La nueva España, la de Chus Mateo, dio un primer paso ante Dinamarca digno de mención. Hubo fallos que corregir, como el desacierto en el triple o las desconexiones en el último cuarto, pero, en general, las sensaciones fueron de frescura absoluta. … Agresivos, voraces en la búsqueda del aro rival y con un importante poderío en el rebote, los pupilos del técnico madrileño no tuvieron problemas para imponerse a los nórdicos y sellar su primera victoria en el camino al Mundial de 2027 (mañana será Georgia el rival). Y si hay un jugador que ejemplificó todo lo que quiere implementar el ex del Real Madrid en la selección nacional, ese fue Great Osobor (22 años). El navarro, en su primera aparición de rojo y amarillo, sumó 12 puntos, ocho rebotes, dos robos y una retahíla de jugadas estratosféricas que enmudecieron a los presentes en el Farum Park de Copenhague.

«Tengo muchas esperanzas puestas en él. Pero han jugado bien tanto él como sus compañeros. Hay cosas que tiene que mejorar, porque es joven. Tiene uno contra uno, genera juego pero necesita aprender a competir al límite de la posesión. Aun así, estoy encantado de tenerle aquí», aseguró Mateo en rueda de prensa, exigente con su nueva perla aunque consciente de que su perfil, ahora mismo, es único en el baloncesto nacional.

De hecho, el técnico, antes de anunciar su primera convocatoria el pasado día 18, se desplazó a Alemania para entrevistarse con el jugador del Science City Jaena, donde milita desde el pasado verano. En la charla, quedó absolutamente claro que Mateo veía a Osobor como una pieza fundamental de su nuevo proyecto, y los resultados no han tardado en llegar. A su ya constatada calidad y poderío físico (su compañero Oriol Paulí lo calificó de «animal» tras su estreno en Dinamarca), desde la Federación aseguran que ha caído de pie, absolutamente integrado en un grupo y un cuerpo técnico que destacan, además, su educación y respeto.

No podía escapársele Osobor a España, un equipo antaño glorioso pero que ha encadenado tres torneos (Mundial de 2023, Juegos Olímpicos de 2024 y Eurobasket de 2025) sin pasar de la fase de grupos. La inyección de sangre nueva era obligada y el pívot, en tan solo un partido con la selección, parece haberse convertido en uno de los principales motores de la nueva España.

Que Osobor defienda al combinado nacional es, pese a todo, el resultado de un cúmulo de casualidades. Sus padres llegaron hace décadas desde Nigeria y, para iniciar una nueva vida, eligieron el sur de Navarra como destino, concretamente Murchante, un pueblo de apenas 5.000 habitantes. Allí, en 2002, vino al mundo Great, que en castellano significa ‘genial’ o ‘grande’, toda una declaración de intenciones por parte de sus progenitores, uno taxista y otra cuidadora de personas mayores. El caso es que cuando el pequeño tenía solo dos años, toda la familia, incluidas sus hermanas, se mudaron a Tudela, lugar donde la canasta comenzaría a captar la atención de aquel formidable joven.

Como es tradición es este país, el fútbol fue su primera opción. Era bueno, metía muchos goles como delantero aunque, como él mismo ha reconocido, sus constantes estirones (ahora alcanza los 203 centímetros además de 105 kilos) le acabaron acercando al baloncesto. Se estrenó en el Génesis de Tudela y, con rapidez, comenzó a ascender categorías además de disputar algún torneo autonómico con la selección de Navarra. El problema fue que, en 2015, a su padre le surgió una oportunidad de trabajo en Bradford, Inglaterra, y todos los Osobor cruzaron el Canal de la Mancha.

En cualquier caso, poco importó la escasa tradición del país anglosajón en cuanto a la canasta se refiere. Great era un tifón incontrolable y no tardaron los ojeadores estadounidenses en fijarse en él. Con 18 ya estaba en la liga universitaria (NCAA), donde firmó grandes temporadas en Montana, Utah y Washington, siempre de la mano de su inseparable mentor, el entrenador americano Danny Sprinkle, pues cada vez que cambiaba de trabajo, el fichaje de Osobor era su única petición innegociable. Incluso, llegó a ser el mejor la competición cuando firmó un contrato que le reportó dos millones de dólares.

Su camino, poco habitual aunque muy acorde con los tiempos modernos, podía haberle llevado a los brazos de cualquier otro combinado nacional. Sin embargo, en los últimos años, siempre que se le ha puesto un micrófono delante, ha asegurado que tiene dos sueños en esta vida: jugar en la NBA y defender a España con la selección. El primero llegará con el tiempo pero el segundo, desde el pasado miércoles, ya es una realidad absoluta.