Corría el año 1982. Cameron Mackintosh (Enfield, Inglaterra, 1946) escuchó un disco que le llevó un colaborador suyo; era un musical francés, estrenado dos años antes en París, que firmaban Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg, sobre la novela de Víctor Hugo … ‘Los miserables‘. Un año antes, Mackintosh había cosechado un extraordinario éxito con el estreno de ‘Cats’, con música de Andrew Lloyd Webber. «Conocía la historia a través de la película de los años 30 que dirigió Richard Boleslawski, pero nunca había leído el libro. Pero escuché las cuatro primeras canciones, y pensé: ‘esto es especial, esto es diferente, esto es increíble’». Éste fue el origen de uno de los grandes títulos de la historia del teatro musical: ‘Los miserables’, que se estrenó en el Barbican Theatre de Londres el 8 de octubre de 1985. La obra, completamente diferente de la que vio la luz en París, ha cumplido por tanto cuarenta años; desde entonces ha estado en cartel en Londres sin más interrupción que la motivada por el covid, lo han visto más de 150 millones de personas en 57 países de todo el mundo, ha sido traducida a 22 idiomas y fue llevada al cine en 2012 por Tom Hooper.
Cameron Mackintosh -definido justamente por el productor Marcos Cámara como «una leyenda, una absoluta referencia y el productor más importante, probablemente, de la historia del teatro musical»- está en Madrid para asistir hoy al estreno oficial de la producción española de ‘Los miserables’ -la tercera que se hace en nuestro país-, que se presenta en el mismo escenario en que se vio en el año 1992, el Teatro Apolo. Alberto Mas Griera firma la traducción del texto, y el reparto -supervisado, y elegido, por el propio Mackintosh- está encabezado por Adrián Salzedo, Pito Manubens, Teresa Ferrer, Malía Conde, Xavi Melero, Elsa Ruiz Monleón, Aléxia Pascual, Javier Manente y Quique Niza.
La primera idea de Mackintosh fue que su amigo Alan J. Lerner, autor de los libretos de ‘My Fair Lady‘ y ‘Camelot‘. Juntos escucharon el disco -la octava esposa del escritor fue la tercera oyente-, pero Lerner rehusó la oferta. «Yo escribo sobre personas con sueños; necesitas a alguien que sepa escribir acerca de las personas reales sobre las que escribe Víctor Hugo», recuerda Mackintosh que le dijo Lerner. «Pero me hizo prometer que pondría en pie el musical -añade el productor-; él creyó en este musical desde el principio». Y es que dice Mackintosh que muchos de los grandes títulos del teatro musical proceden de ideas que parecían descabelladas, y tiene una sólida convicción; los grandes musicales son los que tienen grandes historias. En el caso de ‘Los miserables’, la novela de Víctor Hugo. «Este musical es tan maravilloso gracias a Víctor Hugo; todos le debemos mucho y nos inspiramos en él».
«Pronto voy a celebrar mis sesenta años como productor y, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que soy un ‘productor de autores‘ y no un ‘productor de directores’. Sin una gran historia no es posible hacer un gran musical. Solo me inspiran para poder crear un espectáculo los grandes autores clásicos. Para mí, lo más importante es la historia y los personajes, y luego necesito una buena música para respaldar y contar esa historia. Pero la música en sí misma no es suficiente; a menos que sea dramática y cuente una historia, no me interesa por muy buena que sea la melodía».



Tres imágenes de ‘Los miserables’
José Ramón Ladra
En 2010, para celebrar los veinticinco años del musical, Cameron Mackintosh quiso crear una nueva producción para la nueva generación de espectadores. «El montaje original -que se puede ver aun en Londres- seguía siendo un buen espectáculo, pero era representativo de su época; y para esa nueva generación yo quería nuevos nuevos decorados, nueva iluminación, nuevo sonido… Matt Kinley, el escenógrafo, me habló de los dibujos del propio Víctor Hugo; yo creía que tendría veinte o treinta, pero hizo más de cuatrocientos. Era un artista muy prolífico y reflejaba muy bien la época». Asegura Cameron Mackintosh que la producción de ‘Los miserables’ es ahora «mucho más moderna; buscamos además un reparto joven, lo que le aportó además de talento algo muy contemporáneo al espectáculo. Y es que no quiero un espectáculo para el hoy; quiero un espectáculo para el mañana. ‘Los miserables’ es una obra que seguirá estando viva y que se irá adaptando con los tiempos en función de a quién se dirija».
Cameron Macintosh es un enamorado de ‘Los miserables’, que Víctor Hugo escribió en la isla británica de Guernsey, donde estaba exiliado por motivos políticos. «¿Sabía que ‘Los miserables’ era tan popular que todos los soldados confederados en la guerra civil de Estados Unidos la llevaban en su mochila? Se les conocía como ‘Lee miserables’» -un juego de palabras con el nombre del general Robert E. Lee-. Añade que es una novela que cuenta una historia universal y por eso, «cuando la gente viene a ver el espectáculo, en cualquier rincón del mundo, entiende a los personajes y entiende la situación».
También para los espectadores de hoy en día. «Por desgracia, el ser humano no aprende del pasado. Por eso nada cambia, y si hablamos de política vamos a peor. Cuando se estrenó ‘Hamilton‘ (sobre uno de los padres fundadores de EE.UU.) me preguntaron si había que cambiar algo, y dije que no, que hay políticos sinvergüenzas en todo el mundo y todos entendemos lo que son capaces de decir y de hacer para estar en el poder».
El escenario del Teatro Apolo ya generó problemas, por tamaño, en 1992, y los productores actuales han tenido que realizar una costosa reforma en el teatro para acoger el montaje. «Madrid es una de las ciudades más interesantes en el teatro musical, pero sus teatros no pueden acoger los grandes espectáculos, no tienen capacidad escénica. Se requiere una gran cantidad de fe e inversión para crear algo del West End, aquí, en estos teatros. No se trata del talento, que lo hay; se trata de los inmuebles. El teatro musical ha revivido zonas muertas de varias ciudades y ha aportado enormes cantidades de dinero en turismo. La mejor inversión que podría hacer Madrid es dar a los propietarios de teatros y a los productores los terrenos y la capacidad de crear escenarios decentes para que los mejores espectáculos puedan venir aquí».