El apellido Bécquer está ligado de forma indisoluble a la cultura del siglo XIX en Sevilla. Los apenas 75 años que vivieron sus tres generaciones de artistas son buena muestra de las corrientes que marcaron el reinado de Isabel II, desde las escenas costumbristas … hasta la implantación del imaginario romántico y los primeros aires del realismo. Todo ello se condensa en la gran exposición con la que el Museo de Bellas Artes cierra el año. La consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, ha inaugurado este lunes 1 de diciembre la muestra temporal ‘Los Bécquer, un linaje de artistas’, que reúne por vez primera más de 150 obras de distinto material y formato entre José, Joaquín, Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer. Óleos, dibujos, acuarelas y litografías de la familia se funden en una de las muestras más versátiles y completas organizadas por la pinacoteca hispalense.

La exposición se compone concretamente de 65 óleos, 83 dibujos, acuarelas y litografías, cinco álbumes y dos libros que proceden tanto de los fondos propios del Museo de Bellas Artes como de préstamos de colecciones particulares y otros museos, entre ellos el Musée Bonnat-Helleu de Bayona, el Museo Nacional del Prado, el Museo San Telmo de San Sebastián, el Museo Nacional del Romanticismo, la Biblioteca Nacional de España, el Museo Carmen Thyssen de Málaga, el Museo de Cádiz y el Ayuntamiento de Sevilla. En total, más de una decena de instituciones y colecciones públicas y privadas andaluzas, nacionales y europeas han prestado obras. Una recopilación sin precedentes con la que los organizadores buscan otorgarle el sitio que merece a esta saga de artistas que tuvieron tanto que decir en tan poco tiempo —las muertes prematuras marcaron a la familia— cuyo legado permanece aún hoy.

En esa línea, la consejera, que apareció en la inauguración vestida con una falda estampada de oscuras golondrinas inspiradas en las de Gustavo Adolfo Bécquer, ha incidido en que muchas obras de la muestra se exponen por primera vez en Sevilla. Se reencuentra, por tanto, el legado familiar muchos años después en el Museo de Bellas Artes de Sevilla en una suerte de vuelta a casa por Navidad: «Se trata de una iniciativa tan acertada como necesaria, por ser una muestra vinculada a su propia historia y, por ende, la de Sevilla, respondiendo así a una de las líneas fundamentales de trabajo de la pinacoteca: la investigación y la divulgación de sus colecciones».

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, en la inauguración

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, en la inauguración

Manuel Gómez

La capacidad de concentración de buena parte de la producción de estos artistas constituye «una oportunidad única para conocer en profundidad el legado pictórico de esta familia», según la consejera ha hecho hincapié en la interesante faceta como dibujante del más célebre de los miembros de la saga. Los álbumes de hermosos y sugerentes dibujos de Gustavo Adolfo, así como la primera edición de sus famosas ‘Rimas y Leyendas’ se encuentran expuestos en la sala en la que se puede contemplar el célebre retrato que le pintó su hermano Valeriano hacia 1862.

También ha felicitado a los responsables de la obra por preocuparse de buscar «la mejor manera de contar lo que se quiere contar» asegurándose además de que las obras estén en el mejor estado. Acompañada en la apertura de la exposición por el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, Ricardo Sánchez; la directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla, Valme Muñoz, y el comisario de la muestra, el historiador del arte Manuel Piñanes García-Olías, la consejera ha recalcado la importancia de iniciativas de esta envergadura por la «revisión crítica que hacen de la producción de estos grandes nombres del arte andaluz del siglo XIX, al tiempo que propician la restauración o tratamiento conservativo de muchas de las obras expuestas». En este caso, 30 de las obras de la exposición se han restaurado para la misma, buena parte de ellas, 28, en los propios talleres del Museo de Bellas Artes.

La muestra reúne más de 150 obras de las tres generaciones de artistas de la familia Bécquer a lo largo de las salas XII, XIII y XIV del museo hasta el 15 de marzo

La directora del Museo de Bellas Artes, Valme Muñoz, ha destacado durante su intervención la «visión actualizada» de la exposición, así como la «mirada inédita» que esta ofrece a un linaje sin el que el Romanticismo sevillano habría sido muy diferente: «En torno a José, Joaquín, Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer se teje una historia de talento, sensibilidad y modernidad que, desde Sevilla, proyectó su eco a todo el panorama artístico y literario español del siglo XIX». Como puede comprobarse en los motivos y el tono de las obras, que van de los paisajes más cotidianos a otros más íntimos pasando por las escenas de costumbres, la saga Bécquer consigue «conjugar el fervor romántico con la observación del entorno».

Igualmente Muñoz ha destacado que José Domínguez Bécquer, el patriarca, «sentó las bases del costumbrismo andaluz con escenas populares que cautivaron a viajeros y coleccionistas europeos» en un momento de efervescencia del fenómeno del viajero romántico, como ocurrió en Ronda. Su primo Joaquín Domínguez Bécquer, el único de los cuatro que superó los cuarenta años, «consolidó este legado, elevando la pintura de costumbres a un lenguaje de gran dignidad. Profesor, restaurador y conservador del entonces Museo de Pinturas, hoy Museo de Bellas Artes de Sevilla, Joaquín fue figura clave en la institucionalización de la vida artística de la ciudad, participando en la catalogación de las colecciones y en la conservación de su patrimonio».

Para Valme Muñoz, Valeriano Domínguez Bécquer, formado bajo la tutela de su tío Joaquín, fue el más dotado con una pintura mucho más versátil que, caminando hacia el realismo,alcanzó una de las cumbres del retrato romántico español, apreciando el célebre ‘Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer’ conservado en el museo, que «condensa como pocos la melancolía, el misterio y la exaltación interior del Romanticismo». En cuanto a Gustavo Adolfo Bécquer, Muñoz ha subrayada la faceta del poeta como dibujante, «revelando un trazo ágil, irónico y expresivo, que complementa su universo literario. Por primera vez, sus dibujos se presentan con la atención que merece, evidenciando la unidad estética que vinculó palabra e imagen en el seno familiar».

Recorrido en cinco ámbitos

 

La muestra ocupa las salas XII, XIII y XIV de la pinacoteca con un recorrido dividido en cinco ámbitos. Todo ello permite al visitante apreciar las singularidades y evolución del trazo de cada uno de los cuatro artistas, así como descubrir las características comunes a todos ellos y las heredadas de unos a otros, como su contribución al costumbrismo.

El primer ámbito se centra en el iniciador de la saga, José Domínguez Bécquer, y en la eclosión de su producción durante la década de 1830. En estos años experimenta una gran difusión de su obra, aunque su muerte a los 36 años hace difícil reunir una producción amplia. De los ocho cuadros y cuatro acuarelas puede desprenderse su dominio en la pintura de asuntos y costumbres populares (ferias y romerías, temas taurinos, temas religiosos) con obras destacadas como ‘Partida de naipes’ (Ayuntamiento de Sevilla, Colección Bellver) o ‘Baile en una venta’ (Colección Abelló).

El segundo ámbito se centra en la más prolífica obra de Joaquín Domínguez Bécquer, discípulo y heredero de José, quien culmina la obra que este no pudo continuar por su prematura muerte. La pintura de costumbres avanza hacia un nuevo nivel caracterizado por una idealización del pueblo que, en sus mejores obras, sabe enmarcar con la belleza de los monumentos de Sevilla. La figura de Joaquín es fundamental en la Sevilla de la época de Isabel II. En esta sección se exponen algunas de sus obras más emblemáticas como su ‘Autorretrato vestido de cazador’ (colección particular, Sevilla), ‘La Feria de Sevilla’, ‘Baile en exterior de una venta’ (Museo Carmen Thyssen, Málaga), ‘El Patio de Doncellas del Alcázar de Sevilla’ (colección particular, Sevilla) o las tres obras procedentes del Museo de San Telmo de San Sebastián: ‘La plaza de San Francisco al paso de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Pasión’, ‘Plaza de la Real Maestranza de Sevilla’ y ‘La Cruz del Campo’.

Un tercer ámbito está exclusivamente destinado a la producción de obra sobre papel: dibujos, acuarelas y litografías de José, Joaquín y Valeriano. Aquí se reúne la mayor selección de obra gráfica de José Bécquer: veintidós acuarelas originales que permiten reconstruir el método de trabajo del artista. Estas acuarelas eran adquiridas en Sevilla por viajeros extranjeros, principalmente franceses e ingleses, y plasmadas en litografías. Así se difundieron en Europa, los tipos andaluces, sus costumbres y monumentos entre un público cada vez más interesado por lo español. Destacan las series de litografías que reproducían personajes populares andaluces, realizadas en Francia e Inglaterra a través de Goupil-Vibert (Devéria), Bulla (Bayot) y del Andalusian Annual (Gaucci).

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, obra de Valeriano

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, obra de Valeriano

Manuel Gómez

La sección dedicada a Valeriano Bécquer lo refleja como el artista de técnica más depurada de la saga. Fue un excelente dibujante y pintor, si bien su obra es corta debido a su prematura muerte, igual que la de su hermano. Entre sus retratos destacan algunos como el ‘Retrato de muchacha’ (Museo Lázaro Galdiano), el de su hija recién nacida (qe fue donado al Museo de Bellas Artes) y ‘Retrato de dos niños’ (colección particular, Sevilla). Otros cuadros recogen temas de mayor actualidad, cercanos al realismo, como ‘El pintor carlista y su familia’ (Museo Nacional del Prado) o las escenas aragonesas y castellanas que pinta tras su instalación en Madrid. Incluso puede verse alguna de tema fantástico como ‘Escena de brujería’ (Colección Manuel Piñanes).

El recorrido expositivo culmina con un pequeño espacio dedicado al poeta Gustavo Adolfo, hermano de Valeriano, y a sus incursiones realizadas en el terreno artístico como dibujante, que no fueron moco de pavo. Se pueden contemplar, además de la primera edición de sus obras completas, los dibujos conservados en dos álbumes procedentes de la Biblioteca Nacional de España y otros dibujos inéditos (colección particular, Madrid). La interdisciplinariedad y la importancia de la obra de un hermano en la del otro quedó de manifiesto cuando Gustavo Adolfo dijo aquello de que «él dibujaba mis versos y yo versificaba sus cuadros».

Restauraciones para la muestra

Muchas de las obras de la exposición parecen recién salidas del taller del artista. Esto es fruto, como ya se ha mencionado, de las numerosas restauraciones efectuadas. En esta ocasión, se han realizado restauraciones integrales de 17 lienzos y de sus respectivos marcos, y de dibujos, entre los que destacan el célebre retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, y la ‘Procesión del Corpus por el interior de la Catedral de Sevilla’ (1845), de Joaquín Domínguez Bécquer.

El Museo Nacional del Prado ha restaurado para la ocasión el lienzo de Valeriano Domínguez Bécquer ‘La fuente de la ermita (Costumbres del Valle de Amblés en la provincia de Ávila)’, depositado en el Museo del Romanticismo, mientras que el Museo Lázaro Galdiano ha intervenido en el ‘Retrato de muchacha’ (1866), también de Valeriano. Además, se han realizado tratamientos de consolidación y mejoras de conservación de hasta 13 obras, incluyendo lienzos, acuarelas, y litografías.

  • Dónde: Museo de Bellas Artes de Sevilla

  • Dirección: Plaza del Museo, 9

  • Cuándo: hasta el 15 de marzo

  • Horario: de martes a sábado: de 9.00 a 21.00 horas. Domingos y festivos: de 9.00 a 15.00 horas. Lunes: cerrado

  • Entradas: gratis para los ciudadanos de la Unión Europea

La muestra podrá verse hasta el 15 de marzo de 2026, tiempo suficiente para empaparse en más de una ocasión del legado del linaje de los Bécquer en la pintura española del XIX, siglo convulso marcado por grandes cambios políticos y sociales, y en el propio espíritu romántico de la ciudad de Sevilla. Las tres generaciones reunidas de los Bécquer, durante tres meses y medio, saltan de una pared compartida del museo a disponer de toda una exposición temporal de tres salas y un pasillo. Una apuesta de envergadura a la altura de lo que la familia supuso y supone aún hoy. Así que pasen los años.