La escultura «Eugenia Martínez Vallejo», que creó el artista Favila a mediados de los años noventa, ya no será «La Monstrua». Un jurado presidido por el propio artista, y del que formaron parte Covadonga Jiménez, la delegada de LA NUEVA ESPAÑA en Avilés, y el redactor Saúl Fernández, ha aceptado como nuevo apodo «La Mi Nena».

Se trata una propuesta que presentó la lectora Lidia Rodríguez al concurso «Eugenia busca apodo» que organizó este periódico a instancias del artista para atender la decisión del Museo del Prado –propietario del retrato de Carreño Miranda en el que Favila inspiró su propia creación–. Y es que en enero de 2024 los expertos de la Pinacoteca Nacional revisaron 1.800 cartelas del catálogo del museo y una de las que cambió fue, precisamente, la del retrato de la bufona de Carlos II. El coordinador general de conservadores de la Pinacoteca Nacional, Víctor Cageao, dijo en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA: «Ni a mí, ni al Museo del Prado, nos gusta la denominación de ‘La Monstrua’. Es un poco agresiva para una niña».

Sobre esta idea, Favila propuso que fueran los avilesinos los que eligieran el nuevo apodo y a esa idea se sumó LA NUEVA ESPAÑA. Durante el mes se septiembre, este periódico recibió más de un centenar de ideas que el jurado reunido este lunes ha ido cribando hasta dejar la propuesta de Lidia Rodríguez como la triunfadora. Rodríguez se llevará para su casa una versión reducida de la escultura que luce en la esquina de las calles de La Estación y de Carreño Miranda desde 1997. Favila llamó a su creación «La Monstrua» porque ese era el nombre que el Museo del Prado había elegido en 1827. No consta que su autor, que Carreño Miranda, hubiera elegido este apelativo para el retrato que hizo de la niña burgalesa que llegó a la corte de Carlos II para divertir «como una menina», señaló Favila.

Ha sido es afinidad de sonidos y su huella en asturiano ha determinado que «La Mi Nena» sea el nombre elegido. «La Mi Nena se parece a la menina», subrayó el artista.

Favila, en el centro, junto a Covadonga Jiménez y Saúl Fernández, ayer, durante la reunión del jurado del premio «Eugenia busca apodo».  | LUISMA MURIAS

Favila, en el centro, junto a Covadonga Jiménez y Saúl Fernández, ayer, durante la reunión del jurado del premio «Eugenia busca apodo». | LUISMA MURIAS

Ha sido la afinidad de sonidos y su huella en el asturiano lo que ha determinado que «La Mi Nena» sea el nombre elegido. «La Mi Nena se parece a la menina», subrayó el artista.

Eugenia Martínez Vallejo nació, presumiblemente en 1674, en la localidad de Bárcena de Pienza, en norte de la provincia de Burgos. (Cantabria) en plena misa.

Según los estudios actuales, la niña sufría el síndrome de Prader-Willi que afecta a uno de cada veinte mil nacimientos. «Es preciso abandonar los apelativos que se pusieron a posteriori», señaló Óscar Yugo, de la Asociación Española para el Síndrome de Prader-Willi (AESPW). «Estamos hablando de una enfermedad que provoca apetito excesivo y, en consecuencia obesidad… No parece que la mejor manera de educar a los pequeños sea resumiéndolo todo en ‘La Monstrua’». Sin embargo, en la época en que le tocó vivir a la niña, fue esa enfermedad la que le llevó a la capital. Según crónicas de aquella época, con apenas un año la niña pesaba 25 kilos y al cumplir los seis alcanzó los 70. Su historia se recogió en varias «relaciones de sucesos«.

Desde el principio de su instalación, la escultura de Favila se ganó el amor de los avilesinos –es adorada por la Cofradía del Santo Entierro de la Sardina–, pero también de los visitantes de la ciudad. Estar en Avilés sin pasar por «La Mi Nena» no es pasar por la ciudad.

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