilidad perjudica a las comunidades autónomas, que tendrán 5.485 millones menos de margen fiscal. El PP ha votado en contra de que sus propias comunidades tengan más recursos para sanidad, educación o servicios sociales».
También reiteraban: «El rechazo de la senda de estabilidad no impide la presentación de los Presupuestos Generales del Estado de 2026».
La ley establece que ahora el Consejo de Ministros deberá aprobar nuevamente unos objetivos, bien los mismos o bien unos distintos, y llevarlos nuevamente al Congreso. En el caso de que tampoco salgan adelante entonces, como así será, el Ministerio de Hacienda deberá elaborar las cuentas públicas con los que ahora están en vigor. Pero, en cualquier caso, será un esfuerzo en vano.