Las noticias falsas o bulos han existido toda la vida, pero la llegada de las redes sociales provocó un auge de las llamadas fake news que utilizan el principio propagandístico de «una mentira mil veces dicha, se convierte en una gran verdad». Y es que la repetición constante de una idea, incluso si es falsa, puede hacer que se perciba como cierta con el tiempo. Esto es lo que ha pasado con el tema de las vacunas en todo el mundo. Los antivacunas sostienen que son las propias preparaciones las que provocan enfermedades o agravan las ya existentes. Desmontar estos bulos es tarea complicada.

Investigadores del Centro de Políticas Públicas Annenberg (APPC) de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) han probado la eficacia de un enfoque de «modelo mental» para presentar información científica, que podría ser útil para combatir estos temores infundados sobre las vacunas de ARN mensajero (ARNm).

Los investigadores afirman que, aunque esta tecnología revolucionó la creación de vacunas, su uso se está viendo amenazado por el miedo injustificado de que el ADN sobrante del proceso de fabricación de la vacuna pueda integrarse en el ADN de los receptores, aumentando el cáncer y los riesgos hereditarios.

Basándose en la teoría del modelo mental del razonamiento, los investigadores mostraron al público representaciones visuales, verbales o animadas que expliquen conceptos científicos o médicos de manera que los individuos puedan anticipar y resistir desinformaciones. Estos modelos, una vez interiorizados, permiten identificar y contrarrestar errores conceptuales con mayor facilidad.

Los autores del estudio comprobaron que los modelos mentales reducen el impacto de la desinformación científica tanto si se presentan antes como después del contacto con la información errónea. En este caso, el equipo dirigido por Kathleen Hall Jamieson, directora del APPC, evaluó dos intervenciones con este enfoque para mitigar el miedo injustificado hacia la tecnología del ARNm, pilar fundamental en la creación de vacunas frente a la COVID-19 y otras enfermedades graves como el melanoma, el cáncer de páncreas, la gripe, el virus respiratorio sincitial, la gripe aviar, el VIH, el virus del dengue o la enfermedad de Lyme.

Qué dicen los antivacunas

A pesar del respaldo científico, esta tecnología ha sido objeto de críticas por parte de sectores que sostienen que las vacunas basadas en ARNm podrían modificar el ADN del receptor. Estos grupos alegan que restos de ADN utilizados en la fabricación de las vacunas podrían integrarse en el genoma humano, aumentando el riesgo de padecer cáncer o de heredar alteraciones genéticas. Entre quienes han manifestado públicamente estos temores figura Joseph Ladapo, cirujano general del Estado de Florida, quien ha desaconsejado su administración en su territorio. Estas afirmaciones han tenido eco legislativo en Estados como Tennessee o Minnesota, donde se han promovido normativas que vinculan los productos de ARNm con definiciones como «armas de destrucción masiva».

No obstante, especialistas como Peter Marks, exdirector del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA, descartan que fragmentos de ADN puedan alcanzar el núcleo celular e integrarse en el ADN cromosómico. En la misma línea, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) insisten en que «las vacunas contra la COVID-19 no afectan ni interactúan con nuestro ADN. Estas vacunas no entran en el núcleo de la célula, donde se encuentra nuestro ADN (material genético), por lo que no pueden modificar ni influir en nuestros genes».

En una entrevista con PNAS, Jamieson explicó que «las personas crean modelos mentales para comprender cómo funciona el mundo y están dispuestas a confiar en ellos en lugar de en las reglas lógicas formales para decidir qué es cierto». A diferencia del enfoque clásico que se basa en citar a expertos para rebatir errores, este método se centra en enseñar el funcionamiento real de las vacunas de ARNm y en explicar cómo las células protegen su material genético.

Dos estrategias

En su estudio, los investigadores ensayaron dos estrategias. Una de ellas, basada en la «derivación», no mencionaba explícitamente las afirmaciones erróneas, sino que ofrecía gráficos y textos explicativos sobre el funcionamiento y la seguridad de las vacunas dentro de una narrativa coherente. La segunda estrategia, de «exclusión», explicaba cómo las células humanas neutralizan o eliminan el ADN extraño mediante una animación de 105 segundos.

Ambos modelos fueron probados en dos muestras de participantes, una de 1.540 personas y otra de 2.038. Cada grupo fue expuesto a diversas combinaciones de mensajes engañosos junto con los materiales gráficos, textuales o audiovisuales del estudio.

«Descubrimos que los encuestados que vieron las afirmaciones problemáticas junto con los modelos mentales eran más propensos a responder preguntas con base empírica que quienes solo vieron las afirmaciones problemáticas», indicó Jamieson. A su juicio, estos hallazgos apuntan a «un enfoque prometedor para superar algunos de los desafíos que enfrentan los usos habituales de la inoculación y la verificación de datos».

De cara al futuro, los investigadores sugieren que la incorporación de estos modelos mentales en entornos educativos –como escuelas secundarias, bachilleratos y universidades– podría contribuir a una mejor comprensión del funcionamiento de las vacunas de ARNm y de los mecanismos naturales de protección celular frente a elementos genéticos ajenos.