El calendario de adviento arranca su primera hoja y está por ver que Xabi llegue a la 24 como entrenador del Real Madrid. Tiene plancha acumulada el tolosarra, cuya victoria en Atenas, en otro partido engañoso en el que la victoria ocultó que … su equipo sigue sin jugar a nada, fue la única medio noticia positiva de un mes de noviembre para olvidar: derrota en Anfield, empates en Vallecas, Martínez Valero y Montilivi, y el mencionado triunfo en el Georgios Karaiskakis.

Se está quedando sin red Alonso, y lo peor es el cómo. La involución de su Real Madrid empieza a ser alarmante. El sistema defensivo es un desastre, el equipo es muy previsible en ataque, el centro del campo no domina los partidos, el banquillo no aporta soluciones, el entrenador se aleja de la autocrítica, y solo Mbappé, Courtois, Militao y Tchouaméni están a su mejor nivel. El resto de la plantilla parece transparente, con Bellingham encabezando una lista demasiado amplia. Radiografía preocupante que coloca al enfermo a un día malo más de entrar en la UCI.

Empató el Madrid ante un Girona que lleva las catorce jornadas disputadas en zona de descenso. Es el equipo que más goles ha encajado en el campeonato, 26, y el Madrid solo fue capaz de hacerle uno, y de penalti. Lo hizo con un once que cualquier madridista hubiera firmado a principio de temporada. Todas las estrellas en el campo, sin excepción, para hacer un fútbol similar a la peor época de Ancelotti de la pasada temporada. Seis meses de Xabi Alonso y un buen número de madridistas miran con ‘saudade’ como Carletto construye un proyecto en Brasil que le conduzca a la sexta estrella de la seleçao.

Mientras, en Valdebebas, Xabi Alonso no da con la tecla y en el club la impaciencia que visten de paciencia asoma con riesgo de peligro. Se avecinan diez días claves en el futuro del Real Madrid. San Mamés este miércoles, Vigo en Balaídos y el duelo de Champions contra el City el miércoles de la próxima semana huelen a ultimátum. Si Xabi no logra sacar estos tres partidos adelante, nadie puede asegurar que siga siendo el entrenador del Real Madrid. No es sencillo ver a Florentino tomar decisiones drásticas en mitad de una temporada y nada más comenzar un nuevo proyecto, pero el pasado está ahí y tiene dos cadáveres en su armario. Benítez en 2016 y Lopetegui en 2018.

Futuro de Alonso

En el Madrid, paciencia es un eufemismo de reacción más ultimátum. A Xabi se le acaban los comodines

El club exige una reacción inmediata. La conjura de Atenas, con Florentino sugiriendo a Xabi que se acercara a los jugadores y los jugadores aceptando ese acercamiento del entrenador, está fenomenal para darle una mano de pintura al vestuario y acicalar los baños, pero sin juego y, tampoco ahora, sin resultados, no hay entrenador que resista una racha como la de noviembre durante muchas semanas más. Y Xabi, cómo descubrió tras el lío del clásico con Vinicius, ya sabe que está en club de jugadores y de presidentes. Ellos, los entrenadores, solo están de paso.

Así es este Real Madrid. Mientras los grandes de Europa han entregado las llaves de sus clubes a los entrenadores (Arteta, Luis Enrique, Guardiola, Maresca, Simeone, Flick…), el club blanco ha creado un modelo de éxito basado en sus futbolistas y en Florentino. Y eso no va a cambiar. Y como ya lo ha detectado Xabi, el tolosarra ha decidido rendirse y entregar sus ideas a las individualidades de sus estrellas.

Vinicius, Bellingham y Mbappé son intocables, como lo eran con Ancelotti. Da igual el contexto del partido, las ganas que tengan o el rendimiento que estén teniendo. Xabi no se atreve a rotarlos ni a cambiarlos. Le ha ganado el miedo y juegan los noventa minutos, estén cómo estén. Una decisión que condiciona sus onces y sus sustituciones. Meter en Montilivi a Gonzalo en el 90, con el Madrid necesitado de un rematador, no lo hubiera firmado ni Carletto. Bueno sí, pero con más gracia. Y acierto. Alonso eligió el modo milagro con un ‘9’ de la cantera, pero lo hizo sacrificando a Trent, el futbolista con más calidad para centrar y poner balones al área. Inexplicable.

Xabi ha sacado la bandera blanca con sus estrellas y se ha entregado a ellas. Prefiere que no le pongan caritas a morir con sus ideas. Si piensa que así su equipo va a jugar mejor al fútbol, de momento, se equivoca. Si con la racha de ocho victorias consecutivas no se ganó al vestuario, ahora tampoco lo va a hacer, aunque ya escurra el cuerpo el cuerpo. Es la tuerca floja de un motor a punto de gripar que amenaza con dejarle sin coche, sin volante y sin escudería. La paciencia en el Madrid siempre ha sido un eufemismo de reacción. De reacción más ultimátum. Jugar mal se acepta mientras haya resultados. Jugar mal y no ganar no es admisible. Calma tensa con Xabi.