A las 13.55 horas del sábado de la semana pasada la Policía tuvo noticia de que un hombre había acuchillado a tres personas en una plazuela de la calle Martínez de la Riva, en el madrileño distrito de Puente de Vallecas. Había sido un … ataque repentino, sin móvil alguno, porque el agresor no conocía a las víctimas, heridas leves. Hasta ahí, un incidente más de los muchos de la capital. Pero a las 16.45 horas cambia el escenario: un adolescente de 16 años llama al 091 y dice que su hermano, de 18 y español aunque de origen magrebí, porta un cuchillo de grandes dimensiones y está muy alterado dentro del domicilio familiar, en el número 69 de la calle Peña de Atalaya.
Ante la sospecha de que pudiera ser el mismo individuo -por la cercanía entre ambos puntos, entre otros detalles-, todas las patrullas de la Policía Nacional y Municipal de la zona acuden hasta allí. Hablan con el chaval para tener más detalles de lo que sucede e intentan que el atrincherado se entregue, pero éste responde con amenazas de muerte.
Así las cosas, se activa al Subgrupo Operativo Antiterrorista de Reacción (SOAR), equipado con subfusiles. Los agentes llaman a la puerta, pero el sospechoso no abre. Desde dentro, las amenazas continúan. Se oyen rezos en árabe y gritos de que se iban a ir con él. Así que deciden entrar, a pesar de que saben que es peligroso. Cuando derriban la puerta, el joven se abalanza sobre ellos armado con un cuchillo mientras grita «¡Allahu Akbar!» («¡Alá es grande!»). Los policías tienen que abrir fuego y el agresor recibe tres disparos.
Desde el mismo sábado la Policía se decantó por que se trataba de un incidente yihadista y la investigación pasó a la Brigada Provincial de Información. Las diligencias, además, pasaron a ser instruidas por la juez María Tardón al tratarse de un supuesto delito de terrorismo. «Nosotros no tenemos dudas; además, el perfil de este individuo, inestable y sin relaciones sociales, es el clásico de los actores solitarios y nos fijamos mucho en los que reúnen esas características», señalan fuentes de la investigación. «Ahora trabajamos en conocer cómo ha sido su proceso de radicalización», añaden.
Lo más sorprendente de todo es que no es la primera vez que el Departamento de Fernando Grande-Marlaska se resiste a valorar públicamente episodios de la misma o más gravedad que el ocurrido en Madrid
A pesar de la gravedad del incidente el Ministerio del Interior no ha hecho comentario alguno. Como en otras ocasiones ha guardado silencio, a pesar de que seguimos en un nivel 4 sobre 5 de alerta terrorista y de que nos acercamos a unas fechas muy sensibles, las Fiestas de Navidad, en el que las Fuerzas de Seguridad están especialmente alerta para evitar ataques del terrorismo yihadista.
Lo más sorprendente de todo es que no es la primera vez que el Departamento de Fernando Grande-Marlaska se resiste a valorar públicamente episodios de la misma o más gravedad que el ocurrido en Madrid.
El 13 de octubre de 2021 Grande-Marlaska reprochó a Vox en el Congreso que relacionara con un atentado terrorista el atropello ocurrido el 17 de septiembre anterior en un bar de Torre Pacheco (Murcia), señalando además que podía deberse a la acción de una persona con problemas mentales. Sin embargo, para entonces la Jefatura de Información de la Guardia Civil, independientemente de la salud mental del individuo, ya tenía claro que era un ataque yihadista.
Un cuchillo clavado
La verdad es que los investigadores lo supieron desde el principio. En el coche encontraron al agresor con un cuchillo clavado. Había colocado el mango en el volante y la punta del filo en su cuerpo, para que se le clavara en el momento del choque. Además, hallaron tres notas en el vehículo en las que hablaba de «atentado terrorista» y del «islam», además de otras consideraciones relativas a sus estancias en centros de menores. En todas las anotaciones estaba escrito en árabe la Shahada, la declaración de fe islámica: «No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta». La causa fue instruida por la Audiencia Nacional al considerar el juez Alejandro Abascal que se trató de un acto de terrorismo.
Un par de años después, en enero de 2023, Marlaska volvió a mostrar sus reticencias a calificar de atentado terrorista el asesinato de un sacristán en Algeciras, en un suceso en el que también un sacerdote sufrió heridas muy graves. Y ello a pesar de que el juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea escribiera en el auto por el que autorizaba la entrada y registro del domicilio del autor de los hechos que actuó guiado por una «voluntad terrorista», que entonces vinculó con el «salafismo yihadista».
«Parece que si no se habla de esto no existe el problema, y es un error. Un día ocurrirá algo realmente grave y el impacto en la sociedad será mucho mayor», añaden fuentes consultadas por ABC
Pues bien, según afirmaba entonces Interior, el asesino no tenía el perfil de un yihadista, en contra del criterio de los investigadores que precisaban que, independientemente del estado de salud mental del agresor, sus motivaciones eran inequívocamente yihadistas. Nadie del Gobierno acudió al entierro. Precisamente este viernes la Audiencia Nacional absolvió al acusado al apreciar la eximente completa de alteración psiquiátrica, al contrario de lo que sostenía el fiscal y una magistrada del Tribunal, que emitió un voto particular, entre otras razones porque con esa sentencia las víctimas se quedarían sin las ayudas del Estado.
«No hay instrucciones»
ABC se ha puesto en contacto con el Ministerio del Interior para conocer las razones de este cambio de actitud respecto a lo que sucedía con el terrorismo de ETA, cuando ese departamento no sólo lideraba la información sobre cualquier incidente, sino que también hacía las valoraciones que en cada momento consideraba oportunas. «No hay ninguna instrucción al respecto, más allá de que se intenta ser muy cautos hasta que se conoce exactamente qué ha sucedido», se aseguran desde el ministerio.
Sin embargo, hay quien hace interpretaciones menos amables: «Da la sensación de que no se quiere hablar sobre este tipo de casos para que pasen inadvertidos», dicen fuentes de la lucha contra el terrorismo consultadas por ABC, que muestran su sorpresa por la poca repercusión social y mediática que tienen. «Parece que si no se habla de esto no existe el problema, y es un error. Un día ocurrirá algo realmente grave y el impacto en la sociedad será mucho mayor», añaden.
Llama la atención, además, que en los siete años que lleva Marlaska como ministro del Interior sólo una vez ha convocado a los partidos políticos para hablar de terrorismo. Fue en octubre de 2023, en el marco de la respuesta militar de Israel en Gaza tras los brutales ataques terroristas de Hamás y después de dos atentados yihadistas en Francia y Bégica.
Ni antes ni desde entonces el ministro ha considerado oportuno reunirse con los representantes de la oposición a pesar de que se han producido ataques yihadistas con resultado de muerte, como ya se ha señalado.
La verdad es que si no lo ha hecho ha sido por decisión suya, porque el Partido Popular ha pedido en varias ocasiones que se convocara una reunión de los partidos firmantes del Pacto Antiterrorista, una de ellas, por cierto, con ocasión del asesinato en Algeciras. Sin embargo, esa solicitud no es que no haya sido atendida por el Ministerio del Interior; es que ni siquiera ha merecido una respuesta por su parte.