El presentador de Directo al grano sufrió en el pasado los excesos de programas de quienes hoy son sus jefes, Óscar Cornejo y Adrián Madrid, que jugaron con el nombre de su padre y por tanto con las relaciones íntimas de su madre, cuando ni Gonzalo ha querido nunca hacer público el nombre de su progenitor, lo mismo que la gran directora de cine, fallecida hace 28 años sin querer desvelar la identidad de la persona que la hizo madre. Pero otros formatos de Adrián Madrid y Óscar Cornejo rebuscaron en varios de sus episodios entre los posibles candidatos a «padre de Gonzalo Miró» y hasta montaron debates en torno a la cuestión. Gonzalo Miró les demandó a ambos (y a Carlota Corredera) y ganó. No ha sido la única demanda de Miró contra sus actuales productores, ya que también ganó otra por comentarios sobre su noviazgo con Eugenia Martínez de Irujo. Hoy trabaja para el programa que hacen en TVE sus antiguos demandados.

La reciente condena por revelación de secretos contra Óscar Cornejo y Adrián Madrid ha sacudido el ecosistema televisivo justo cuando ambos disfrutan de una posición privilegiada en TVE, como responsables del magacín de sobremesa que presentan Marta Flich y el propio hijo de Pilar Miró, quien por cierto fue Directora general de RTVE entre octubre de 1986 y enero de 1989. El copresentador de este formato tiene una historia personal con los productores que constituye uno de los cruces más paradójicos de la televisión española contemporánea. Porque hace apenas doce años —y por hechos que se remontaban a 2005— Miró acudía a los tribunales para defender su derecho a la intimidad frente a Telecinco y, entre otros, Adrián Madrid, según consta en la Sentencia 190/2013 del Tribunal Constitucional, donde el presentador figuraba como «recurrente en su propio nombre y en el de su difunta madre, doña Pilar Miró Romero».

Los programas Aquí hay tomate y TNT, ambos de la cadena para la que trabajaban quienes hoy producen el nuevo entretenimiento de RTVE, emitieron los días 16 y 17 de agosto de 2005 reportajes y tertulias que especulaban sobre la identidad del padre del presentador. La sentencia del Tribunal Constitucional recoge literalmente que se difundieron «una serie de manifestaciones relativas a la identidad del padre del recurrente», incluyendo afirmaciones como: «Gonzalo Miró… esconde un gran secreto. Nunca se ha sabido la identidad de su padre. Pilar Miró se llevó el secreto a la tumba»; «Ayer la periodista Pilar Eyre desveló las iniciales del padre de Gonzalo Miró»; o «Lo cierto es que el parecido entre ambos es asombroso. Pero Pilar Miró jamás quiso revelar la identidad del padre de su hijo». La especulación se extendía incluso a los tertulianos, con frases como la de Lydia Lozano: «Son personas muy influyentes, son personas muy influyentes, son personas muy relacionadas, y se nos caería el pelo por decirlo».

En aquella batalla judicial, Miró demandó por intromisión en su intimidad y en la de su madre, ya fallecida. El Constitucional precisó que el recurso se interpuso «en su propio nombre y en el de su difunta madre, doña Pilar Miró Romero». Tras años de sentencias contradictorias, fue el Tribunal Constitucional quien, en 2013, corrigió al Tribunal Supremo porque «este razonamiento no puede ser aceptado, puesto que a nadie se le puede exigir que soporte pasivamente la revelación de datos, reales o supuestos, de su vida privada». Del mismo modo, el TC estableció que «la información sobre la filiación paterna del recurrente de amparo carece de interés público», anuló la absolución y ordenó dictar una nueva sentencia. Finalmente, en 2014, el Supremo fijó la indemnización definitiva en 200.000 euros por vulneración del derecho a la intimidad de Miró.

El tiempo, la política y las estrategias de programación lo han cambiado todo. RTVE, en busca de un relevo competitivo para sus tardes, confió en Cornejo y Madrid, que han construido Directo al grano replicando fórmulas del universo Sálvame, aunque aplicadas a la actualidad política. Y Gonzalo Miró —el mismo que protagonizó, junto a su madre ya fallecida, una de las sentencias más citadas sobre intimidad en España— se ha convertido en la cara visible del proyecto diario que firman quienes formaron parte de aquella industria que especuló sobre su vida privada.

La derivada que hoy muchos mencionan: la víctima también era una mujer ya fallecida. La sentencia recordaba explícitamente que la intromisión no solo se produjo sobre Miró, sino sobre «su difunta madre, doña Pilar Miró Romero», lo que añadía una gravedad simbólica al caso: se especuló públicamente sobre un dato íntimo que afectaba a una mujer que ya no podía defenderse ni expresar consentimiento. El TC destacó que «el hecho de que un dato íntimo (…) haya alcanzado notoriedad sin consentimiento de su titular no implica que dicho dato deje de estar protegido por su derecho a la intimidad».

No ha sido la única vez que Miró ganó en los tribunales a quienes ahora son sus productores. Otra sentencia condenó a Adrián Madrid, Óscar Cornejo y Carlota Corredera tras emitir reportajes sobre la relación de Gonzalo con Eugenia Martínez de Irujo, lo cual supuso otra demanda que el entonces novio de la duquesa de Montoro acabó ganando en el Tribunal Constitucional.

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