La nueva España de Chus Mateo tiene esta tarde en el Santiago Martín de La Laguna (19:45 horas, Teledeporte) su primer gran test camino del Mundial 2027. Georgia, una de las responsables de la catástrofe de Limasol (69-83 en el último Eurobasket), llega apuradísima después de su sorprendente derrota en la primera jornada contra Ucrania (79-92). A los caucásicos no les valió ni siquiera la presencia de Tornike Shengelia, un caso paradigmático del embrollo en el que se están convirtiendo las Ventanas de clasificación para los grandes torneos del baloncesto mundial. El ala-pívot del Barça jugó el miércoles más de veinte minutos contra el ASVEL en un partido correspondiente a la Euroliga, disputado en el Palau. Luego, se las apañó para llegar a Tiflis para jugar más de 30 minutos contra Ucrania y desde el viernes se pasea por el hotel Mencey de Tenerife, concentrado con la selección de Aleksandar Dzikic para intentar enderezar el camino de los georgianos al Mundial.

Mientras Shengelia jugará un partido con el Barça y dos con Georgia en cinco días, internacionales en el último Eurobasket como Darío Brizuela, Joel Parra o Willy Hernangómez descansan en Barcelona a la espera de la reanudación de la Euroliga y la Liga Endesa. La FEB, entre la espada y la pared en este caso, ha optado por no llamarlos para la primera concentración con Chus Mateo. De haberlo hecho, los tres azulgrana habrían llegado a Copenhague el mismo día del partido; y los seleccionables de Madrid y Valencia (Abalde, Garuba, Pradilla, Puerto, Arostegui, De Larrea, Nogués), un día antes. No hubieran podido realizar ni un entrenamiento juntos. La gran pregunta es qué hubiera pasado si se hubiese perdido el partido contra Dinamarca…

La madeja, sin embargo, se va liando, porque internacionales de otros países de los equipos Euroliga sí se están marchando. Campazzo y Deck han ido con Argentina, Hezonja; con Croacia. En el Barça, Satoransky ha ido a jugar con la República Checa y Vesely también ha viajado, aunque sea para hacer grupo. Son algunos ejemplos que ilustran la deriva de un escenario que tiene de fondo el inacabable conflicto entre FIBA y Euroliga.

Pero en esos complicados equilibrios se mueve la Selección y así tiene que preparar Chus Mateo citas de la dificultad y la importancia que tienen estas de clasificación para el Mundial. El de este domingo, durísimo. Pese a no tener a Bitadze o Mamukelashvili, Georgia es un equipo duro y experto con Shengelia, Shermadini, Sanadze, Burjanadze o el naturalizado McFadden en sus filas; y un entrenador, Dzikic, que ya demostró capacidad para desnudar a la Selección en Limasol. La Selección necesita un ejercicio defensivo sobresaliente que le permita correr para esconder así sus limitaciones en el juego estático. Para ganar, además, necesita subir un escalón del nivel que demostró en Farum el pasado jueves y buenas versiones de sus veteranos (Alberto, Yusta) y de recién llegados como Cárdenas, Izan Almansa u Osobor, la gran sensación en Copenhague, pero a quien este domingo le vienen nuevas curvas con los gigantes georgianos. Los jugadores se reconocen cómodos con las nuevas ideas de Chus, menos encorsetadas y más dinámicas que en la era Scariolo. Pero eso hay que ratificarlo con resultados.

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