“Queda mucha pizza en la caja”, dijo JJ Redick después de que los Lakers ventilaran sin ningún sufrimiento una cita plácida a más no poder contra los depauperados Pelicans (133-121). “Hay muchos pedazos en la caja que todavía podemos coger. Cuando juego al golf uso esa misma analogía: quedan muchos pedazos en la caja, todavía no hemos terminado”. De esta manera expresó el entrenador angelino un mensaje claro y obvio. Los Lakers son un muy buen equipo pero quieren ser un gran equipo. Están a un nivel excelente pero necesitan más para retar a los aspirantes al anillo, o tal vez habría que decir al aspirante al anillo.
Ahora mismo lejos de los Thunder, como todos, los Lakers tratan de ponerse al menos en el rango siguiente, el de Nuggets y Rockets. Por ahora, y con ya siete victorias seguidas, están en 15-4, una cifra que solo mejoran los, cómo no, Thunder del 20-1, y los Pistons, que están 16-4. Esta noche, en back to back, tienen partido exigente contra unos Suns con menos talento pero más físico y coraza que la pasada temporada. Si ganan, además de sumar la octava victoria seguida, dejarán a los de Arizona, ahora mismo la zona de play in, ya a seis partidos de distancia. Todavía queda mucho… pero ya no queda tanto como hace unas semanas. Todo cuenta.
Desde luego, los Lakers marchan de maravilla si se considera además que LeBron James (que no estuvo contra los Pelicans) solo ha jugado cuatro partidos y que los siete principales de la rotación solo han estado, todos, en dos. Los dos contra los Jazz. Pero el ataque, se ha visto en lo poco que han jugado juntos Luka Doncic, Austin Reaves y un LeBron por ahora feliz sin la bola y en formato chico para todo, apunta a muy difícil de parar en media pista, uno de esos que desgasta de forma drástica al rival por su presión constante, con tanta generación de juego. La defensa… tiene que mejorar, y ahí es seguramente donde falta una pieza, la última del puzle, el quid de la cuestión: si, y será muy difícil, hay algo a tiro en el mercado, un alero con físico, capacidad de trabajo y algo de mano desde la línea de tres (lo que quieren todos los equipos, vaya) los Lakers se acercarían, seguramente, de forma ya mucho más clara a ese segundo nivel de aspirantes. Si es que ahora tienen un pie ahí y otro en el siguiente, el tercero.
Un tramo saludable de temporada, con pocos partidos, contra rivales ganables y mucha noche en L.A., se ha saldado con un pleno de victorias que suena a deberes hechos. A equipo serio: formal. La noche de domingo contra los Pelicans era de las de no fallar, no liarla. Los de Luisiana llegaron en back to back y sin Zion Williamson, Trey Murphy, Herb Jones, Jordan Hawkins, Jordan Poole, Deojunte Murray… una lista inacabable de bajas para un equipo zarandeado, en plena temporada del infierno.
Que ahora marcha 3-18, que solo es mejor que Washington Wizards y que ni siquiera tiene su primera ronda para capitalizar en el próximo draft tanta miseria porque se la debe a Atlanta Hawks por una obsesión difícil de explicar para subir diez puestos en el último y amarrar al pívot Derick Queen, poco brillante en el Crypto.Com Arena pero que forma lo más parecido a un proyecto de futuro junto al guard, el otro rookie de rango alto, Jeremiah Fears. Como ver juntos y sanos a Zion, Jones y Murphy parece misión imposible, ese futuro es lo único que queda. Y le vendría muy bien una primera ronda que apunta además, ahora, a top 3 en un draft de altísimo rango. Los Pelicans, una franquicia triste en una situación triste, han perdido doce partidos de trece, a nadie parece importarle demasiado y están 0-13 contra equipos por encima del 50% de victorias y entre los cinco peores de la liga tanto en ataque como en defensa.
Los Lakers, efectivamente, cumplieron. Reventaron el partido en el primer cuarto (46-27), la cuarta mejor cifra de puntos de su historia en un primer cuarto, y después aguantaron el pulso silbando, manteniendo la ventaja hasta el descanso, dormitando en el tercer cuarto (100-89) y abriendo otra brecha en cuando hizo falta, sin problemas. Luka Doncic se lo pasó bien de salida: 20 puntos, 6 rebotes y 4 asistencias en ese parcial inicial, el decimocuarto de su carrera con al menos 20 puntos. Después, el esloveno controló el juego sin ningún apuro (32+12+7) y dio el testigo a un Reaves (33+5+8) que sigue con su temporada de candidatura al all star… y a un contrato gigantesco el próximo verano.
No era un partido para medir a los Lakers, ni nada parecido. Pero estos también hay que ganarlos, evitar sustos, sorpresas y problemas. Y los angelinos lo hicieron, y hoy tendrán que apretar más minutos, no solo unos pocos de inicio, contra unos Suns mucho más vivos que estos Pelicans abandonados en la nada. Sin capacidad para hacer que se notaran las bajas de LeBron y Marcus Smart y sometidos desde el principio por el talento motriz de Doncic y Reaves. Una noche plácida pero tiene razón Redick: quedan muchas porciones de pizza en la caja.
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