En Barcelona, en la esquina de la calle Urgell con la Avenida de Roma, se reúne todas las noches desde hace ocho años el llamado colectivo Enriqueta Gallinat. Haga el tiempo que haga, sea laboral o festivo, un grupo de vecinos, pocos, muchas veces no … llegan a la media docena, sacan banderas y pancartas para reivindicar la independencia. Con más tiempo que ocupaciones, su tesón es tan grande como la indiferencia con la que les acompaña una ciudad en la que la efervescencia del ‘procés’ es ya casi solo un recuerdo. No para el citado colectivo, ejemplo casi caricaturesco de que es únicamente la persistencia de ciertos grupos de la tercera edad lo que mantiene viva la muy menguante movilización «indepe». «Suerte de las abuelas», clama el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) cuando se le señala el contraste entre los años álgidos del independentismo, cuando por ejemplo los institutos estaban hipermovilizados, y la ‘depre’ actual.

Sentimiento independentista

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¿Quiere que Cataluña se convierta

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Una comunidad autónoma de España

Un Estado dentro de una España federal

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La percepción de que la juventud está en otra onda se constata en movilizaciones como la de la calle Urgell pero sobre todo en datos como los que arroja el Centre d’Estudis d’Opinió, el cis catalán, que en la última entrega de su barómetro confirmaba que el apoyo a la independencia entre los jóvenes sigue por los suelos, en contraste con la misma encuesta de hace diez años, por no hablar de la de octubre de 2017, en pleno apogeo del proceso de ruptura.

Ante la pregunta binaria, «quiere usted que Cataluña se convierta en un estado independiente», apenas un 32,6% de los jóvenes de entre 18 y 24 respondía que sí frente a un 58,2% que contestaba de forma negativa. Son 25 puntos de diferencia, a bastante distancia de la media total (39,4% a favor de la ruptura, 52,7% en contra), y aún mas alejados de otras franjas de edad, particularmente de la de 50 a 64, la más rupturista.

Los datos son aún más elocuentes cuando se comparan con años anteriores. Dentro de la misma serie estadística, la encuesta de otoño de 2015, situaba a los más jóvenes en un porcentaje de apoyo al independentismo del 48,1% frente al 44,3% contrario, muy a la par del resto de franjas, en un momento de fase ascendente de la movilización. Esta llegaría a su punto máximo en otoño de 2017, coincidiendo con el referéndum del 1 de octubre, cuando entre los más jóvenes la secesión era apoyada por el 52,1% frente al 44,4% que se oponía. Es decir, en el arco de 2017 a 2025, el independentismo entre los jóvenes ha caído en 20 puntos, un retroceso mucho más acusado que en el conjunto de la población, en el que el apoyo a la separación de España ha pasado del 48,7 al 39,4. Definitivamente, el secesionismo envejece mal, una década de desgaste en la que se ha pasado de los máximos alcanzados en 2017 a los mínimos de 2025.

Es también muy significativa la posición de los sectores más jóvenes cuando no se enfrentan a una pregunta binaria, equivalente a la que se plantearía en un hipotético referéndum, sino cuando se les plantea de manera abierta cuál debería ser la «relación» entre Cataluña y España. Así, de manera destacada, la franja de entre 18 y 24 es la que de manera más amplia (48%) aboga por mantener el modelo actual (comunidad autónoma de España), lo que sumado al 5% que propugna el modelo «región» y el 9% que aboga por ser un «estado dentro de una España federal», sobrepasan de manera amplia el 25% –el porcentaje más bajo todas las franjas– que piden un «estado independiente».

Los datos del CEO son coherentes con otros estudios recientes, en concreto uno sobre valores políticos elaborado por la oficial Agencia Catalana de la Juventud, que constata que el sentimiento de identificación catalana entre los jóvenes ha retrocedido en 21 puntos en la última década. Así, en 2014, en los inicios del ‘procés’, hasta un 57% de jóvenes entre los 18 y los 29 se identificaba como solo catalán o más catalán que español, una porción que al cabo de diez años caía hasta el 36,2%.

El mismo estudio subrayaba también un escoramiento hacia la derecha de esta franja de población, particularmente entre los hombres. Este estudio, muestra un cambio en esa tendencia con la población entre 18 y 29 años más a la derecha de lo que había sido habitual. Si de manera tradicional los jóvenes se ubicaban entre el 3 y el 4 en una escala en el que el 0 es extrema izquierdas y el 10 es extrema derecha, en el citado trabajo, los jóvenes se colocaban en el 4,3, dos décimas por encima de las personas de más de 29.