Imprescindible es el mejor adjetivo para definir a Gemma Cuervo. La actriz, que en julio cumplirá 92 años, tiene una extensa trayectoria como actriz y una vitrina repleta de premios, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Max de Honor y el Premio Nacional de Teatro. Fue ahí, sobre un escenario, donde empezó su carrera en 1956, con Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín de Federico García Lorca, y la última vez que ha subido al escenario ha sido en 2011 con La Celestina, de Francisco de Rojas. «El arte me ha gustado siempre con locura. Es muy importante el arte, muy importante, para el ser humano, para la industria, para el alma femenina y el alma masculina», dice en el documental que repasa su carrera, repleta de éxitos y reconocimientos.

Fernando, su hijo, destaca que su fortaleza y empoderamiento. «Fue una mujer que a los 20 años empieza a ser independiente, en pleno franquismo, y mucho más, dedicarse a esta profesión que, para algunos sectores de la sociedad, la clasificaban como casquivana». Repasar su vida es repasar la historia reciente de esa España que pasó del blanco y negro al color.

El flechazo con Fernando Guillén

En estos 55 años ha hecho teatro en radio, televisión y sobre las tablas, y siempre ha conquistado al público. No era cantante, pero tenía una voz muy buena y supo aprovechar las clases de canto para luego desenvolverse cuando el guion lo exigía. En enero de 1960 entró en la compañía de José Tamayo para representar Un soñador para un pueblo, de Buero Vallejo, y allí conoció a Fernando Guillén, que llevaba un año representando la obra. De compañeros pasaron a coquetear y luego a salir «formalmente», recuerda la actriz. «Y el 18 de julio de ese mismo año nos casamos. Fue una boda mixta socialmente. Unos venían con traje y otros con camiseta. Pero yo, de blanco y con velo».

Gemma Cuervo

En 1969, Gemma Cuervo y Fernando Guillén, su marido, montaron su propia compañía, recorriendo España con textos clásicos y de autores contemporáneos. Eran dos personas comprometidas y audaces que no dudaron en hacer obras de autores censurados o críticos con el otro escenario, el político y social: El malentendido, de Albert Camus; Los secuestrados de Altona, de Jean Paul Sartre; y Águila de dos cabezas, de Jean Cocteau, entre otras.

«He pasado toda mi vida en los escenarios. Esto es un regalo!, dice la actriz. Su loable trayectoria es uno de los ejes del documental que estrena Imprescindibles, de RTVE, en el que se construye un retrato de la actriz desde distintas miradas. Actores como José María Pou, Julieta Serrano, María Luisa Merlo, Manuel Galiana, Malena Alterio y Lydia Bosch comparten los recuerdos vividos con ella, que se suman a los de sus tres hijos. Natalia, Fernando y Cayetana construyen la figura materna para que conozcamos más a la mujer que era al bajarse del escenario. La compañía tuvo que cerrar en 1975 por los problemas económicos que les supuso apoyar la huelga de actores.

Gemma Cuervo y Fernando Guillén

No tuvo su sitio en el cine

Fue entonces cuando se volcó en el cine, un trabajo mejor remunerado. Había debutado a principios de los 60 con Pedro Lazaga e hizo películas que hoy están consideradas de culto, como El mundo sigue, de Fernando Fernán Gómez. «Fui muy feliz haciendo esa película. Cuando me peleo con Lina nos peleamos de verdad, nos tiramos de los pelos, nos tirábamos al suelo, nos pisoteábamos». Fernando, su hijo, cuenta que la censura maltrató la película. «Se estrenó en Bilbao, en una sesión doble y se guardó en un cajón, impidiendo que fuera a Cannes. Esto impidió que mi madre tuviera una carrera internacional».

También rodó con Pedro Masó, Jorge Grau, Ladislao Vadja y José Luis Borau, pero siempre tuvo clavada una espinita. «Tengo la sensación de que yo tenía que haber tenido un lugar en el cine y que no lo he tenido». Durante cinco décadas ha tocado distintos géneros. Si en los 60, 70 y 80 fue una estrella del teatro, en los 2000 brilló, por fin, en la televisión, convirtiéndose en uno de los rostros más populares y queridos gracias a series como La que se avecina y Aquí no hay quien viva.

Cayetana, Fernando y Natalia Guillén Cuervo

Madre, pero sobre todo actriz

Hoy echa la vista atrás, recordando textos enteros, como el de Bodas de sangre, y visionando sus mejores trabajos sentada en un patio de butacas con sus tres hijos, Natalia, Fernando y Cayetana, que crecieron entre textos que resonaban en los pasillos. «Los teatros eran una extensión de nuestra casa», dice Fernando. «Mi prioridad fueron mis niños, yo no me compraba ropa ni cambiábamos de coche, pero mis niños iban a un buen colegio». Natalia, la menos conocida de los tres, era la que ejercía de madre cuando Gemma y Fernando se iban de gira. «Nos fuimos hechas polvo, llorando en el avión», recuerda María Luisa Merlo del viaje que hicieron juntas a México para representar Orinoco.

La pequeña Cayetana que entonces se aferraba a las piernas de su madre, llorando porque se iba, es hoy madre y actriz, y entiende lo que hizo su madre, y lo valora. «Mi madre es la trascendencia, el respeto profundo, el amor sin límites hacia las artes escénicas, hacia el arte, hacia la cultura, como una de las prioridades del ser humano como respirar».

Sentires, dirigido por de Alicia de la Cruz y Chema de la Torre, se puede ver en RTVE Play, junto a otros como David delfín. Muestra tu herida, estrenado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. También Miradas desobedientes y los documentales sobre Francisco Franco, cuando se cumplen 50 años de su muerte: La foto, La democracia no se hará sin nosotrxs, Voladura 76 y Miradas Desobedientes.