En el rock, hay canciones que parecen haber surgido del dolor, compuestas en tiempos difíciles y de soledad, donde la distancia y el tiempo empiezan a pesar. Sin dudas, «Wild Horses» de The Rolling Stones es una de ellas. Esta balada acústica y desgarradora terminó convertida en una de las piezas más indelebles del canon stone. En el booklet de Jump Back: The Best of The Rolling Stones ’71–’93, el guitarrista Keith Richards le da una pista al lector sobre su origen un tanto turbulento: «Si existe una forma clásica de trabajar entre Mick y yo, es esta… Igual que con ‘Satisfaction’”.

Que el guitarrista compare esta balada con el estandarte rockero más rotundo de la banda marca su importancia dentro de esa sociedad creativa que definió el rock del siglo XX. Richards recuerda que la canción nació desde el agotamiento emocional y las distancias interminables de la vida en gira: «‘Wild Horses’ trataba de lo de siempre: no querer estar de gira, estar a un millón de millas de donde realmente quieres estar”. Fue grabada en diciembre de 1969, en el Muscle Shoals Sound Studio de Alabama, durante la misma sesión que «Brown Sugar», mientras el eco trágico del festival Altamont, donde murieron cuatro personas, todavía vibraba alrededor del grupo.

The Rolling StonesThe Rolling Stones

Mick Jagger, en esa misma entrevista realizada por Robert Sandall, se encarga de despejar mitos y profundizar en el trasfondo del tema: «Todos dicen que esto fue escrito sobre Marianne [Faithfull, expareja de Jagger], pero no creo que haya sido así; todo eso ya había quedado muy atrás para entonces«. Según él, el origen es más íntimo y sombrío. “Definitivamente estaba muy metido emocionalmente en esta pieza. Es muy personal, evocadora y triste. Ahora suena bastante lúgubre, pero fue una época realmente pesada”.

En ese contexto, la canción viaja hacia un territorio inesperado para los Stones: un country-rock cálido, desnudo y vulnerable. Grabada con guitarras acústicas y una producción que busca darle aire a la composición, “Wild Horses” se convirtió en una pieza delicada dentro del catálogo más enérgico del grupo. Lanzada finalmente en 1971 en Sticky Fingers, la balada se consolidó como una de las composiciones más queridas del grupo y como una postal emocional de una etapa bisagra: el inicio de su propio sello, la búsqueda de un sonido más amplio y la transición hacia lo que sería su «época dorada”.