El pasado mes de junio el baloncesto español daba un paso adelante en la protección de su talento joven. Ante la fuga de algunos de los mejores jugadores de cantera, tentados con los dólares de la NCAA, tanto la Federación Española como la ACB se pusieron manos a la obra y de la mano del Consejo Superior de Deportes ambas entidades creaban la Liga U 22. Una competición que pretendía ofrecer un marco de formación deportiva y académica a las nuevas generaciones, así como darles visibilidad y oportunidad a estos jugadores.

Transcurridas ocho jornadas, esta competición de nuevo cuño va cumpliendo con los objetivos planteados. Nombres como los de Joaquín Taboada, Egor Amosov, Nikola Kusturica o Dylan Bordón lucen cada semana en los medios especializados con sus actuaciones, llamando la atención de quienes no tenían por costumbre ahondar en las categorías inferiores. La emisión en Teledeporte y la velocidad de las redes han puesto estos nombres sobre la mesa, pero no son los únicos.

Estos jugadores ya en la última etapa de su formación conviven con otros más jóvenes, en edad cadete, que están demostrando que no les tiemblan las piernas ante jugadores hasta seis años mayores. Adolescentes que alternan las risas en las aulas con pegarse en la pintura con rivales más grandes que ellos. Y lo hacen sin vergüenza y demostrando que en el baloncesto la edad no siempre importa.

Mohammed Dabone

De esos cadetes que están brillando con luz propia hay uno que lo hace por encima del resto: Mohammed Dabone. Una de las grandes perlas de futuro en el mundo del baloncesto que ya dejó su nombre inscrito en la Minicopa y que ahora está dejando su impronta en la Liga U22, contra jugadores hasta ocho años mayores que él. Nacido en 2011 es uno de los grandes reclamos de esta nueva competición y está respondiendo como tal con medias de 13 puntos, 8,1 rebotes, 0,5 asistencias, 1,1 robos y 0,8 tapones en 20 minutos de media en los siete partidos disputados. Números que se traducen en 16,9 de valoración, lo que le permite estar entre los 20 mejores de la competición en este apartado.

Jan Cerdán

En el Barça, junto a Dabone, encontramos otro chaval en plena adolescencia que empieza a acostumbrarse a que su nombre aparezca en conversaciones de futuro: Jan Cerdán. El interior azulgrana, nacido en 2010, está aportando una energía y una defensa impecable en los minutos que le dan, siempre desde la modestia del que sabe que aún está construyéndose. Sus 4,6 puntos, 3,2 rebotes y 3 de valoración en 13 minutos no cuentan toda la historia: Cerdán juega sin miedo, se faja en cada balón dividido y aporta una sensación de solvencia impropia de un chico que hace nada estaba jugando infantiles.

Alonso de la Iglesia

Quien también ha entendido a la perfección lo que significa competir contra mayores es Alonso de la Iglesia, la joya más precoz que está mostrando Unicaja en esta Liga U22. Su lectura, serenidad y capacidad para influir en el juego desde el bote y el pase han llamado la atención de más de un técnico rival. En siete jornadas promedia 9,3 puntos, 1,7 rebotes, 2,3 asistencias y 1,1 robos, cifras que se traducen en 7,9 de valoración en 21 minutos. Más allá de los números, De la Iglesia transmite sensación de jugador hecho. Un competidor silencioso que está aprovechando la Liga U22 como si llevara años preparándose para esto.

Keita Soumalia

En Casademont Zaragoza, otro cadete que se está curtiendo a fuego lento es Keita Soumalia, un pívot salido de la Pablo Laso Academy, estilizado, larguísimo y con un instinto de intimidación que aparece incluso en pequeñas dosis. En sus 14 minutos por noche, Somalia se queda en 4,3 puntos, 2,6 rebotes y 0,6 tapones, suficiente para dejar claro que su crecimiento va a ir acompañado de una evolución natural en cuanto gane cuerpo y constancia. El techo está por descubrir, pero la valentía ya la tiene: no se esconde, no evita el contacto y siempre intenta cambiar tiros, aunque el rival le doble en masa muscular.

Álvaro García y Cano y Pablo Mera

Y si miramos hacia Madrid, los dos representantes cadetes también han tenido su pequeña ventana. Álvaro García Cano apenas ha entrado en pista (1:49), sin tiempo para aportar números, pero viviendo una experiencia que para muchos de su edad todavía queda lejana. Pablo Mera, por su parte, dejó destellos en los seis minutos que disputó: 2 puntos, 4 rebotes, 1 asistencia y 1 robo. Un impacto inmediato que confirma lo que en Valdebebas llevan tiempo susurrando: Mera compite. Compite siempre. Y eso, a estas edades, vale oro.

La Liga U22 está demostrando que su creación es un buen trampolín para una generación que viene con una mezcla de desparpajo, físico y formación técnica difícil de ver en conjunto. Los cadetes no están simplemente “pasando por allí”: están influyendo, decidiendo y creciendo ante jugadores que les superan en edad, músculo y experiencia.

acb Photo / Joan Vidal

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