La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) nunca había emitido tantos avisos por lluvias en un año como después de la dana de Valencia. Entre el 1 de noviembre del año pasado y el 31 de octubre de 2025 han transcurrido más de … 300 días en los que al menos una zona de España ha tenido algún tipo de aviso activo por lluvias (amarillo, naranja o rojo). De ellos, 20 días registraron un ‘peligro extremo’, de nivel rojo, y otros 138 días un peligro ‘importante’, de nivel naranja por precipitaciones, según figura en los datos de Aemet Open Data consultados por este periódico. Desde 2018, cuando empieza la serie, nunca se habían rebasado los 12 días con avisos rojos y los 95 de nivel naranja por lluvias torrenciales para un periodo de tiempo similar.

España sigue haciendo balance de la dana que anegó Valencia el 29 de octubre de 2024. La catástrofe ha elevado la percepción del riesgo por lluvias intensas, ha popularizado el envío de mensajes con el sistema Es-Alert y ha favorecido que se pongan en marcha obras antirriadas que llevaban atascadas más de una década. Pero, ¿está favoreciendo también la activación de avisos meteorológicos desde la agencia estatal?

Los datos analizados por ABC muestran que en los últimos 12 meses los avisos meteorológicos de nivel rojo han crecido de forma generalizada. Ha habido un total de 37 días con al menos un aviso de máximo rango, incluyendo fenómenos por altas y bajas temperaturas, nieve, viento o lluvias (solo se han excluido los fenómenos costeros de este análisis). El más frecuente ha sido el aviso rojo por lluvias: hasta 20 jornadas han contado con una alerta máxima el último año. Estas cifras no tienen precedentes en la base de datos. Hasta ahora el récord eran las 12 jornadas en riesgo extremo por precipitaciones de 2018-2019, que abarca la también histórica dana que inundó la Vega Baja del Segura. En años anteriores lo habitual era que el fenómeno que más avisos rojos generaba fueran las altas temperaturas.

Además, el récord de avisos del último año no se limita solo al nivel de máximo peligro. Hubo 304 jornadas con avisos amarillos por precipitaciones entre noviembre de 2024 y octubre de 2025, mientras que 138 jornadas también contaron con avisos de nivel naranja. Son 62 días más con avisos amarillos respecto al anterior máximo (periodo 2023-2024) y 43 jornadas de más con naranjas (frente al periodo 2022-2023).

Habitualmente, la activación de estos avisos responde a la previsión de que se superen ciertos umbrales preestablecidos de precipitación en un corto periodo de tiempo. Sin embargo, en meteorología no existe la certeza. Es una ciencia que trabaja con probabilidades y las lluvias son especialmente complicadas de pronosticar, por lo que es habitual encontrar avisos para precipitaciones intensas que tienen entre un 40% y un 70% de posibilidades de ocurrir. A veces, incluso menos.

Efecto dana

Consultados por estos datos, desde la Aemet descartan que haya una mayor propensión de los predictores de la agencia a activar avisos por lluvias tras la dana. Aseguran que los avisos se ponen de manera consensuada, siguiendo los protocolos del plan Meteoalerta.

«Parece que en 2025 ha habido más episodios de tiempo adverso que en años anteriores. Y esto justifica que los avisos naranjas o los rojos hayan sido más, además de una mayor orientación a los impactos, sobre todo en la provincia de Valencia», explica Rubén del Campo, portavoz de la Aemet. Para ilustrarlo, alude a la emisión de boletines especiales en lo que va de año. Estos informes son lanzados cuando la agencia prevé una situación meteorológica especialmente adversa, ya sea por lluvias y tormentas o por olas de calor, bajas temperaturas o nevadas en cotas bajas. «En 2025, del 1 de enero al 23 de noviembre hemos publicado 37 boletines de aviso especial, con los mismos criterios que antes de la dana. En 2024, en total, a pesar de la dana, fueron 23 boletines. En 2023 fueron 29 y en 2022 fueron 17», ilustra.

Sin embargo, según ha podido comprobar ABC, de los 37 boletines de aviso especial de este año, 20 corresponden a olas de calor. Este último verano ha sido, de hecho, el más cálido de la serie histórica. La primavera sí fue muy húmeda (la quinta más húmeda desde el comienzo de la serie en 1961 y la tercera del siglo XXI, detrás de 2018 y 2013), mientras que el invierno y el verano fueron de carácter seco.

Donde la Aemet sí reconoce un ‘efecto dana‘ es a la hora de tener en cuenta parámetros ‘extra’ al poner avisos. En concreto, la Aemet ha atendido a la exposición y la vulnerabilidad del territorio. «Tras la riada de octubre de 2024 hubo avisos rojos, sobre todo en la provincia de Valencia, que quizá sin la dana no se hubiesen puesto rojos y quizá se hubiesen quedado en naranja, porque se valoró que había una vulnerabilidad mayor en esa zona», afirma Del Campo. El alcantarillado, inutilizado, y las infraestructuras, destruidas, podrían haber colapsado con una cantidad menor de lluvias. «Aunque la cantidad de precipitación prevista pudiese haber quedado en un aviso naranja, como la vulnerabilidad era mayor, se decidió poner avisos rojos», dice el portavoz. Esto ocurrió a mediados de noviembre, apenas dos semanas después de la trágica dana, y también en febrero de este año.

Esta integración de los impactos reales dentro de los avisos de Aemet es una evolución del sistema que lleva tiempo sobre la mesa. Parámetros como la densidad de población, el estado de las infraestructuras o la coincidencia con fechas señaladas (como una operación retorno en carretera), pueden ser claves a la hora de activar un aviso meteorológico. Es el modelo que siguen desde hace años en EE.UU. «Lo recomendable es que se tenga en cuenta el impacto, no solo el umbral de precipitación», dice Del Campo. Este año se ha empezado a aplicar este criterio, explica, pero no puede implementarse de golpe. Son mejoras progresivas, donde también se engloba la reciente creación del Área de Protección Civil y Relaciones Institucionales, que se ha alumbrado para «reforzar» la coordinación con Protección Civil.

En los datos extraídos por ABC se observa claramente el efecto de tener en cuenta el impacto sobre el terreno de un fenómeno adverso. El último año, la mayor acumulación de avisos rojos se ha visto en el litoral mediterráneo. Suma hasta cinco días en nivel rojo por lluvias el litoral sur de Valencia, donde la dana causó estragos, mientras que el litoral norte de Valencia estuvo tres días en alerta extrema. No obstante, también hay zonas que han visto avisos rojos por lluvias en estos últimos meses por primera vez en al menos siete años, hasta donde se remonta la base de datos. Destaca Andévalo (Huelva), con hasta tres jornadas en riesgo extremo.

«Sabemos que el exceso de avisos rojos es como el cuento de ‘Pedro y el lobo’»

«Se tiene cuidado con no sobrealertar, hay que avisar a la población pero sabemos que un exceso de avisos rojos al final es como el cuento de ‘Pedro y el lobo’. No conviene sobreavisar», asegura el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo. De hecho, cada año la agencia hace revisión y calcula su tasa de falsa alarma. El objetivo es no superar el 35%. «Consideramos que si dos de cada tres avisos se han cumplido, es aceptable», dice el portavoz, ya que hay que tener en cuenta que muchos avisos se ponen con probabilidades del 70%. No obstante, todavía no pueden ofrecer el cálculo de este año. «Las verificaciones requieren su tiempo».

«El estudio es corto», comenta el meteorólogo Francisco Martín, ya jubilado de la Aemet, «y este año ha sido significativo en lluvias, con una primavera histórica», dice. Así, la meteorología ha podido influir a la hora de poner avisos, pero tampoco descarta un factor sociológico. «Todos los seres humanos, cuando hay una situación adversa como ocurrió en la pantanada de Tous o en la dana de octubre del año pasado, somos más sensibles». Le ocurre, dice, al político que debe tomar decisiones, al ciudadano de a pie e incluso al predictor meteorológico. No obstante, Martín recuerda que la Aemet funciona con protocolos coordinados dentro del plan Meteoalerta. «Todo se relaciona y el resultado es que posiblemente hay una sobreestimación a la hora de avisar», concluye, «pero haría falta un estudio».