Tras unos cuantos partidos recibiendo tundas del Barcelona, el Madrid ganó por fin el último clásico, con un Lamine Yamal irreconocible por problemas físicos. No obstante, si uno le pregunta a Yamal cuál ha sido su derrota más dolorosa, quizá diga que una hace once años, cuando el Anguera le metió 5-0 al Barcelona en la Liga de Fútbol 7. Yamal tenía 7 años y había fichado hace poco por el equipo culé.
«Tiempo después, Lamine dirá que aquella fría mañana en el distrito de Exaimple fue la peor derrota de su vida. Diez años después del partido, los autores de los cinco goles se volverán a reunir, convocados para un reportaje de El Periódico… Ya no juegan al fútbol y ahora admiran a aquel al que se enfrentaron. El artículo cuenta que Álex Mayral cursa grado superior en Dirección y Gestión de Hotelería, Joan Bertran estudia ADE y entrena a un alevín del Anguera, Sandro Giancola estudia Farmacia, Guillem estudia Ciencias de Actividad Física y Deporte, y Roger Casas cursa grado superior en Administración y hace de árbitro. Lamine tendrá su revancha el 28 de abril de 2015, cuando se vuelva a cruzar con el Anguera. Esta vez, el Barcelona gana 7-3 y él anota dos goles. Pero no es suficiente para quitarles la primera posición. Su primer año lo acaba con 25 goles. Todos le felicitan y le dicen que el subcampeonato tiene mérito, pero en su interior se queda con sabor a poco«.
Lo cuenta el periodista argentino Pedro Molina en Fenómeno Yamal, esclarecedora biografía sobre la formación y eclosión de la última gran estrella del fútbol español. La paradoja Yamal es que a medida que conquista el planeta fútbol, aumentan las críticas hacía él en España, pero no a su fútbol, sino a su forma de ser, en un equívoco cultural que se enreda y enreda a medida que nos acercamos al Mundial, donde la España de Lamine, tras ganar la Eurocopa con desparpajo, parte entre las máximas favoritas.
“Definir a un joven de 18 años suena apresurado dentro y fuera del campo. En ambos terrenos, Lamine ha demostrado ser un fenómeno. Las contradicciones propias de la condición humana se potencian en un joven que acaba de convertirse en adulto y vive desde su adolescencia bajo los reflectores de la sociedad. Es el líder de una generación enigmática, que da sus primeros pasos en un mundo caótico. También es la esperanza de un club histórico y de una selección que confía en reescribir sus grandes éxitos. Tendrá que superar incontables dificultades, pero, a fin de cuentas, se trata solo de fútbol”, concluye Molina en el libro.
‘Fenómeno Lamine Yamal’ de Pedro Molina. (J. M. P.)
Pedro Molina (Buenos Aires, 1995) vive en Barcelona desde 2023. Actualmente, escribe para National Geographic y El Confidencial. Anteriormente, trabajó en la revista El Gráfico, el diario La Nación y el canal de televisión ESPN. Hablamos con él sobre los límites futbolísticos de Yamal, sus incomprendidas aficiones y el cambio cultural en la Selección española.
PREGUNTA. Has estudiado toda la carrera de Yamal desde que tenía seis años. ¿Sigues reconociendo a ese niño en su manera de jugar? ¿En qué ha cambiado su fútbol?
RESPUESTA. Sí, absolutamente lo sigo reconociendo. Principalmente, para resolver situaciones complejas y que a la vista parezcan simples. Tenía una habilidad técnica impresionante, remataba desde lejos y entendía muy bien el juego. También hay una evolución lógica. Los partidos que vi de su primer año como Prebenjamín tenía un talento indiscutible, pero parecía más un jugador de jugadas que por momentos estaba desconectado esperando que le llegara la pelota. Con el proceso de formación se fue convirtiendo en un jugador mucho más de equipo.
Su físico también cambió. Al comienzo era muy menudo y los entrenadores intentaban pedirle solo lo indispensable en defensa porque sino no soportaba los 90 minutos, según me contaron. De hecho, pegó el estirón después de debutar en el primer equipo cuando creció diez centímetros en menos de un año. Otro aspecto en el que es diferente era su facilidad con el gol. Lamine en fútbol base jugó más partidos en campos de 7 que de 11 y marcaba goles con mayor facilidad. Creo que eso todavía no lo hemos visto en el primer equipo.
P. Durante su carrera infantil y juvenil, cuentas que, como les pasa a los niños superdotados en clase, muchas veces se aburría jugando, y había que ponerle nuevos retos para que no desconectara. ¿Es algo que, a otro nivel, le sigue pasando?
R. Yo creería que ya no se aburre, pero la búsqueda de retos es permanente. El caso más emblemático es el de Rabiot vs. Francia en la última Eurocopa, pero también le pasó al enfrentar a Mendy y a Nuno Mendes. Fuera de los partidos, el gran reto para Lamine era el Balón de Oro. Esto no lo sé, pero es posible que le haya afectado no ganarlo. Lo difícil es que no se puede vivir pensando únicamente en los grandes partidos porque para llegar a instancias decisivas hay que ganarle a todos. Puede que todavía no tenga la mentalidad de Michael Jordan que decía «juego cada partido porque siempre alguien puede estar viéndome por primera vez».
P. ¿Por qué el orgullo de barrio sigue sumiendo importante para él?
R. Creo que esto es algo que excede al fútbol y es parte de ser un niño de la tercera cultura. Sus padres son de dos países diferentes y él es de otro, entonces su lugar de arraigo es Rocafonda. Cuando hablas con gente de allí te dicen que su orgullo es la multiculturalidad y realmente se ve. Es muy lindo y muy contradictorio a los discursos imperantes en esta época. Lamine de niño en Rocafonda era libre, muchos lo recuerdan de verlo andar con la pelota a todos lados y es habitual que en barrios así, donde las casas son pequeñas y la vida es mayormente en la calle, se genere un sentido de comunidad muy fuerte.
Foto: Getty/Pedro Salado.
P. Se está hablando mucho sobre qué la vida privada de Lamine se ha descontrolado -fiestas con enanos, romances con divas de la música urbana- y eso afectaría su carrera porque, añaden, su entorno familiar -visto como desestructurado- tampoco ayudaría. ¿Exageraciones de los medios para hacer clicks o realidad?
R. Creo que es parte del «fenómeno». Los medios magnifican y él con su inconsciencia -dicha en el buen sentido- a veces alimenta el cotilleo. Lo mismo con el padre. A mí me da mucha pena que un chico de 18 años no pueda tener una novia o romper con ella porque todo será interpretado como escándalo. En eso creo que hay una gran exageración, alimentada por los clics y por otros intereses. Cito a dos madridistas: Cristiano dijo ‘dejad al niño crecer tranquilo’ y Mbappé, lo mismo: ‘déjenlo en paz’. No veo que el entorno pueda afectar a su carrera, pero sí creo que Lamine está aprendiendo sobre la marcha a vivir en el centro del mundo y hoy en día eso es muy desgastante.
«A veces parece un bocazas, pero sus referencias hay que buscarlas en los cantantes de música urbana que adoran tener haters»
P. ¿Hay a veces incomprensión generacional hacia un chaval con gustos de la generación Z? ¿Yamal es un poco bocazas o los vaciles son parte de su encanto?
R. Hay una incomprensión absoluta. Fue uno de los desafíos más interesantes del libro porque yo con 30 años también hay muchas cosas que no entendía de él. A veces parece un bocazas porque estamos acostumbrados a personalidades más políticamente correctas como Messi. Pero Lamine es 20 años menor y sus referencias hay que buscarlas en los cantantes de música urbana que adoran tener haters y que se alimentan del conflicto o en streamers con una personalidad más contestataria. Incluso lo que dijo antes del partido con el Real Madrid fue imprudente en los términos de la comunicación deportiva a la que estamos acostumbrados, pero fue absolutamente ingenuo en cómo lo dice.
Mientras escribía el libro me encontré con un estudio científico de la American Psychological Association Estados Unidos que le pedía a personas de todo el mundo que definieran a qué consideraban cool. Las 6 características más mencionadas fueron: extrovertido, hedonista, poderoso, aventurero, abierto y autónomo. Cuando lo vi dije, ¡esto es lo que quiere transmitir Lamine en sus redes! Lamine es un reflejo de estos tiempos. A mí no me parece particularmente encantador porque tengo otra personalidad, pero lo que me parece una absoluta barbaridad es que la sociedad intente adoctrinar a un chico de 18 años que es genuino, no tiene maldad y es un simple jugador de fútbol.
Foto: J. M. P.
P. Dentro de las críticas recientes a Yamal, están las que vienen del universo Real Madrid -al fin y al cabo es el mejor jugador de tu mayor rival- que acabaron en bronca entre Carvajal y él en el último Clásico. Estos enfrentamientos entre jugadores del Madrid y el Barca ya se vivieron en la época polarizada de Mourinho como entrenador merengue. ¿Al aficionado del Madrid le da igual que se incendie la selección -dónde no tiene muchos jugadores últimamente- porque lo primero siempre es su club?
R. Me parece entendible que los aficionados del Madrid piten a Lamine y eso es parte del fútbol. Hace dos años con la camiseta de España todo el Bernabéu lo ovacionó cuando jugó contra Brasil. Lo de Carvajal me parece de mal compañero, sobre todo con la edad que tiene. Desconozco qué opina el aficionado del Madrid sobre la selección, pero si la bronca con Lamine se traduce en no apoyar a la propia selección, por ejemplo, en la Copa del Mundo, me parece una bajeza tremenda.
P. Siguiendo con los reparos a Yamal, ¿puede haber trasfondo político en alguno de ellos? Me refiero a la incomodidad de ciertos sectores sociales con la conversión de España en selección multicultural, como ocurrió en Francia cuando su selección empezó a ser más negra hace unas décadas.
R. No tengo dudas de que el trasfondo político influye, sobre todo por el lugar que ocupa la migración en el debate público. Hay mucha gente que no quiere ver triunfar a una selección con jugadores de ascendencia africana. Pobres de ellos que se perderán del fútbol y porque no entienden que la identidad es dinámica. Si yo fuera español me daría un orgullo inmenso tener un jugador como Lamine y pensar que si ese bebé nacía en otro lado, posiblemente no hubiera tenido tantas oportunidades. Te puedo nombrar la asistencia de instituciones como Unicef, los beneficios sociales, la empatía de los vecinos migrantes de sus padres y la solidaridad del club La Torreta que lo recibió gratis. Estar en contra de eso me parece un sinsentido. De todas maneras, creo que los debates sobre la migración no deben darse en torno a los deportistas y me parece contraproducente cuando los éxitos de Lamine son utilizados políticamente.