La carrera de Mike Myers se ha caracterizado por la irreverencia. Ya sea para interpretar al ogro Shrek, al absurdo Wayne en El mundo según Wayne o incluso para parodiar a James Bond en las entregas de Austin Powers. Bond es el héroe definitivo: moderno y clásico al mismo tiempo, refinado, valiente, atractivo para las mujeres, inteligente y efectivo en sus misiones. Por eso, siempre ha sido encarnado por galanes de Hollywood y llevar el traje del agente 007 cambia para siempre la carrera de cualquier intérprete, como lo demuestra la historia de Daniel Craig, el más reciente James Bond.

Para Craig, asumir este rol fue complejo, tal como declaró en una entrevista: «Barbara y Michael (Broccoli) me dieron esta oportunidad, que es la primera de las novelas, y la idea era empezar de cero, pero no podía llegar y pretender ser James Bond, porque todo el mundo conoce a Bond como Pierce, Roger, Timothy o Sean. No podía llegar y decir: ‘Mmm, martini’, o lo que sea. No es mi forma de ser ni mi manera de afrontar las cosas”. De hecho, hubo un factor más que condicionó la construcción de su propio Bond: las parodias del propio Myers, que calaron tan hondo en la cultura popular que terminaron afectando al mismísimo personaje.

Así lo dijo Craig en una entrevista con MI6: «La verdad es que siempre tuve en mente la idea de rehacerlas, volver a empezar y recuperar todo aquello, pero tenía que suceder así. No concibo otra forma de hacerlo. Tuvimos que destruir el mito porque Mike Myers nos fastidió —soy un gran fan de Mike Myers, así que no me malinterpreten—, pero nos fastidió bastante; hizo imposible que hiciéramos los gags«. Esta fue la razón por la que los productores y Craig tuvieron que apuntar a una versión aún más seria del agente y devolverle su porte de héroe.

Algo similar sucedió con Scream y la saga Scary Movie. Gracias a la pregnancia que tuvo la parodia de este villano en el público, durante mucho tiempo quedó más asociado a la comedia que al terror, lo que representó un nuevo desafío para desarrollar la continuidad del personaje. Y este es uno de los aspectos más poderosos de la comedia: cómo logra quitar solemnidad incluso a los personajes más temidos o respetados.